Catolicismo, vergüenza y silencio: la herida compartida de las mujeres en Irlanda y la España franquista
Catolicismo, vergüenza y silencio: la herida compartida de las mujeres en Irlanda y la España franquista / Lucía Rubio

Foto de la fachada de una lavandería de la Magdalena en Irlanda. Imagen cedida por Caelainn Hogan.

Durante décadas, la Iglesia, el Estado y la sociedad irlandesa perpetraron un sistema represivo de control y castigo sobre miles de mujeres y sus bebés, basado en la vergüenza y el secretismo. Así lo documenta Caelainn Hogan en La república de la vergüenza, donde denuncia cómo este entramado de instituciones, que se cobró la vida de alrededor de 9.000 bebés, trataba a las madres solteras como criminales, las despojaba de sus hijos e hijas y las condenaba a la marginación social.

En su libro, la periodista irlandesa profundiza en cómo este arraigado sentido de la vergüenza, transmitido de generación en generación, sigue resonando en la actualidad. A través de testimonios de víctimas de esta violencia eclesiástica y estatal, Hogan explora cómo la sexualidad femenina fue silenciada por el catolicismo.

La autora traza paralelismos con la represión institucionalizada vivida en España durante el franquismo. Ambos países, señala Hogan a Efeminista, comparten una cultura del silencio que impide cerrar las heridas del pasado y que sigue afectando a las personas más vulnerables en la actualidad.  

Catolicismo, vergüenza y silencio

P- ¿Cómo operaron la Iglesia, el Estado y la sociedad civil para mantener este sistema de control y castigo sobre las mujeres durante tanto tiempo?

R- Este sistema de control se mantuvo gracias a la vergüenza. La vergüenza se imponía a madres e hijos, a través de la autoridad represiva de la iglesia y mediante la legislación estatal. La Iglesia y el Estado trataban a las madres como criminales por tener relaciones sexuales y quedar embarazadas fuera del matrimonio, incluso en casos de abuso o cuando eran solo niñas.

Los niños que eran legalmente "ilegítimos" hasta 1987, según la ley, eran enviados de institución en institución si no eran adoptados o "acogidos". También eran explotados para trabajo gratuito. Sabemos que alrededor de 9.000 niños murieron en las instituciones para madres y bebés. Todavía hoy hay muchas madres que nunca han contado a sus seres queridos más cercanos que fueron enviadas a las instituciones y que tuvieron un bebé fuera del matrimonio, incluso si están buscando secretamente a su hijo.

Mientras escribía este libro, descubrí que la última institución para madres y bebés solo cerró sus puertas en 2006, cuando yo era una adolescente. Ese peso del silencio ha traumatizado a generaciones de irlandeses e irlandesas, y ninguna familia ha quedado al margen de este estigma.

Foto de un memorial a las víctimas en Irlanda. Imagen cedida por Caelainn Hogan.

La sexualidad femenina como amenaza

P- En el libro describe cómo la sexualidad femenina era percibida como una amenaza. ¿Por qué era tan importante para la Iglesia silenciarla?

R- Las madres que se quedaban embarazadas fuera del matrimonio y sus hijos eran la prueba física de que la gente iba en contra de la autoridad de la Iglesia y de un Estado irlandés que era, de facto, una teocracia.

El colonialismo británico sentó las bases de estas instituciones a través de sus hospicios, que institucionalizaban a las personas pobres y marginadas. Pero el recién independizado Estado irlandés quería configurarse como una nación católica. Utilizó estos hospicios vacíos para hacer desaparecer a las mujeres y niñas embarazadas que amenazaban su imagen ideal.

El legado de estas instituciones, que todavía hoy afecta a muchas personas, debería hacernos cuestionar sistemas de institucionalización similares que estamos normalizando hoy. Seguimos haciendo desaparecer, silenciando y explotando a personas marginadas por las desigualdades en nuestra sociedad.

Irlanda y España, una herida compartida

P- Menciona paralelismos con el caso español. ¿Cree que ambos países comparten una cultura de represión institucionalizada?

R- Creo que ambos países experimentaron un régimen orquestado por la Iglesia y el Estado que ejerció poder a través de la vergüenza y la represión. Si bien en España se le llamó dictadura, nunca nombramos la teocracia de facto en Irlanda por lo que era.

El Estado irlandés investigó estas instituciones, aunque el proceso fue defectuoso. Un miembro de una organización de supervivientes que asistió al lanzamiento del libro en Madrid habló de cómo todavía están luchando por cambios legislativos, investigación y justicia. Puede haber solidaridad internacional para pedir cuentas a la Iglesia Católica por su papel en estos crímenes tanto en Irlanda como en España y más allá.

El poder católico en las escuelas

P- ¿Hasta qué punto la Iglesia sigue ostentando poder en las instituciones públicas de Irlanda hoy en día?

R- Poco menos del 90% de nuestras escuelas primarias siguen bajo el patrocinio y control de la Iglesia católica, a pesar de que son financiadas con fondos públicos. Las órdenes religiosas que dirigían instituciones que explotaron y abusaron de miles de personas siguen recibiendo dinero público para controlar muchos aspectos de nuestros servicios sociales. Al mismo tiempo, gestionan conglomerados de salud privados y poseen activos por valor de millones de euros.

Existe una organización llamada Education Equality Ireland que aboga por que la educación se desvincule de la Iglesia y comparte relatos diarios de madres, padres y profesorado que muestran cómo la jerarquía católica todavía intenta influir en la educación.

Foto de Caelainn Hogan en la presentación de su libro 'La República de la Vergüenza' en Madrid. Imagen cedida por la autora.

Criminalización de la pobreza

P- ¿Existen hoy en Irlanda formas modernas de exclusión o castigo hacia las madres vulnerables?

R- Me convertí en madre hace poco más de un año sin estar casada con el padre de mi hijo, y es surrealista pensar que, durante mi vida, las madres eran enviadas a instituciones y separadas de sus bebés por no estar casadas. Aunque yo nunca he experimentado ningún estigma por ser una "madre soltera", ese estigma definitivamente existe. Sigue siendo utilizado como arma contra las madres de comunidades marginadas, las madres sin hogar, o madres racializadas, entre otras, que todavía sienten la amenaza de la separación forzada de sus hijos.

Las instituciones religiosas que separaban a las madres de sus hijos y encerraban a las mujeres en lavanderías lo hicieron también por interés económico para aquellos en posiciones de poder político y social, quienes veían a las familias vulnerables como una posible carga para el contribuyente. En lugar de proporcionar apoyo económico a madres solteras y familias marginadas, optaron por encarcelarlas y explotarlas. Mientras, les quitaban a sus hijos, a menudo por donaciones de parejas casadas "respetables".

Hoy en Irlanda hay sacerdotes y políticos que han dicho que traerían de vuelta instituciones como las de madres y bebés como alternativa al aborto, que se legalizó en 2018. Así que ya hay fuerzas tratando de revertir nuestros derechos reproductivos.

Responsabilidades pendientes de la Iglesia

P- ¿Con la llegada del nuevo papa, ¿cree que la Iglesia está más cerca de asumir su responsabilidad en cuanto a los abusos cometidos?

R- Cuando el papa Francisco celebró misa en Dublín, pidió perdón por los abusos cometidos en Irlanda. Sin embargo, no deberían ser las personas sobrevivientes quienes carguen con la responsabilidad de perdonar. Es la Iglesia la que debe asumir plenamente su responsabilidad, garantizar justicia y contribuir de forma real a la reparación. Se necesita una rendición de cuentas a nivel internacional por los abusos sistémicos en instituciones religiosas, las adopciones ilegales, el tráfico transfronterizo de niños y la explotación de mujeres y menores.


Fuente → efeminista.com

banner distribuidora