Marcelino Domingo
Transcripción de Albert Portillo de un artículo de Marcelino Domingo a propósito de la debacle en las elecciones generales de marzo de 1914
En este artículo a propósito de la debacle en las elecciones generales de marzo de 1914, en que el mosaico de partidos de izquierda no logró más de 24 escaños de un total de 408, Domingo propone la actividad social y política frente a una actitud meramente contemplativa. Su campaña contra la guerra en 1917, a la par de sus encendidas llamadas a la movilización de campesinos y trabajadores la lucha social y sindical, son el mejor testimonio de la orientación pregonada en este artículo publicado en La Publicidad el 21 de abril de 1916.
Como consecuencia del desastre republicano de estas últimas elecciones algunos periódicos de Barcelona y de Madrid: El Progreso, en primera línea y El País incidentalmente resucitan la necesidad de la unión de todas las izquierdas, como base indispensable para librarse de las derrotas presentes y conseguir las victorias que se consiguieron en tiempos pasados.
Este es el mayor desastre. El de que el pueblo español en esta hora de angustia no haya abierto sus brazos a la República
¿Quiere oírse nuestra opinión sobre este tema? Estas elecciones han sido, en efecto, un desastre republicano. Se han perdido en Madrid tres puestos y sólo se han obtenido en Barcelona los dos puestos de minoría. Y no es este el mayor desastre. El mayor desastre está en no haber conseguido que el cuerpo electoral de toda España, amargado por la incapacidad manifiesta de los hombres de la monarquía, se haya rebelado contra los candidatos cuneros, buscando su representación en los partidos opuestos al Régimen. Porque si alguna vez el fracaso de la monarquía ha sido evidente, es este momento de ahora, en que obligados los pueblos; por las derivaciones de la guerra a hacer examen de sus valores, los valores de España —su cultura, su ejército, su agricultura, su economía…— no aceptan, por lo bajo, paralelismo con los de ningún otro pueblo europeo. Este es el mayor desastre. El de que el pueblo español en esta hora de angustia no haya abierto sus brazos a la República. El de que la República en esta hora trágica no haya sido una esperanza para España.
Nada de esto sería posible sin suscriptores
Pero, más a ras de tierra, nosotros queremos sacar sólo consecuencia de lo sucedido en Madrid y en Barcelona. Bien. En Madrid, la candidatura republicana ha obtenido menos sufragios que nunca. ¿Ha sido por falta de unión? No. En Madrid han ido unidos a los socialistas todos los republicanos; los radicales de Lerroux, los radicales de Soriano, los federales, los unionistas. Todos. Y todos unidos han obtenido una votación insignificante. Pablo Iglesias, cuya vida de apostolado merece una consagración, ha salido sexto lugar, después de todos los encasillados. Roberto Castrovido, cuya pluma de periodista ha sido lanza que ha formado en todas las causas de equidad y de nobleza, ha salido octavo lugar, después de unos nombres sin ningún valor social ni político. Ricardo Fuente, el escritor eruditísimo y Rodrigo Soriano, el mordaz parlamentario, han quedado vencidos, sin un puesto en el Congreso. Esto, en Madrid. ¿En Barcelona? En Barcelona ha habido dos candidaturas republicanas: la radical-nacionalista y la de reivindicación republicana. ¿Haciéndose daño la una a la otra? No. La candidatura radical-nacionalista no hubiera tenido más votos si hubiera dejado de presentarse la candidatura de reivindicación, quizá hubiera tenido menos votos, sí, de momento, atendiendo a las conveniencias electorales, los hombres de reivindicación le hubieran prestado su apoyo. ¿Ejemplos? En las primeras elecciones generales, las de 1914, en que radicales y nacionalistas se unieron, la candidatura de unión obtuvo menos votos que los que obtenían, separados, cada uno de estos partidos. Más de treinta mil votos obtuvo Lerroux, contra los nacionalistas, antes de 1914. Más de treinta mil votos obtuvo Corominas, contra los radicales, antes de 1914. Menos de treinta mil votos obtuvieron Giner de los Ríos y Corominas en 1914 cuando fueron unidos radicales y nacionalistas. La unión, pues, no sumó, sino que restó; no solidarizó las fuerzas republicanas, sino que las disgregó. El ejemplo de 1914, se repitió en las elecciones provinciales, donde se acentuó la baja de votos; se repitió en las elecciones municipales, teniendo en cuenta que en las elecciones provinciales y en las municipales, las fuerzas que constituyeron la candidatura de reivindicación existían ya, y ni en las elecciones provinciales ni en las municipales fueron a la lucha contra los radicales-nacionalistas. ¿Hubieran ahora aumentado un solo voto de la candidatura radical-nacionalista, absteniéndose de votar? No. ¿Le han restado un solo voto, luchando? Creo que no. Creo que los que han votado la candidatura de reivindicación se hubieran abstenido de votar si solamente hubiera habido la candidatura radical-nacionalista. Se hubieran abstenido de votar como aun se han abstenido en Barcelona en estas elecciones pasadas más de treinta mil electores republicanos.
Hemos de ser ya una esperanza todos los que nos unimos para que unidos el pueblo se decida a venir con nosotros
Digámoslo fuerte. El estado actual del republicanismo español no se debe a la falta de unión republicana; se debe a la falta de actividad republicana. Se debe a la falta de intervención republicana. Lo hemos escrito cien veces. El partido republicano español no ha de circunscribirse a predicar los viejos programas democráticos. No. Ha de fijar su posición en cada problema. Y fijar su posición, no quiere decir definirla solamente, sino propagarla, extenderla, clavarla en el alma de las multitudes, sublevarlas con ella. Con el problema de la enseñanza, el partido republicano habría de haber puesto en pie de guerra a los millares de pueblos que están sin escuela. Con el problema de la tierra, el partido republicano habría de haber revolucionado a los millones de labriegos que mueren de hambre sobre los latifundios. Con el problema de África, el partido republicano habría de haber encendido el espíritu español. Con el problema de la tributación, el partido republicano habría de haber corrido de la ciudad a la aldea, capacitando al contribuyente rico sobre lo que debiera pagar y sobre lo que no debiera pagar. Con el problema religiosa, el partido republicano habría de haber insistido hasta dar un amplio contenido de libertad a la conciencia popular. ¿Qué ha hecho de todo esto el partido republicano? Nada o casi nada. Cada día ha limitado sus propagandas, ha reducido su apostolado. No ha renovado su programa; no ha extendido su acción. El Régimen ha ido haciendo su obra sin que el partido republicano o preparara la revolución o preparara la opinión para que la obra del Régimen no fuera como al Régimen conviniera, sino como conviniera al país.
¿Unión? Hemos de ser ya una esperanza todos los que nos unimos para que unidos el pueblo se decida a venir con nosotros. Si no representamos esta esperanza lo mismo valdría que las fuerzas republicanas se unan o se separen. El pueblo no votará. Hemos de ser una esperanza. Y para ser una esperanza hemos de ser la garantía de una obra. Y para ser la garantía de una obra hemos de dedicarnos a esta labor de apostolado. Hemos de levantar tribuna en todos los campos. Hemos de levantar tribuna en todas las plazas. Hemos de precisar uno por uno, sin grandilocuencias, con números, con soluciones gacetables, los problemas españoles. Hemos de llegar al espíritu del pueblo para que el pueblo conozca las inmoralidades del Régimen y se disponga a ir contra él; para que el pueblo sienta la urgencia de imponer su voluntad y luche para implantar un Gobierno democrático.
La unión es accidental; lo esencial es la obra. Si la obra se realiza no habrá necesidad de predicar la unión; vendrá como consecuencia de la obra. Hemos de pensar en renovarnos antes de pensar en unirnos. Porque si no nos renovamos, moriremos lo mismo unidos que separados. Y si nos renovamos, nos uniremos sin pedir la unión, y mataremos un Régimen que vive, no por causa de la desunión, sino por causa de la inactividad republicana.
Fuente →. diario.red
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