Los objetos que sobrevivieron a la guerra para contarnos lo que la historia calló
Los objetos que sobrevivieron a la guerra para contarnos lo que la historia calló / Parro Pantoja

El Centro Documental de la Memoria Histórica custodia pequeños objetos personales que resistieron al franquismo. Alfileres, chapas, botones y pulseras que narran vidas truncadas por la guerra, la represión o el exilio

En las vitrinas del Centro Documental de la Memoria Histórica no solo se conserva papel. Allí, custodiados con la misma delicadeza que una carta manuscrita o una sentencia de muerte, reposan objetos que pertenecieron a quienes vivieron —y sufrieron— los años más convulsos del siglo XX en España. Son piezas mínimas, discretas: una chapa, un cinto, un alfiler. Pero en ellas habita algo que ninguna fotografía puede capturar del todo: el peso emocional de lo vivido, lo perdido, lo recordado.
 

La memoria histórica no está solo en los archivos, en los testimonios o en las leyes que buscan repararla. También vive en lo que se llevó al pecho, en lo que se escondió bajo la ropa, en lo que se sostuvo entre los dedos. En lo que se pudo salvar cuando no quedaba casi nada. Esta crónica propone un recorrido emocional e histórico por diez objetos conservados en el archivo del Estado. Cada uno de ellos encierra una historia de lucha, dignidad o pérdida. Pero todos tienen algo en común: son rastros materiales de vidas interrumpidas por la guerra, la represión y el exilio.

1. Alfiler de corbata comunista (1931–1939)

CDMH. Signatura OBJETOS,342 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,342 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Un objeto minúsculo, pero cargado de significado. Este alfiler, diseñado para sujetar una corbata, esconde el símbolo de una militancia prohibida. Durante la Segunda República, y con mayor peligro aún en los años de la guerra y la represión posterior, portar un distintivo comunista podía equivaler a firmar una sentencia. Pero también era una forma de reafirmar la identidad política en medio de la clandestinidad.

Suponía el compromiso con una causa que no era abstracta: la defensa de los trabajadores, la transformación radical de la sociedad, la lucha contra el fascismo. El portador de este alfiler no era un espectador de la historia, sino un protagonista. El metal oxidado que hoy se conserva en los archivos es testigo de un coraje íntimo que desafió al silencio impuesto.

2. Cenicero con forma de estrella de cinco puntas (1900)

CDMH. Signatura OBJETOS,279 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,279 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Aunque data de principios de siglo, este cenicero ya contiene los elementos simbólicos que décadas después serían emblema de la izquierda internacional: la hoz y el martillo, la estrella roja, el sol naciente. Está decorado con las siglas “CVRSO”, “JSR” y “VI”, que probablemente correspondan a agrupaciones socialistas o juveniles.

Más allá de su funcionalidad, este objeto revela cómo el ideal revolucionario impregnaba incluso la vida cotidiana. Imaginemos un escritorio lleno de papeles, una reunión en casa, un cigarro compartido entre camaradas. Cada ceniza que caía dentro de esta estrella era también una chispa de debate, organización y conciencia política.

3. Chapa de las Milicias Socialistas (1936–1939)

CDMH. Signatura OBJETOS,365 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,365 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Con el emblema del PSOE y la inscripción “Milicias Socialistas”, esta chapa de latón dorado era un símbolo de orgullo y también de exposición. Las milicias nacieron al calor del golpe militar de julio de 1936, en defensa de la República. Su existencia fue, desde el primer momento, una declaración de urgencia: el pueblo armado frente al fascismo.

Esta insignia no solo identifica a su dueño como combatiente: lo identifica como miembro de un grupo político, ideológico, emocionalmente comprometido con la causa republicana. El hecho de que se haya conservado intacta sugiere que no se perdió en combate, sino que fue retirada, quizá con dolor, cuando el exilio o la prisión se impusieron. La chapa es también una huella de derrota, pero no de rendición.

4. Chapa de Solidaridad Internacional Antifascista (1936–1939)

CDMH. Signatura OBJETOS,393 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,393 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Sobre un globo terráqueo se cruza una espiga. Las iniciales SIA evocan la red de apoyo internacional a la República española. La Solidaridad Internacional Antifascista, activa durante toda la contienda, canalizó ayuda humanitaria y política a través de brigadas, asociaciones, organizaciones obreras y partidos de izquierda.

La insignia que alguien llevó prendida en su ropa fue testigo de la esperanza en una fraternidad global. En ella resuena la idea de que el antifascismo era una lucha compartida más allá de las fronteras. Hoy, cuando el internacionalismo parece olvidado, esta chapa recuerda que miles de personas cruzaron el mundo para defender una causa que no era solo de los españoles.

5. Cinto con el escudo de Madrid (1931–1939)

CDMH. Signatura OBJETOS,959 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,959 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Un cinto de seda morada y piel blanca. En el centro, bordado con precisión, el escudo republicano de la ciudad de Madrid. No es un objeto militar, pero sí profundamente simbólico. Entre 1936 y 1939, Madrid se convirtió en la capital del antifascismo europeo. Sitiada, bombardeada, aguantó más de dos años de cerco franquista sin rendirse.

Este cinturón pudo pertenecer a un funcionario del Ayuntamiento, a una miliciana del 5º Regimiento, o a un maestro comprometido con la enseñanza laica. No sabemos su historia concreta, pero su sola existencia remite a una ciudad heroica, convertida en símbolo de resistencia y dignidad frente al totalitarismo.

6. Gemelo o botón masónico (1920–1939)

CDMH. Signatura OBJETOS,345 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,345 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Los masones fueron uno de los colectivos más perseguidos por el franquismo. Este pequeño botón metálico, con grabados simbólicos reconocibles por los iniciados, es uno de los escasísimos objetos personales que se han conservado de esa red secreta de pensamiento ilustrado.

El régimen los acusaba de conspirar contra “la unidad de España” y los señalaba como responsables de la decadencia moral del país. Quien llevaba este gemelo no solo se exponía a la delación, sino que afirmaba una fe en la razón, en el progreso, en la fraternidad. Su tamaño no supera el de una moneda, pero su historia pesa como una enciclopedia.

7. Insignia de alfiler con el barco Komsomol (1937)

CDMH. Signatura OBJETOS,437 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,437 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

El Komsomol era una organización juvenil soviética. Esta insignia, con forma de buque y detalles en rojo, representa probablemente al navío homónimo que transportaba ayuda a la España republicana. Con la estrella roja y una inscripción en cirílico, condensa el vínculo ideológico entre la URSS y la República.

Este objeto refleja no solo la dimensión internacional del conflicto, sino también el modo en que la ayuda soviética fue vivida como salvación, pero también como sometimiento. El barco Komsomol trajo alimentos, medicinas, armamento… y también una forma de entender el mundo. La insignia guarda esa doble lectura: solidaridad, pero también dependencia.

8. Pulsera de identificación número 9298 (1900–1939)

CDMH. Signatura OBJETOS,338 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,338 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Una correa de cuero, una chapa metálica, un número. El 9298. No hay más información. No hay nombre, ni procedencia, ni fecha exacta. Pero todo está contenido ahí: la despersonalización, la violencia burocrática, la transformación del ser humano en dato.

Esta pulsera pudo haber sido usada en un campo de concentración, en una prisión militar, en un hospital psiquiátrico. En cualquier espacio donde la persona desaparece y solo queda el cuerpo numerado. Conservada casi intacta, hoy nos interroga con una fuerza sorda: ¿quién fue el 9298?, ¿qué historia desapareció tras ese número?

9. Trofeo de fútbol de la 112.ª Brigada (1938)

CDMH. Signatura OBJETOS,281 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,281 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Grabado con precisión: “112 BRIGADA / EL COMISARIO / AL CAMPEÓN DE / FOOT-BALL / 1938”. Es una copa de latón, con tapa. Un trofeo en plena guerra.

A veces olvidamos que los soldados también eran personas: jóvenes que jugaban al fútbol en las horas muertas, que organizaban campeonatos en los descansos del frente. Esta copa demuestra que hubo lugar para la alegría incluso en el abismo. Que resistir no era solo empuñar un fusil: también era pasar el balón, celebrar un gol, reír. Aunque fuera la última vez.

10. Insignia con el retrato de Alcalá Zamora (1931–1939)

CDMH. Signatura OBJETOS,444 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
CDMH. Signatura OBJETOS,444 - PARES (Portal de Archivos Españoles)
 

Redonda, esmaltada, con el rostro de Niceto Alcalá Zamora y la fecha del 14 de abril de 1931: el día en que se proclamó la Segunda República. La insignia es un relicario político. Quien la llevó participó de aquella esperanza, de aquel sueño de modernización, justicia social y secularización del Estado.

Tras el golpe, estas insignias fueron prohibidas. Muchas se enterraron, otras se rompieron, algunas —como esta— sobrevivieron escondidas en cajones, cosidas en forros, guardadas como último recuerdo de un país que pudo haber sido y no fue.

Una historia escrita en lo que cabe en un bolsillo

Estos objetos no tienen voz. Pero si los escuchamos con atención, nos susurran la historia que el franquismo quiso hacer desaparecer. No son grandes documentos, ni obras de arte. Son huellas. Rastros. Y por eso mismo, fundamentales. Porque sin ellos, la memoria sería apenas una narración sin cuerpo.

Contar la historia a través de estas pequeñas cosas es también una forma de justicia. De devolver nombre, vida y dignidad a quienes la historia quiso borrar. De hacer que el pasado no se quede quieto, sino que nos acompañe, como un alfiler sujeto a la solapa.


Fuente → diario-red.com

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