‘El Quico’: la última voz del maquis
‘El Quico’: la última voz del maquis
E.M. | J.C.
 
Con un siglo de vida, el guerrillero berciano encarna la memoria viva de la resistencia antifranquista | ERC pide al Gobierno que reconozca oficialmente a los dos últimos combatientes del maquis: El Quico y Esperanza Martínez.
 
Francisco Martínez López, más conocido como El Quico, es mucho más que un nombre en la historia del maquis. Es el último testigo vivo de una guerrilla que resistió al franquismo desde la clandestinidad, el exilio y la violencia soterrada de los montes del norte peninsular. Nacido en Casas Raras (El Bierzo) en 1925, El Quico fue condenado a muerte con solo 20 años, vivió catorce años de lucha armada y clandestina, y desde hace décadas, lleva sobre sus hombros la tarea de mantener viva la memoria de los olvidados.
 

Con un siglo de vida, su voz resuena con lucidez, ironía y firmeza. Lo demuestra en una entrevista concedida hace unos meses al diario Público, donde no duda en señalar: “El guerrillero es un combatiente que pertenece a una organización que es del pueblo. Si se defiende una causa y no hay una sociedad que la apoye, no tiene sentido esa lucha”. Es esa dimensión social, más allá de la épica bélica, lo que define su visión del maquis: una red popular de resistencia tan invisible como necesaria.

“No estábamos en el monte, estábamos en la sociedad”
 

La imagen romántica o despectiva del guerrillero como un fugitivo asilvestrado en el monte es una deformación contra la que El Quico combate con cada palabra. “Eso del monte es otra de las deformaciones. Nosotros no estábamos en el monte; estábamos en la sociedad, en las casas de la gente, del pueblo”, recuerda con énfasis.

En su memoria hay espacio para los nombres y rostros de quienes les ofrecieron cobijo y comida. “Sin las mujeres, el movimiento no hubiera durado. Las mujeres eran las guerrilleras del llano”, subraya. También recuerda cómo la red de apoyo incluía incluso a miembros de la Guardia Civil, curas o antiguos falangistas que, con el paso de los años, cambiaron de bando.

Una resistencia organizada con raíces populares

El movimiento guerrillero no fue espontáneo ni aislado. En 1942, en la provincia de León, se fundó la Federación de Guerrillas León-Galicia, que estructuró la lucha en células coordinadas, con estrategia política y recursos limitados. “La guerrilla sin una red popular no era posible”, sentencia Martínez.

Aquella resistencia clandestina, formada por comunistas, anarquistas, socialistas y republicanos de diferentes signos, estaba profundamente vinculada al entorno rural que la sustentaba. “Era el pueblo quien nos salvaba y quien pagaba el precio. Recuerdo cómo asesinaron a dos chicos de 19 y 21 años por haber escondido a mi grupo durante un cerco de catorce horas con más de cien guardias civiles”, narra con dolor.

El exilio, la militancia y la memoria

En 1952, El Quico se exilió en Francia, donde sufrió prisión por negarse a combatir en la guerra de Indochina bajo bandera francesa. “Allí nos hicieron la vida imposible, querían combatientes extranjeros porque los franceses no querían ir”, explica. Ya en libertad, trabajó en distintos oficios, desde la metalurgia hasta la industria química, y acabó desempeñando un papel clave en el Partido Comunista en el exilio. Fue uno de los fundadores de Iberia Cultura, una asociación de emigrantes que luchaba por la memoria democrática.

Volvió a España en 1977, con la amnistía, y desde entonces no ha dejado de participar en iniciativas de recuperación histórica. Hoy forma parte de la Asociación Archivo Guerra y Exilio, desde la que sigue denunciando el olvido institucional hacia quienes resistieron al franquismo.

Una proposición para reparar una deuda histórica

El pasado mes de julio, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) registró en el Congreso una proposición no de ley con la que pide al Gobierno de Pedro Sánchez el reconocimiento inmediato de Francisco Martínez López y de la conquense Esperanza Martínez García, los dos últimos guerrilleros antifranquistas con vida.

La iniciativa reclama otorgarles “honores públicos e institucionales, la máxima distinción civil y el reconocimiento de su condición militar para poder acceder a posibles pensiones”. También pide garantizarles una vida digna con apoyo económico y sanitario, y reconocerles como víctimas del franquismo.

Además, el texto insta al Ejecutivo a “centralizar y hacer accesibles los archivos sobre la guerrilla” y a impulsar un programa de recuperación de su memoria. Como señala ERC, se trata de “saldar una deuda histórica y preservar el legado de quienes resistieron la dictadura”.

“Ahora quedan muy pocos como el mío”

“Quedamos muy pocos como yo”, lamenta El Quico. Pero mientras su voz siga resonando, el eco del maquis no desaparecerá. En su figura confluyen la lucha, la pérdida, el exilio y la dignidad de quienes no aceptaron el silencio. Su historia, como él mismo reclama, no debe caer en el olvido ni ser reducida a caricaturas de bandoleros. Fue un movimiento político, humano, con rostro y con raíces.

En un país que aún batalla con su memoria, reconocer a Francisco Martínez no es solo un acto de justicia: es una lección de historia que urge contar en las aulas, en las instituciones y en la conciencia colectiva.


Fuente → heraldodeleon.es

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