
La asociación Memoria de Mallorca ha alertado del peligroso estado de dejadez y degradación del Fortí d'Illetes , catalogado Bien de Interés Cultural y que es uno de los lugares clave para preservar la memoria de los asesinatos por los franquistas. Fue una cárcel durante la Guerra Civil y allí se asesinaron al menos medio centenar de prisioneros.
El terreno fue ocupado por el ejército durante muchos años -que fue el responsable de la construcción del fortín- pero finalmente España lo revirtió a la familia antiguamente propietaria, incluida la construcción, ya abandonada. Se trata de la familia Delgado , a la que pertenece Carlos Delgado , ex consejero de Turismo en el Gobierno de José Ramón Bauzá y conocido por sus posicionamientos ideológicos ultras y extremadamente anticatalanistas . Los propietarios lo vendieron por 3,9 millones de euros a un fondo de inversión de capital británico y alemán. La intención de la nueva propiedad era realizar un complejo turístico, aprovechando su privilegiada ubicación en primera línea. Pero las normativas urbanísticas lo impidieron.
Desde que el ejército lo abandonó, el fortín se está degradando . Los actuales propietarios no se han preocupado ni siquiera en poner las mínimas prevenciones de seguridad para impedir accidentes. Mucha gente entra a pesar de que hay carteles que dicen que se puede acceder a ellos. Este semanario entró hace dos años y medio, acompañado de la presidenta de la entidad memorialista Memoria de Mallorca, Maria Antònia Oliver , para fotografiar y ver aquel siniestro lugar donde se acariciaron cientos de prisioneros de la represión franquista.
Ahora, Memoria de Mallorca ha pedido al Ajuntament de Calvià y al Consell de Mallorca que cumplan las obligaciones para proteger la ubicación aplicando la Ley de Patrimonio. También reclamaron al Gobierno balear y al Gobierno español que de acuerdo con las leyes de memoria democrática se incluya en los censos correspondientes y se catalogue como Espacio de Memoria . El grupo memorialista ha llamado la atención sobre el estado de máxima degradación de la construcción, especialmente los pabellones de presos que están a punto de derrumbe y con evidente riesgo de desaparición.
Según el libro del historiador Manel Suárez «La historia silenciada, Calvià y Es Capdellà, 1936» -que ilustra la cubierta con la imagen de uno de los fusilamientos que se fotografió en el fortí- casi cada noche un soldado leía los nombres de los prisioneros que tenían que entrar en capilla y que serían ejecutados el el día siguiente a primera hora. Cuando rompía el amanecer se escuchaban los gritos del compañero en honor a los que iban a la muerte – «¡Viva la República!», «Viva el socialismo», «Viva la democracia»... -, que quedaban sepultados por una detonación cerrada -del pelotón de ejecución- y, acto seguido, el silencio total de los prisioneros. Así los de los otros pabellones oían los rasgos de gracia que golpeaban los oficiales en la cabeza de los fusilados y contando cada detonación podían saber cuántos habían matado aquella madrugada. El régimen franquista nunca reconocía oficialmente ese fusilamiento, dice este historiador, sino que imputaba a las muertes a «extrañas enfermedades» o «hemorragias internas»...
Más de cuatrocientos prisioneros pasaron por el Fortí de Illetes. Entre el 21 de noviembre de 1936 hasta el 27 de enero de 1941 fusilaron a cincuenta y un republicanos y otros cuatro murieron de enfermedades . Todos se enterraron en una fosa común en el cementerio de Palma, junto con un millar y medio de otros asesinatos.
Cuenta Suárez que el 5 de junio de 1937 fueron ejecutados cinco hombres. Su crimen: no haber saludado a la bandera española durante un desfile de los falangistas en Calvià . La acusación suponía una pena de prisión de seis años y así lo pidió el fiscal, pero uno de los vocales del consejo de guerra, de nombre Antonio de la Rosa, emitió un voto particular pedido la pena de muerte. Y los mataron.
Memoria de Mallorca no quiere que desaparezca el fortín de Illetes. Pero la dejadez institucional ante décadas la degradación augura que si no se le remedia muy pronto es posible que la desaparición sea, en efecto, el destino del más impactante lugar de la memoria mallorquín de los represaliados por el franquismo .
Fuente → eltemps.cat
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