Los fantasmas del franquismo
Los fantasmas del franquismo
Geoffroy Huard 
 
En este año de conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Franco por el gobierno socialista, debemos saludar la publicación de la obra de Sophie Baby y agradecer a la editorial La Découverte, ya que las obras sobre la historia de España son escasas en Francia [ 1 ] . España, en efecto, suele estar ausente de los debates públicos, salvo para referirse a los importantes y numerosos avances sociales producidos en los últimos veinte años, en particular las leyes contra la violencia machista y las de derechos LGTB que sitúan a este país como pionero a nivel mundial. Por otra parte, en Francia es muy raro oír hablar de «   memoria histórica   », es decir, de la memoria de las víctimas de la guerra civil y de la dictadura franquista, mientras que en España es un tema de gran actualidad. No pasa un día sin que un periódico o un canal de televisión informe sobre las exhumaciones de fosas comunes de las más de 150.000 víctimas, que se calcula que todavía hoy se producen en pozos, zanjas, bajo las carreteras o en otros lugares. [ 2 ] . Quizás el caso más famoso sea el del poeta Federico García Lorca, asesinado por los golpistas al comienzo de la Guerra Civil en el verano de 1936 y cuyo cuerpo aún no ha sido encontrado a pesar de numerosas búsquedas casi 90 años después de la guerra y 45 años después del regreso de la democracia. 

¿Cómo es posible que todavía haya gente nostálgica de Franco y de la dictadura y que éste no haya sido juzgado en un país considerado un modelo de democracia   ? De hecho, a pesar del regreso de la democracia en 1982, los crímenes cometidos durante la guerra civil y la dictadura nunca han sido juzgados. Franco tampoco fue juzgado, y éste es un debate recurrente en la esfera pública española, que tiene sus fervientes defensores pero también –y esto no dejará de sorprender al lector francófono– sus detractores. Es esta “paradoja española” la que cuestiona la historiadora Sophie Baby. Para responder a esta pregunta, el autor ha examinado durante muchos años fuentes muy diversas y variadas: entrevistas, documentos de partidos y sindicatos, gobiernos, instituciones nacionales e internacionales, archivos de asociaciones, correspondencia, archivos privados de actores, en España y Francia (los países de exilio de la mayoría de los refugiados).

Contra la lectura presentista de la transición

Cabe recordar que desde la victoria de los socialistas en las elecciones legislativas de 1982, la transición ha sido considerada el mito fundador de la democracia gracias a la “reconciliación” entre los vencedores y los vencidos de la guerra civil casi 40 años después del conflicto. Esta reconciliación está simbolizada por la ley de amnistía de 1977, que permite el regreso de los exiliados políticos y la liberación de la cárcel de los convictos políticos, pero también permite la amnistía de personas que cometieron crímenes durante la guerra civil y la dictadura. Es por esta razón que esta historia de reconciliación ejemplar ha sido criticada desde el surgimiento de los movimientos sociales en la década de 2000 que luchan por “la recuperación de la memoria histórica”. De hecho, el consenso se ha roto desde la exhumación de miles de fosas comunes. Sophie Baby rastrea esta “irrupción del pasado en el espacio público”. Frente a la actual lectura presentista “saturada de emociones”, el autor muestra que la ley de amnistía fue sólo un primer paso hacia la reparación, y no un obstáculo como se considera hoy. Vino para cerrar el pasado y establecer la democracia. Al historicizar esta famosa y muy difamada ley de amnistía, el autor muestra que la amnistía mutua era un paso necesario para garantizar la paz. De hecho, cuarenta años después del fin de la guerra, un simple retorno a lo que existía antes de la dictadura no era posible. Todas las instituciones estaban dirigidas por franquistas. La izquierda había renunciado pues al restablecimiento de una república y el Partido Comunista Español aceptaba la monarquía a cambio de su legalización en abril de 1977. En un contexto incierto y violento, la ley de amnistía parecía pues necesaria a los actores para fundar la democracia y salir de la guerra.

Por otra parte, y esta es una aportación importante del libro de Sophie Baby, la transición no fue un freno a favor de los vencidos como se considera hoy. La cuestión de las reparaciones, por ejemplo, fue un tema importante. Entre 1975 y 1982 y después, a partir del boom de los años 2000, se tomaron muchas medidas restaurativas en favor de los vencidos, pero ninguna medida punitiva. El autor vuelve sobre las diferentes medidas adoptadas: la restitución de situaciones profesionales y sociales conocidas como “depuración”   ; la restitución de los bienes sindicales en 1986 y de los bienes políticos en 1998, aunque en general se descartó la restitución de la propiedad. También vuelve a la cuestión de la reparación a los antiguos presos y de las prácticas memoriales locales para remediar las injusticias del pasado. También entre 1978 y 1980 se produjeron exhumaciones en pueblos, por lo que no comenzaron en el año 2000, como a menudo se cree. Además, esta idea de reconciliación sin juicio a los criminales no era compartida por todos. Los intelectuales exiliados eran hostiles a la reconciliación y querían juzgar a los criminales. Por ejemplo, hubo dos intentos de establecer un tribunal internacional para España en 1972 desde los sindicatos de la oposición y en 1978 desde el exilio, porque la solidaridad internacional todavía era importante. Baby exhuma algunas fuentes para demostrar que la amnistía no fue un consenso y, sobre todo, que la cuestión de las indemnizaciones sí fue considerada.

Demandas de criminalización ante la ola del recuerdo

Además, Sophie Baby destaca una inversión de la situación a finales de los años 1990. España salió en apoyo de Chile y Argentina contra las dictaduras del Cono Sur, en particular gracias a la izquierda española. La famosa detención de Pinochet por el juez Baltasar Garzón en 1998 es el ejemplo más significativo. Sin embargo, destaca una “incongruencia”. ¿Se pudo juzgar a Pinochet en nombre de la justicia universal, pero no a Franco en su propio país   ? Garzón lo juzgó en 2008. Consideró los crímenes cometidos como crímenes contra la humanidad, por tanto imprescriptibles, mientras que la ley de amnistía española los considera prescritos. La saga legal terminó con la suspensión del juez Garzón, y las víctimas recurrieron entonces a Argentina en nombre de la justicia universal.

Donde el trabajo es verdaderamente original es cuando Sophie Baby muestra que las demandas de reparaciones y criminalización no surgieron de la ola de memoria de los años 2000. En realidad, estas reivindicaciones existían desde la guerra, tanto en el exilio republicano como en la oposición interna, algo que había sido completamente olvidado por la historiografía. Por ejemplo, demuestra que el proyecto de ley de amnistía existe desde 1937, y por tanto no se esperó a 1977. Se vuelve así a los orígenes de la criminalización del franquismo desde la guerra hasta la justicia internacional en el siglo XXI. y siglo. Este trabajo nos permite romper con la visión binaria entre “tendencia amnistía” y “tendencia punitiva” que ha dominado desde los años 2000. Para ello, el autor reenfoca a España en el espacio euroamericano y en los debates memoriales y critica el mito de la España aislada, historicizando la cuestión de la criminalización y la reparación.

Para ello, analiza las acciones de solidaridad a escala internacional gracias a los exiliados en Francia, Reino Unido y América Latina frente a la propaganda franquista que criminaliza la república. Traza el interés de los demócratas a escala internacional por el destino de la democracia española, minada desde el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Analiza los tres grandes ámbitos de esta lucha contra el franquismo: en el plano humanitario, en el jurídico y en el político. También muestra la intensa batalla por la comunicación en España y más allá de sus fronteras entre los franquistas y los republicanos en el exilio. Hubo precursores de comisiones de la verdad ya en la década de 1940 para analizar posibles violaciones de derechos humanos. El intelectual David Rousset organizó un tribunal público en 1951 y la reconciliación siempre ha sido propuesta por los actores políticos en el exilio, por ejemplo el Partido Socialista desde 1957. El autor muestra que estas luchas han sido olvidadas para que los crímenes no queden impunes en favor del paradigma reconciliador desde la transición, si bien siempre ha existido con diferentes matices. Esta movilización por la reconciliación no sólo existió en el exilio republicano, existió también en España. Intelectuales como Ramón Menéndez Pidal, entonces director de la Real Academia, se movilizaron, por ejemplo, en 1959.

Reparación antes de la transición

Sophie Baby también destaca las desigualdades de trato entre los ganadores (celebrados) y los perdedores (en el mejor de los casos relegados). Los republicanos exiliados no fueron considerados víctimas del franquismo, pero quienes participaron en la Segunda Guerra Mundial fueron reconocidos como víctimas del nazismo. Hubo derecho a reparación e incluso a indemnización para los combatientes y deportados españoles de la Segunda Guerra Mundial gracias a las redes transnacionales y el autor pone algunos ejemplos.

Es más, Franco logró permanecer en el poder con gran habilidad a pesar de la presión internacional y de su apoyo a la Alemania nazi y a la Italia fascista. Esta habilidad estratégica frente al mito psicologizante del hombre solitario y aislado se restituye de forma precisa y documentada, lo que explica cómo fue capaz de gobernar España hasta su muerte. La historicización propuesta por Sophie Baby, por el contrario, restituye las complejas y múltiples estrategias puestas en marcha.

Es realmente difícil transmitir toda la riqueza de la obra de Sophie Baby. Pero no hay que dudar en decirlo: ¿ Juez Franco   ? es un gran libro que marcará un hito y que, sin duda, será traducido muy pronto en España.


Fuente → laviedesidees.fr

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