El gran capital contribuyó al financiamiento y ascenso del fascismo español durante la Segunda República
El gran capital contribuyó al financiamiento y ascenso del fascismo español durante la Segunda República / Víctor Siles

Alfonso García-Valdecasas (izquierda), Ruiz de Alda (centro) y Primo de Rivera (derecha), en el mitin fundacional de Falange en el Teatro de la Comedia de Madrid, el 29 de octubre de 1933.

El respaldo económico de las élites al fascismo español tuvo consecuencias profundas: la financiación de milicias contribuyó a la radicalización del conflicto político en España, allanando el camino para el golpe de Estado de julio de 1936, que desencadenó la Guerra Civil.

Durante la Segunda República Española (1931-1939), un periodo marcado por profundas tensiones sociales, políticas y económicas, las élites económicas desempeñaron un papel crucial en el ascenso del fascismo en España. Estas élites, temerosas de las reformas progresistas de la República y del creciente poder de los movimientos obreros y socialistas, encontraron en el fascismo una herramienta para proteger sus intereses y contrarrestar lo que percibían como una amenaza a sus privilegios. Las élites económicas se aliaron con los grupos fascistas, proporcionándoles apoyo financiero y logístico, de manera que estos grupos fueron utilizados como fuerza de choque contra el gobierno republicano.

La polarización de la Segunda República

La proclamación de la Segunda República en 1931 trajo consigo un ambicioso programa de reformas que buscaba modernizar España y reducir las desigualdades sociales. Sin embargo, estas medidas, como la reforma agraria, la secularización del Estado y la ampliación de los derechos laborales, generaron una fuerte oposición por parte de las élites económicas, terratenientes y sectores conservadores de la sociedad. En este contexto de polarización, el fascismo emergió como una alternativa política atractiva para aquellos que veían en la República una amenaza a sus intereses.

El fascismo español, inspirado en los movimientos autoritarios de Italia y Alemania, encontró en figuras como José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo a sus principales ideólogos. Estos líderes, a través de organizaciones como la Falange Española y las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), promovieron un discurso ultranacionalista, anticomunista y contrario a las reformas republicanas. Sin embargo, el crecimiento de estos movimientos no habría sido posible sin el respaldo económico de las élites.

El papel de las élites económicas

Las élites económicas españolas, incluyendo grandes empresarios, banqueros y terratenientes, vieron en el fascismo una fuerza capaz de contrarrestar el avance de la izquierda y proteger el statu quo. Entre los nombres destacados de estas élites se encuentran figuras de la burguesía vasca como Félix de Lequerica, José Antonio Sangróniz y Pedro Eguillor, quienes desempeñaron un papel activo en la financiación de los grupos fascistas. Estos personajes, vinculados a la industria y las finanzas, proporcionaron recursos para la organización de actividades propagandísticas y la formación de milicias armadas.

Otro actor clave fue Juan March, un influyente empresario y financiero mallorquín conocido por su riqueza y sus conexiones internacionales. March, apodado «el banquero de Franco» en años posteriores, canalizó importantes sumas de dinero hacia los movimientos fascistas, especialmente hacia la Falange, con el objetivo de fortalecer su estructura y capacidad de acción. Su apoyo no solo se limitó a lo económico, sino que también incluyó conexiones logísticas y políticas que ayudaron a los fascistas a consolidarse como una fuerza relevante.

Además, el fascismo español recibió apoyo externo, particularmente del régimen fascista italiano de Benito Mussolini. Italia proporcionó fondos, asesoramiento y recursos materiales, viendo en España una oportunidad para expandir su influencia en Europa y contrarrestar el avance del socialismo y el comunismo.

Los grupos fascistas como fuerza de choque

El apoyo financiero de las élites no solo buscaba fortalecer la propaganda fascista, sino también consolidar una fuerza de choque capaz de enfrentarse a las organizaciones de izquierda y al propio gobierno republicano. La Falange Española, bajo el liderazgo de José Antonio Primo de Rivera, y las JONS, dirigidas por Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, organizaron milicias armadas que llevaron a cabo acciones violentas contra sindicatos, partidos de izquierda y manifestaciones republicanas. Estas milicias, financiadas en gran parte por las élites económicas, actuaron como un brazo represivo que buscaba desestabilizar la República y generar un clima de miedo e inseguridad.

Las milicias fascistas no solo atacaron a sus adversarios políticos, sino que también participaron en actos de sabotaje y propaganda para socavar la legitimidad del gobierno republicano. Este uso de la violencia como herramienta política fue especialmente evidente en los años previos al estallido de la Guerra Civil Española (1936-1939), cuando los enfrentamientos entre grupos de izquierda y derecha se intensificaron.

Consecuencias

El respaldo económico de las élites al fascismo español tuvo consecuencias profundas. La financiación de estas milicias contribuyó a la radicalización del conflicto político en España, allanando el camino para el golpe de Estado de julio de 1936, que desencadenó la Guerra Civil. Durante el conflicto, la Falange y otros grupos fascistas, ahora integrados en el bando sublevado liderado por Francisco Franco, jugaron un papel central en la represión de los sectores republicanos.

El apoyo de las élites económicas al fascismo no solo reflejó su rechazo a las reformas de la Segunda República, sino también su disposición a aliarse con movimientos autoritarios para preservar sus privilegios. Este fenómeno no fue exclusivo de España, ya que en otros países europeos, como Alemania e Italia, las élites económicas también respaldaron el ascenso de regímenes fascistas ante el temor al comunismo y las transformaciones sociales.

Conclusión

Durante la Segunda República Española, las élites económicas desempeñaron un papel decisivo en el auge del fascismo, proporcionando recursos financieros y logísticos a movimientos como la Falange Española y las JONS. Figuras como Félix de Lequerica, José Antonio Sangróniz, Pedro Eguillor y Juan March, junto con el respaldo del régimen fascista italiano, permitieron que el fascismo español se consolidara como una fuerza política y armada capaz de desafiar a la República. Este apoyo no solo fortaleció la propaganda y organización de estos grupos, sino que también facilitó la creación de milicias que actuaron como fuerza de choque contra el gobierno republicano, contribuyendo a la polarización que desembocó en la Guerra Civil.


Fuente → nuevarevolucion.es

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