Joan March, el banquero que compró la guerra civil y el régimen franquista
Joan March, el banquero que compró la guerra civil y el régimen franquista / Manuel Medina

¿Cómo amasó su fortuna un magnate que comerció con la destrucción de su país? ¿Qué papel jugó Juan March en la caída de la República y el ascenso del franquismo? ¿Como pudo comprar y mantener controlada a la cúpula militar golpista que provocó la Guerra Civil?
La vida de Juan March, desde el contrabando hasta la financiación de la Guerra Civil, refleja la cara más brutal del capitalismo. Aliado del franquismo y Mussolini, su fortuna fue clave en el golpe de Estado de 1936. Descubre cómo se convirtió en el magnate más poderoso y controvertido de la historia contemporánea de España.
 
Juan March Ordinas (Palma de Mallorca, 4 de octubre de 1880 – Madrid, 10 de marzo de 1962) fue un banquero y magnate español cuya trayectoria encarna, con una crudeza difícil de igualar, la simbiosis entre el gran capital y la violencia política. Su figura, envuelta en una opaca nube de tráfico de

influencias, negocios turbios y astuta manipulación, alcanzó un papel estelar en la financiación del golpe de Estado de 1936 y la posterior Guerra Civil española.

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March no se limitó a ser un observador pasivo, ni un banquero prudente que ofrecía préstamos con garantías; por el contrario, se erigió en uno de los pilares económicos que sostuvieron la insurrección militar y facilitaron la consolidación del régimen franquista. Su biografía es el retrato de un capitalismo sin el más mínimo escrúpulo, construido sobre la miseria y el derramamiento de sangre de  una sociedad desgarrada.

Nacido en el seno de una familia de comerciantes, Juan March se adentró desde joven en el mundo de los negocios, acumulando una fortuna a base de contrabando de tabaco en el Mediterráneo, acuerdos encubiertos y sobornos a funcionarios corruptos. Con el paso del tiempo, fue puliendo su imagen, adentrándose en el sector financiero, hasta convertirse en uno de los hombres más ricos e influyentes de España.

LA FINANCIACIÓN DEL GOLPE DE ESTADO Y LA GUERRA CIVIL

Pero el capitalismo depredador que practicaba no se contentaba con la mera acumulación de capital: requería del control político para lograr una prosperidad sin límites. Por ello, cuando en 1936 un sector del Ejército, apoyado por fuerzas ultraconservadoras y fascistas, se sublevó contra el gobierno republicano, March no dudó en poner su fortuna y su ingenio financiero al servicio de la destrucción de la democracia republicana.

Uno de los aspectos más sórdidos de su implicación fue la financiación directa a los militares sublevados. Esta ayuda no se limitó a sumas puntuales; se trató de una red organizada de préstamos, suministro de divisas y gestiones secretas destinadas a garantizar que los mandos rebeldes dispusieran de los recursos necesarios para sostener su campaña bélica.

Conscientes de la importancia de salvaguardar la moral de sus oficiales, los conspiradores contaron con el auxilio de March para asegurar la manutención de las familias de los cabecillas de la insurrección. De este modo, mientras el país se desgarraba en el frente, las esposas e hijos de los militares golpistas, previamente ubicadas fuera del país,  podían mantener su nivel de vida gracias al oro y los créditos que March canalizaba hacia ellos. Este apoyo económico era, a su vez, un medio de chantaje sutil: al mantener a las familias de los conspiradores en condiciones acomodadas, asegurando así la lealtad de los oficiales y el compromiso inquebrantable con la causa rebelde.

ALIANZA CON EL FASCISMO: SUS CONTACTOS CON MUSSOLINI

Pero la obra maestra de su genio financiero consistió en tejer una densa red de contactos en la Italia fascista de Benito Mussolini. No era suficiente con el apoyo interno; la insurrección requería el respaldo de potencias extranjeras para garantizar su éxito. March, con su experiencia en el contrabando y su habilidad para eludir controles, se convirtió en pieza clave a la hora de conseguir el suministro de armamento, aviones y otros pertrechos militares provenientes de Italia.

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Estos acuerdos, sellados con la total complicidad del Duce, no solo engrosaron las filas del Ejército sublevado con material bélico de vanguardia, sino que incrementaron aún más el poder y la influencia del banquero mallorquín. De esta relación con el fascismo italiano, March sacó cuantiosos beneficios, consolidando su posición como intermediario indispensable en la maquinaria de guerra franquista.

La Guerra Civil dejó tras de sí un país en ruinas, campos asolados, ciudades destruidas y una sociedad fracturada. Sin embargo, para personajes como Juan March, el triunfo del bando nacional no fue una tragedia, sino una oportunidad. Bajo la dictadura de Francisco Franco, March se erigió en figura omnipresente del mundo económico español, beneficiándose de concesiones, privatizaciones y contratos ventajosos que iban surgiendo en el horizonte de la reconstrucción nacional. La paz de las fosas comunes resultaba sumamente rentable para el banquero: su influencia era solicitada en todos los ámbitos, desde la banca hasta la industria, pasando por el comercio exterior y la política financiera del régimen.

EL AUGE DE MARCH BAJO EL RÉGIMEN FRANQUISTA

Durante los años de posguerra, mientras miles de españoles sufrían la represión, el hambre y la censura, la fortuna de March continuó multiplicándose. El régimen franquista, necesitado de una base económica sólida, le ofreció un entorno perfecto para explotar su astucia y consolidar sus imperios financieros. Su papel no se limitaba únicamente a obtener beneficios directos; también fungía como un engranaje clave en la legitimación económica del régimen.

A través de sus fundaciones y su presencia en las élites financieras internacionales, contribuía a blanquear la imagen de la España franquista, presentándola como un destino muy  atractivo para la inversión extranjera, un país supuestamente estable y en crecimiento, gracias a las “sabias” políticas dictatoriales.

Detrás de la fachada del “hombre de negocios visionario” que algunos propagandistas del Régimen quisieron construir, se ocultaba un personaje voraz, dispuesto a sacrificar cualquier principio moral en nombre de la acumulación de riqueza y poder. Su implicación en la guerra, la manipulación del mercado, los sobornos, el trato con regímenes totalitarios y su respaldo incondicional a la dictadura lo convierten en un símbolo del capitalismo más sórdido, aquel que no duda en encadenarse a los aparatos represivos con tal de engordar sus arcas.

UN LEGADO MARCADO POR LA SANGRE

Cualquier intento de redactar una biografía que se limite a trazar una línea temporal de sus logros empresariales sería un ejercicio de cinismo, ya que la dimensión moral de su figura no puede ser obviada. El caso de March demuestra que, sin el sostén financiero de magnates dispuestos a financiar la violencia, la sublevación militar y el terror no habrían contado con tantos resortes para triunfar. Su complicidad, no solo en el suministro de recursos materiales, sino también en la creación de una atmósfera propicia para el enriquecimiento a costa de la muerte ajena, plasma cómo los intereses económicos pueden corroer los cimientos de una sociedad entera.

Así, la biografía de Juan March no es solo la historia de un banquero astuto; es el retrato de un hombre que supo, con descarnada habilidad, poner su talento financiero al servicio de la represión, el fascismo y el autoritarismo. Su legado, lejos de ser el de un filántropo o un visionario, es el de quien contribuyó, con monedas manchadas de sangre, a la destrucción de la España republicana y a la consolidación de una dictadura que durante décadas asfixió las libertades y los derechos de millones de personas.

En última instancia, Juan March encarna la máxima perversión del capital: un hombre que, con su influencia y su fortuna, no dudó en sembrar el dolor, asentar el terror y comprar las conciencias necesarias para que su fortuna siguiera creciendo en medio de la devastación nacional.

Un brevísimo esbozo biográfico como es este, no debería concluir sin recordar que el aporte de March a la Historia de España fue el  propio de un villano financiero, de un titiritero oscuro que, desde las sombras, manejó los hilos económicos de su mas grande  tragedia colectiva cuyas heridas, a ochenta años vista, continúan aún sin cerrarse en la memoria de este pueblo.

Fuentes consultadas:

- "El último pirata del Mediterráneo", por Manuel Benavides
 - "La irresistible ascensión de Juan March", por Bernardo Díaz Nosty
 - "Joan March, la cara oculta del poder", por Pere Ferrer Guasp

(*) Manuel Medina es profesor de Historia y divulgador de temas relacionados con esa misma materia.


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