Memorias para combatir el silencio
Memorias para combatir el silencio 
Mikel Castrillo Urrejola

Con el título “Memorias de un silencio”, su autora, Fátima Diez, nos relata la historia de un superviviente de ese 26 de abril de 1937, día en el que la aviación nazi arrasó con la villa vasca de Gernika, y del que el mundo tuvo noticias gracias a que hubo algunos periodistas extranjeros que fueron testigos directos de lo sucedido…

Estamos viviendo un tiempo en el que en la vieja Europa la amnesia se ha apoderado de las mentes de gran parte de sus ciudadanos. Nos vemos inmersos en un proceso de blanqueamiento del fascismo en sus diferentes versiones, y lo que es más grave, de sus crímenes. Es preocupante ver cómo hay personas que están abrazando y ensalzando dictaduras que no han llegado a conocer, regímenes que a lo largo del siglo XX arrasaron con todo. Sin ir más lejos, el akelarre fascista que se ha vivido hace unos días durante el pregón de las fiestas de la localidad zaragozana de Utebo, o ver a adolescentes a la salida del colegio o universidad cantando el cara al sol, tan sólo son un botón de muestra que no nos debería dejar indiferente a nadie.

Ante esta ola reaccionaria, no cabe otra que combatirla y luchar contra el olvido, recuperando la historia con mayúsculas, esa que quieren blanquear, la de los campos de concentración, los bombardeos indiscriminados a la población civil, las ejecuciones, la utilización de prisioneros como esclavos en pleno siglo XX para realizar obras y enriquecerse las dictaduras y sus amigos oligarcas. Pero también hay otras historias, esas que los protagonistas son personas anónimas y que son imprescindibles para tener otra perspectiva, son relatos que pasan de pertenecer a esas personas y familias para formar parte de una historia colectiva, lo que Jonathan Martínez define en su ensayo La Historia Oficial como “detrás del yo siempre se esconde un nosotros”.

Claro, para recuperar esas pequeñas historias y que pasen a formar parte de todos nosotros, en muchos casos hay que romper muchas barreras. Una de ellas es el miedo, porque es un denominador común entre las personas que han sufrido la represión y/o la violencia de regímenes dictatoriales, pues los traumas son tan grandes que son incapaces de romper esa losa. Ese miedo trae consigo la sombra del silencio para no remover recuerdos y sufrimientos. No es un silencio cómplice, sencillamente es ese terror del que Naomi Klein nos habla en La doctrina del shock Seguir leyendo en el blog LQS del autor

 


Fuente → loquesomos.org

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