
Concebida por Victoria Kent como modelo humanista, la cárcel de Ventas se convirtió tras la guerra en un centro de represión y fusilamientos. Los testimonios como el de Nieves Torres y Juana Doña mantienen viva la memoria de sus presas
Un proyecto de justicia con rostro de mujer
La cárcel de mujeres de Ventas fue inaugurada en 1933 por la Segunda República como parte del proceso de modernización del sistema penitenciario. Su principal impulsora fue Victoria Kent, jurista, política republicana y la primera mujer en ocupar la Dirección General de Prisiones en España. Kent tenía un objetivo claro: romper con la tradición punitiva basada en el castigo y sustituirla por un modelo centrado en la educación, la salud y la rehabilitación.
“La mujer delinque poco, pero sufre un castigo mil veces más duro que el hombre. Yo he visto cárceles de mujeres y son un espectáculo de horror” (Victoria Kent, entrevista en Estampa, 25 de abril de 1931).
Su mirada reformista cristalizó en un diseño arquitectónico moderno, obra de Manuel Sainz de Vicuña, quien recibió una única instrucción: que el edificio estuviera lleno de luz. Kent quería “una casa como la que quisiera uno para vivir” (Montes Salguero, J., El edificio, carceldeventas.org).
La prisión fue dotada de instalaciones inusuales para la época: biblioteca, parvulario, celdas individuales, patios amplios, terrazas soleadas y espacios diferenciados para las presas políticas. Además, Kent impulsó la creación de un cuerpo profesional de funcionarias laicas —la Sección Femenina Auxiliar del Cuerpo de Prisiones— formadas en criminología, higiene y derecho penitenciario (Montes Salguero, J., Historia de la prisión de Ventas, carceldeventas.org).
De la reforma al retroceso: las primeras grietas
Ese proyecto duró poco. Durante el llamado bienio negro (1934-1936), el Gobierno conservador desmanteló buena parte del legado reformista republicano. La cárcel de Ventas, que debía ser un espacio de reinserción, se transformó en un centro de represión de la disidencia política. A raíz de la insurrección obrera en Asturias y las huelgas generales de 1934, cientos de mujeres fueron arrestadas y enviadas a Ventas.
Muchas de ellas fueron clasificadas como “presas sociales”, una categoría ambigua que les impedía acceder a las medidas de gracia previstas para las presas políticas. A finales de 1935 ya había 191 mujeres encarceladas, muchas de ellas jóvenes, analfabetas o vinculadas al mundo obrero (Montes Salguero, Historia de la prisión de Ventas).
El 22 de febrero de 1936, días después de la victoria del Frente Popular, las reclusas protagonizaron un motín para exigir la aplicación del decreto de amnistía. La protesta fue reprimida por la Guardia de Asalto, dejando claro que la tensión política también se libraba dentro de las cárceles (Ibíd.).
Fusilamientos durante la guerra civil
Con el estallido de la guerra en julio de 1936, la prisión pasó a funcionar como cárcel provisional de hombres. Allí comenzaron las primeras “sacas”: simulacros de traslado de presos que terminaban en fusilamientos extrajudiciales. Según los archivos penitenciarios y las investigaciones de Jorge Montes Salguero, al menos 200 presos fueron ejecutados tras salir de Ventas. Entre ellos, Ramiro de Maeztu y Ramiro Ledesma Ramos (Montes Salguero, Historia de la prisión de Ventas).
El exterminio en silencio: Ventas bajo el franquismo
Tras la entrada de las tropas franquistas en Madrid, el 28 de marzo de 1939, la prisión fue reconfigurada como un centro de castigo para mujeres vencidas. Miles de detenidas —militantes políticas, familiares de republicanos, simples sospechosas— fueron hacinadas entre sus muros en condiciones infrahumanas.
Entre ellas estaba Nieves Torres Serrano, militante de la Juventud Socialista Unificada. Había sido arrestada el 15 de mayo de 1939 y trasladada a Ventas en junio. Su relato, recogido en una entrevista realizada en 2001, es estremecedor:
“Cuando yo entro en Ventas fue horrible, horrible. No había dos pasos que no tropezaras con alguien. Era un cementerio” (Entrevista a Nieves Torres Serrano, Madrid, 27 de marzo de 2001, archivo documental elaborado por Jorge Montes Salguero para Del olvido a la memoria. Presas de Franco, Lua Multimedia, 2006).
El hambre era parte del castigo:
“Lentejas llenas de tierra, lentejas llenas de todo (…) A las cuatro de la mañana iban y te daban un plato de aluminio (…) A otro día por la mañana el plato estaba todo negro… daba verdadero asco, pero nos lo teníamos que comer” (Ibíd.).
Lo más doloroso, sin embargo, era la presencia de los niños:
“A mí lo que más me impresionó a la llegada fue la galería de madres, por los niños, porque allí no había apenas comida para ellos fue horrible, horrible, horrible, todo lo que te diga es poco” (Ibíd.).
Nieves fue condenada a muerte el 12 de agosto de 1939, junto a Antonia García Alonso (18 años) y Antonia Hernández Barrilero (17 años), en el mismo expediente que las Trece Rosas. La conmutación de la pena le fue comunicada informalmente el 5 de septiembre, aunque no la firmó hasta el 14 de noviembre:
“El día 5 de septiembre nos dicen que nos han conmutado, pero no firmamos (…) hasta el 14 de noviembre que nos llamaron a bastantes a firmar” (Ibíd.).
Juana Doña: comunista, feminista y testigo
Otra superviviente emblemática fue Juana Doña Jiménez, nacida en Lavapiés en 1918. Militante comunista y fundadora de la Agrupación de Mujeres Antifascistas, fue detenida durante la huelga general de 1933, encarcelada en 1935 y, tras la guerra, ingresada de nuevo en Ventas en diciembre de 1939. Su compañero, Eugenio Mesón, fue fusilado en julio de 1941. Juana logró visitarlo en la cárcel de Porlier haciéndose pasar por su hermana.
En 1947 fue arrestada de nuevo y condenada a muerte. Coincidiendo con la visita de Eva Perón a Madrid, su pena fue conmutada a 30 años de cárcel. Recorrió las prisiones de Málaga, Guadalajara, Segovia y Alcalá. En enero de 1949 participó en una huelga de hambre en Segovia. Fue liberada en 1961 (Montes Salguero, Las Voces, carceldeventas.org).
Ya en el exilio en París, se vinculó al movimiento feminista. En 1967 terminó el manuscrito de Desde la noche y la niebla. Mujeres en las cárceles franquistas, que no pudo publicarse hasta 1978 (Editorial Planeta). En la Transición fue secretaria del Frente de Mujeres de la ORT y candidata al Senado en 1977; en 1979 se presentó al Congreso por el PCE. Murió en 2003.
“Desde la noche y la niebla salimos, y aquí estamos. Que nadie diga que fue en vano” (Desde la noche y la niebla, Juana Doña, Ed. Planeta, 1978, p. 17).
Contra el olvido: justicia feminista para la memoria
La cárcel de Ventas fue demolida en los años setenta. En su solar se levantan hoy bloques de viviendas, sin ninguna placa ni señal visible de lo que allí ocurrió. Pero la desaparición física del lugar no ha borrado la memoria de quienes lo vivieron. Sus testimonios siguen vivos en libros, documentales y archivos, gracias al trabajo de historiadores, investigadoras y militantes de la memoria democrática.
Nieves Torres y Juana Doña representan dos caminos distintos —la pedagogía silenciosa de la resistencia y la militancia comunista y feminista— pero una misma lucha: la dignidad de las mujeres encarceladas por su compromiso político y social. Fueron miles. Sus nombres no están inscritos en monumentos, pero su legado y el de todas las víctimas de la época siguen desafiando al olvido.
Hoy, sus historias nos recuerdan que no hay democracia real sin memoria, y no hay memoria completa sin memoria feminista.
Fuente → diario-red.com
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