
Asturias, abril de 1937: la batalla en el barrio San Lázaro
Tras la ofensiva de febrero
La gran ofensiva republicana de febrero de 1937 en Asturias había supuesto un esfuerzo colosal para el mando Republicano. LasBrigadas asturianas reforzadas por vascos y santanderinos lanzaron ataques sucesivos para cerrar el cerco de Oviedo y el pasillo de Grao y asi tratar de rendir la capital sublevada. Aunque lograron estrechar el aislamiento y desgastar a la guarnición franquista, no consiguieron tomar la ciudad.
Tras aquel choque, el frente quedó estabilizado, pero la tensión era permanente. Para los republicanos, mantener las posiciones era vital: así fijaban a las tropas franquistas, unas 40.000 a lo largo del estrecho pasillo. Para los sublevados, resistir en Oviedo tenía un valor estratégico y simbólico incuestionable. La ciudad era un bastión que no podía caer y el propio Franco había ordenado en octubre de 1936 liberar Oviedo, desviando tropas de choque para ello. Además, la resistencia en la capital mantenía al ejército republicano de Asturias atado en torno a la ciudad y su corredor, sin poder lanzar ofensivas en otros frentes.
Fue en este contexto donde, tras la ofensiva frustrada, los mandos franquistas optaron por una táctica de ataques de tanteo. Se había estudiado la posibilidad de un gran ataque, pero la falta de recursos y la solidez de las defensas republicanas impedían un plan más ambicioso. Estos golpes limitados buscaban descongestionar la presión sobre la plaza y poner a prueba la resistencia de las trincheras republicanas y reforzar la moral de sus tropas.
Uno de los escenarios clave sería el sector de San Lázaro y el Cementerio de El Salvador, al noreste de Oviedo, donde se librarían duros combates en los días 8 y 9 de abril de 1937.
El ataque franquista
Según el parte de la Octava División, a las 15:30 horas del 8 de abril el Tabor de Regulares de Ceuta nº 3, apoyado por zapadores, avanzó contra la posición republicana de La Calella y la boca de una mina cercana al cementerio. El bombardeo previo había sacudido la línea defensiva, y cuando el humo aún flotaba en el aire, las tropas de choque se lanzaron al asalto.
El combate se volvió enseguida un enfrentamiento a corta distancia, con explosiones de granadas de mano, ráfagas de ametralladora y disparos de fusilería que resonaban contra los muros del camposanto. La resistencia fue más dura de lo previsto, y el mando franquista se vio obligado a enviar refuerzos: la 3.ª Bandera del Tercio, los Regulares de Alhucemas nº 5 y el Batallón de Plasencia nº 7.
La lucha se prolongó durante la tarde y se intensificó en la noche. Otros sectores, como Catalanes y El Fresno, ardieron también bajo el fuego de morteros y ametralladoras. Los partes franquistas insisten en que el enemigo fue rechazado, pero reconocen el precio pagado: 266 heridos y 19 muertos en apenas dos días, además de un gasto enorme de munición —más de 150.000 cartuchos y 2.700 granadas de mano.
El botín fue exiguo: 13 fusiles y 4 prisioneros. Pese a ello, los informes se cerraron con largas listas de oficiales y soldados distinguidos, una manera de transformar el sacrificio en relato de disciplina y valor.
La defensa republicana
El parte republicano relata como en la noche del 8 al 9 del abril de 1937, a las 22:30, tras una violenta preparación artillera, el enemigo descargó sobre las posiciones del prado del Cementerio y el barrio de San Lázaro un fuego cerrado de morteros y ametralladoras. El humo y los destellos de los proyectiles anunciaban lo inevitable: el asalto estaba en marcha.
La responsabilidad de la defensa recaía en la 7.ª Brigada republicana, al mando del Comandante Canga, con su Plana Mayor en San Esteban de les Cruces. La brigada contaba con 2.081 hombres, organizados en cuatro batallones. Esa noche, la primera línea estaba sostenida por el Batallón Figaredo nº 40 y el Batallón Figaredo nº 53, reforzados por una compañía de ametralladoras del Batallón 202.
El parte republicano describe cómo el enemigo atacó en oleadas sucesivas: primero con tropas españolas, después con regulares marroquíes y finalmente con legionarios. Cada acometida se estrellaba contra los parapetos republicanos, donde los hombres de Canga respondían con fusilería cerrada y granadas de mano. Los muros del cementerio se convirtieron en auténticas murallas, y las casas fuertes de San Lázaro, en nidos de resistencia desde donde se rechazaba cada intento de penetración.
El combate fue feroz y se prolongó durante cuarenta y cinco minutos que parecieron interminables. Entre el estruendo de la artillería y el tableteo de las ametralladoras, los defensores lograron contener la presión. El parte señala con orgullo que, pese a las bajas —alrededor de 170 hombres—, “nuestras fuerzas se hallaban con excelente moral”.
En la oscuridad de la noche, los oficiales de la brigada observaron además un movimiento inusual en el interior de Oviedo: camiones que entraban y salían, luces que recorrían las calles y un constante trasiego de vehículos Todo parecía indicar que el enemigo había tenido que recurrir a refuerzos para sostener su ofensiva.
Al amanecer del 9 de abril, la línea republicana permanecía intacta. El cementerio, San Lázaro y los parapetos seguían en manos de la 7.ª Brigada. Los partes cerraban con un mensaje claro: se había resistido una embestida brutal, lanzada con las mejores tropas del enemigo, y aun así, el cerco sobre Oviedo seguía firme.
Una batalla de desgaste

Frente de Asturias.. Escenas del frente [Material gráfico] / Photo Blanco, Photo Club, Foto Santa María del Villar, Foto Campua … [et al.] AutorBlanco, Ángel (1891-1989) Santa María del Villar, Diego Quiroga y Losada, Marqués de (1880-1976) Campúa (1900-1975) Photo Club España - Delegación del Estado para Prensa y Propaganda
Los partes de ambos bandos muestran un patrón común: ninguno consiguió un avance decisivo. Los franquistas declararon haber limpiado trincheras y rechazado contraataques, pero a costa de enormes pérdidas. Los republicanos, aunque golpeados, pudieron mantener sus líneas.Era la dinámica de la guerra en Asturias tras febrero: choques sangrientos, altísimo consumo de municiones, centenares de bajas en cuestión de horas… y casi ningún cambio territorial. Los combate siguieron los días sucesivo los sublevados siguiron presionando la linea de frente lanzaron sucesivos ataques en los sectores de San Lázaro, el Cementerio Viejo y el barrio de Catalanes.
La zona de frente: el campo de batalla urbano
El croquis de posiciones republicanas muestra con claridad por qué aquella lucha fue tan dura. El Cementerio de El Salvador dominaba el terreno y se había convertido en el corazón de la defensa. Sus muros de piedra, altos y sólidos, actuaban como parapetos naturales desde los que se resistía cada oleada enemiga.
A su alrededor, los edificios civiles se habían transformado en trincheras improvisadas: el matadero, el mercado de los cerdos y la fábrica de fundición se llenaron de sacos terreros y nidos de ametralladoras. Dos conventos, el de las Adoratrices y el de las Carmelitas, pasaron a ser cuarteles, y hasta las escuelas y las casas fuertes cercanas se integraron en el sistema defensivo de la 7.ª Brigada.

Frente de Asturias.. Escenas del frente [Material gráfico] / Photo Blanco, Photo Club, Foto Santa María del Villar, Foto Campua … [et al.] AutorBlanco, Ángel (1891-1989) Santa María del Villar, Diego Quiroga y Losada, Marqués de (1880-1976) Campúa (1900-1975) Photo Club España - Delegación del Estado para Prensa y Propaganda
La Malatería, también en manos republicanas, constituía otro punto
fuerte de la línea, con sus propios lanzaminas que batían las avenidas
de aproximación enemigas. El camino de San Marcos y los accesos al este
estaban igualmente cubiertos, lo que permitía mantener bajo constante
presión a las fuerzas sublevadas que intentaban avanzar.
Para los hombres de la 7.ª Brigada, combatir en este sector significaba
atrincherarse en aulas escolares, en talleres industriales o en corrales
de ganado. Era una guerra incrustada en la vida cotidiana: lugares de
trabajo , viviendas y espacios de culto convertidos en bastiones de
resistencia y lucha, donde cada pared podía ser la última defensa y cada
granada marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Frente de Asturias.. Escenas del frente [Material gráfico] / Photo Blanco, Photo Club, Foto Santa María del Villar, Foto Campua … [et al.] AutorBlanco, Ángel (1891-1989) Santa María del Villar, Diego Quiroga y Losada, Marqués de (1880-1976) Campúa (1900-1975) Photo Club España - Delegación del Estado para Prensa y Propaganda
Fuente → asturias1936.es
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