«Análisis del nefasto legado franquista y posible búsqueda de una nueva identidad política para la derecha española»
«Análisis del nefasto legado franquista y posible búsqueda de una nueva identidad política para la derecha española»  Julián Blanco

Desde la muerte de Francisco Franco en 1975, la derecha en España ha navegado por un complejo mar de transiciones y adaptaciones. Recordemos a Fraga bañándose en Palomares y años más tarde votando la Constitución parte de su bancada.

La construcción de la democracia en el país no solo ha implicado la inserción de nuevos ideales y valores, sino también la reconfiguración de las fuerzas políticas que, históricamente, han sostenido un legado cargado de autoritarismo y represión como eran Alianza Popular y Fuerza Nueva, ambos regidos por Ministros Franquistas.

La derecha, que en su mayoría incluye a partidos como el Partido Popular y Vox, ha adoptado una fachada democrática, pero sus raíces continúan entrelazadas con un pasado franquista que la ciudadanía moderna ha aprendido a cuestionar y rechazar.

Es esencial reconocer que, para una parte significativa de la ciudadanía española, la exhibición explícita de gestos y discursos fascistas por parte de estas fuerzas conservadoras sería inaceptable.

La memoria histórica y las repercusiones del franquismo han tejido un punto de vista crítico respecto a cualquier manifestación que sugiera un retorno a la opresión del NO al Aborto y el autoritarismo contra los movimientos LGTB.

De haber adoptado un discurso abiertamente fascista, las instituciones políticas de la derecha se habrían visto condenadas a un rechazo categórico que podría haber dado lugar a un nuevo orden político más moderado y democristiano, capaz de canalizar efectivamente los anhelos de una sociedad en búsqueda de inclusión y modernidad.

Sin embargo, la derecha actual, heredera de aquellos tiempos oscuros, ha mostrado una resistencia notable ante la aparición de alternativas más centristas o democristianas.

La preocupación no es infundada: la posibilidad de que una nueva derecha, más moderada y alineada con los valores democráticos y humanitarios, pueda desplazar a un sector que se aferra a una visión rígida de «Una, Grande y Libre», genera un sentido de inseguridad. Esta insistencia en el pasado revela una mentalidad anacrónica que no solo es problemática, sino que también pone en entredicho la capacidad de estos partidos para adaptarse a las demandas de una sociedad en constante cambio.

La necesidad de una nueva narrativa política que aborde los desafíos contemporáneos es imperiosa. Mientras que la derecha franquista teme su desbordamiento, la ciudadanía anhela una representación que fomente el diálogo y la reconciliación, libre de los lastres del pasado. La idealización de un España unificada y monolítica, encapsulada en el lema franquista, contradice el mosaico plural que caracteriza a la nación hoy. La diversidad en sus regiones, culturas y opiniones debería ser un punto de fortaleza, no de debilidad.

En definitiva, la derecha en España enfrenta un dilema existencial. Su miedo a perder el espacio político que han mantenido desde la transición democrática les obliga a sostener una narrativa y una ideología que hoy parecen desfasadas.

Mientras la ciudadanía abraza la complejidad y la pluralidad, la derecha debe considerar una evolución que le permita redistribuir su papel en una democracia viva y dinámica. Solo a través de este tránsito podrá realmente superar las sombras de un pasado que, aunque presente, no debe definir el futuro de un país que sigue buscando su identidad en la modernidad.

Julián Blanco, colaborador de La Mar de Onuba, es jardinero y fotógrafo, activista social y ecologista


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