Nietas de la República. El fascismo español explicado a los jóvenes (II)
Nietas de la República. El fascismo español explicado a los jóvenes (II)
Jordi Serrano 
 
El texto que se reproduce a continuación es un extracto del libro Nietas de la República, de Jordi Serrano, en conmemoración de los 25 años del Movimiento Laico y Progresista de Aragón (1996-2021).
 

4. Organizaciones antifascistas juveniles aragonesas

Vamos a dar también unas pinceladas deslavazadas sobre la situación de las organizaciones juveniles en Aragón. La JSU de Aragón celebra entre el 27 y 28 de junio de 1936 el congreso provincial de Zaragoza, con representantes de 3.000 militantes. Nos dicen que el nivel era muy bajo. En una de esas Casas, en la de Barbastro, en el orden del día, un militante pregunta qué querían decir las siglas URSS. En la dirección estatal de la JSU en 1937 estaba el zaragozano Manuel Soler.

También estaban presentes las JJ LL de Aragón. En abril de 1937 la organización Regional de Aragón de la FIJL contaba con 15.000 militantes. El Comité Comarcal de la Puebla de Híjar en Teruel decía contar con 860 militantes repartidos en 13 pueblos y en Puebla de Híjar, 150 militantes. La Regional de Aragón, Rioja y Navarra pasará rápidamente a llamarse Regional de Aragón por ser la única que quedó en manos de los republicanos. El responsable era Manuel López, del comité regional de Aragón. El pleno nacional se reunió el 15 de noviembre de 1936 en Alcañiz. La representante en los comités nacionales fue Carmen Gómez, que llegaría ser la responsable de la secretaría femenina de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL). La Regional de Aragón en principio acogía también a las organizaciones juveniles de la FIJL de Cataluña porque sus militantes estaban en el frente de Aragón. La Regional de Aragón de la JJ LL tenía presencia en 144 pueblos, con 23 delegados y 6.678 afiliados. En mayo de 1937 la Regional de Aragón dice tener grupos de las FIJL en las divisiones Ascaso, Durruti, Macià-Companys y Lenin, unos 1.100 jóvenes en el ejército. En el Comité peninsular de la FJIL de noviembre de 1937 estaban los aragoneses Manuel López, de Alcañiz, y Carmen Gómez.

En febrero de 1936 se constituyó en Zaragoza la Federación Nacional Deportiva de Pioneros Rojos y se crearon las Casas del Pionero. En julio de 1937 la JSU de Aragón empezó a organizar pioneros. No pretendían ser “un partido de los niños, sino una organización abierta y frentepopulista”: “Nuestra única finalidad es crear una infancia sana, alegre y feliz”. Por su parte, la JCI crea la Federación de Pioneros Comunistas que llegó a alcanzar algún desarrollo en Madrid, Levante, Cataluña y Aragón. Por otro lado, la organización estudiantil anarquista Federación Ibérica Estudiantil Revolucionaria (FIER) se queja de que su propia organización no los tiene en cuenta “ignorados como ayer, aquí estamos por la Anarquía (…). Vuestra indiferencia forjará verdugos”.

5. Las organizaciones de chicas antifascistas

En el año 1937 la JSU crea la Unión de Muchachas (UM). Existía un antecedente en la Aliança Nacional de la Dona Jove (ANDJ), constituida el 25 de abril de 1937, formada por ERC, Estat Catalá, JSUC, La Falç, Palestra, El Club Femení d’Esports, JIR (Juventud del Partido Federal Ibérico), FNEC, UGT, Grup d’Estudiants Marxistes, Bloc Escolar Nacionalista y FETE. En la dirección estaba Teresa Pàmies, de la JSUC. Se crearon Casas de Muchachas donde “se enseña a leer y escribir”. De las Trece Rosas fusiladas en Madrid, diez pertenecían a la JSU. La UM estableció las madrinas de guerra, que se carteaban con jóvenes soldados. Vamos a poner un ejemplo real. Josep Xinxó fue un militante comunista de Sabadell que en el exilio conoció y se casó con una luchadora comunista de la JSU, Margarita Muro, de Sariñena, que como enfermera estuvo en el Hospital Militar del XI Cuerpo del Ejército republicano de Sariñena. Una heroicidad para una chica de aquella época. Xinxó rescató del olvido un caso de las madrinas de guerra: “El primer año de casados fuimos de vacaciones a casa de Francina Salvat, que se había casado y vivía a Tarragona. Su marido, Rosendo, también tiene una larga historia. Era un chico de León que luchó por la República y lo hicieron prisionero mucho tiempo. Alguien le dijo a Francina Salvat si quería escribirle y dijo que sí. Después se conocieron, se prometieron y se casaron. Era un chico muy firme, un poco anarco; pero bien”.[1]

Vemos que poco a poco las mujeres adquieren un protagonismo que no habían tenido en toda la historia. Hay momentos en que la historia se acelera. Veamos un ejemplo de la asunción de responsabilidades por las muchachas, un hito en la historia de España. Lourdes Jiménez pasó a ser la responsable de la JSUC de Barcelona en 1938. De un comité ampliado a 26 miembros, 15 eran chicas. Eran las capitanas de las que hemos escrito antes. Por su parte, JJ LL organiza “Mujeres Libres” y crea secretariados de mujeres para organizar a las muchachas. En el segundo congreso de la FIJL la Regional de Aragón informa de que “la mayoría de los secretarios de juventudes y comarcales son muchachas” y en octubre de 1938 el 70% de los militantes de las JJ LL de Aragón son muchachas. Hay razones de fuerza mayor: los chicos de la JSU van al frente y las chicas acceden a la dirección, pero esto crea un fenómeno que será un hito en la historia de este país. Hay resistencias, nos las cuenta Federico Melchor, de la JSU. La JSU imprime un cartel editado con una “chica muy guapa vestida de deportista con ‘pantalón cortísimo’, no se pudieron repartir por Extremadura porque sus madres les decían que su hija no era una puta”.

Para acabar este apartado queremos hacer unas reflexiones finales. Aunque sean solo unas líneas testimoniales, queremos dejar constancia de algunos de aquellos jóvenes aragoneses que dieron su vida por los ideales de la libertad y la república. Del Comité Provincial de Zaragoza de la JSU murieron cuatro de sus seis miembros, entre ellos Julián Campillo, José María Tamames y José Antonio Baras, fusilados en Zaragoza los primeros días el golpe. De las Juventudes Socialistas de Aragón los fascistas fusilaron a cuarenta jóvenes. De la dirección de la Juventud de Izquierda Republicana (JIR) de Zaragoza no quedó ninguno vivo. En Bilbao los fascistas fusilan al presidente de la JIR de Calatayud, de apellido Mateo, “al negarse a luchar contra los republicanos”. La JSU de Aragón habla de Baras, Tamames y Félix, pero también de Rubio, Muro, Buili, Las Heras, Gayo, “asesinados por el fascismo o muertos en la lucha”.

6. Guerra Civil en Aragón

En la capital, Zaragoza, la guerra duró un día: “Se inició una ola de terror y muerte que se prolongaría hasta 1946 con un resultado de 3.543 asesinatos.[2] El fascismo español sabía dónde tenía al enemigo: en el asociacionismo, sindical cívico y político, y muy especialmente en los maestros laicos. De los 60 expedientes abiertos a maestros solo se salvan dos. El 17 de septiembre de 1936 el rector de la Universidad de Zaragoza, Gonzalo Calamita, suspendió de empleo y sueldo a 23 maestros, tres de los cuales ya habían sido fusilados. En la provincia de Zaragoza el ejército y la guardia de asalto actuaron contra una población desarmada, como un ejército de ocupación contra un país enemigo, pueblo a pueblo, ciudad a ciudad. La violencia fue inusitada, inesperada.

A partir del 24 de julio llegan las columnas de milicianos procedentes de Cataluña que tenían como objetivo conquistar Zaragoza. Recuperan toda la comarca de Caspe a partir del 25 de julio. La columna Durruti y Ortí ocupan Bujaraloz, La Almolda, Osera y llegan a treinta kilómetros de la capital. En Pina y Belchite hay avances y retrocesos de la línea del frente. Destruyen cualquier organización política sindical. En Zaragoza y Huesca, al no dar armas a la población, los militares vencen sin resistencia. Barbastro queda en manos republicanas lo que facilitó la entrada de columnas desde Barcelona. Llegan tres columnas –Carlos Marx, Ascaso y Lenin– por la línea Lérida-Monzón-Barbastro. Dos terceras partes de la provincia quedarán en manos de la República. Las fuerzas locales leales se suman a las columnas. En Teruel tampoco se quiso armar al pueblo. Las muertes en Teruel entre 1936 y 1947 fueron 1.030. En el periodo bélico 889 y 141 en la posguerra. Si contamos a los turolenses fusilados en Zaragoza la cifra asciende a 1.288. Entre el ejército, la guardia civil y los guardias de asalto se hacen con la situación a favor del bando rebelde. Teruel queda dividida por un frente. Los fascistas pierden los partidos judiciales de Valderrobres, Híjar, Castellote, Aliaga y Mora de Rubielos, estaban divididos en los de Montalbán, Albarracín y Teruel y tenían íntegro el de Calamocha. Vamos a poner un ejemplo de la actitud de los fascistas. En Teruel el 26 o 27 de agosto de 1936 se encerró a un grupo de personas en la plaza del Torico. Unos falangistas cerraron la plaza, hicieron bajar de los camiones a 13 detenidos, se les obligó a cruzar la plaza de una esquina a otra y cuando finalizaban el trayecto se les disparaba un tiro en la cabeza. Hubo aclamaciones, risas y burlas entre el público que abarrotaba la plaza. Entre las víctimas estaban José Soler, director de la Escuela Normal, Pedro Lafuente, interventor de Correos, y el alcalde de Mora de Rubielos. Una vez retirados los cadáveres, se hizo baile en la plaza. Así era la vida de una ciudad de provincias en la retaguardia: una sutil combinación de terror, espectáculo y fiesta.[3]

7. Consecuencias de la Guerra Civil y la represión

José Luis Trasobares, periodista, nos resume de forma gráfica los avatares de la guerra en Aragón: “Después de las jornadas del 18, 19 y 20 de julio de 1936 los sublevados se hacen con Zaragoza, Huesca y Teruel. Aunque con Huesca la situación va a ser incierta. Lo cierto es que empieza la guerra de columnas conforme van llegando de Cataluña. El territorio de Aragón de norte a sur se va partiendo. La guerra de columnas hace que el frente se vaya moviendo y hace que algunas localidades a lo largo de la guerra van a cambiar de lado. La represión es terrible en el bando sublevado en Zaragoza, en Jaca, en Teruel, en Huesca, en Ejea de los Caballeros y en las Cinco Villas, que era un potente reducto socialista. Se hacen auténticas masacres antes de la guerra como tal. Pero también hay represión cuando llegan las columnas a algunos pueblos por parte de gente de la CNT-FAI, por ejemplo en Barbastro. Primero la guerra de columnas, después las batallas de Belchite, Teruel y la Batalla del Ebro, que en parte es también en Cataluña. Belchite y Teruel acaban completamente destruidos. Teruel, que es la única capital de provincia que consiguieron liberar los republicanos, quedó literalmente arrasada. Zaragoza queda literalmente descabezada. Toda persona que tenía algunas luces y alguna inquietud intelectual y que no fuese a la misa del Pilar a oír los cánticos sufre represalias o es directamente fusilado. En Torrero hubo tapias que se vinieron abajo por las balas de los fusilados. Todo esto se prolonga por la actividad del maquis en la posguerra en los años cuarenta. Y también en la zona del Pirineo: el resultado es catastrófico y en términos sociales genera un vacío social y vacío de calidad intelectual. En Zaragoza a lo largo de los años veinte y treinta había habido una Edad de Plata de Artes Plásticas y de producción literaria en sus locales y en su fisonomía de ciudad. Todo esto obliga a mucha gente a marcharse en la primera ola de migración hacia Cataluña porque en su pueblo le están haciendo la vida imposible. Hay un vacío enorme de la sociedad civil de izquierdas. Zaragoza se ruraliza porque viene mucha gente de los pueblos huyendo de la represión. En Jaca, una localidad relativamente pequeña, fusilan a 600 o 700 personas. Es un impacto acojonante, casi todas las familias populares tienen a alguien muerto o encarcelado”. Los historiadores nos dan una cifra del terror en Aragón. Entre julio de 1936 y 1946 fueron asesinados 8.556 republicanos.[4] Trasobares resume las consecuencias del terror fascista: “Se generaliza una expresión que es ‘no te signifiques, no te des a entender’. A la gente le da miedo casi todo”.[5] Hablaremos de los silencios y de sus consecuencias más adelante.

8. El largo camino de la libertad: Leandro Sahún y Carmen Casas[6]

Cuando hablamos del franquismo demasiadas veces lo hacemos dando por supuesto que desde la recuperación democrática las escuelas han educado en los valores antifascistas como se ha hecho en todos los países de nuestro entorno europeo. Y no es así. Es más, aún hoy en día se editan libros que inducen a la mayor desorientación de los jóvenes con versiones derivadas de la historiografía franquista de la última etapa. Todavía se escriben cosas como: “El anticlericalismo activista ocasionó quemas y saqueos de espacios religiosos desde la práctica llegada de la República (…). La sinrazón “marxista” y las atrocidades ‘franquistas-fascistas’ no son sino dos caras similares de sistemas totalitarios en torno a los que el siglo XX deja muchas lecciones”.[7] No se trata de un libro editado en 1954 sino que vio la luz en 2009. Es decir, lo que el mundo interpretó como la primera batalla contra el fascismo se presenta como la lucha entre dos bandos enloquecidos. Si levantaran la cabeza los miembros de la Brigada Lincoln de las Brigadas Internacionales alucinarían. Vaya inmoralidad.

Para intentar no dar nada por supuesto en relación con el franquismo expondré solo un pequeño ejemplo, entre los miles que se podrían poner, de cómo fue la lucha por la libertad, asociativa y política y de las consecuencias que conllevaba a aquellos que querían ejercerlas. Pretendemos poner rostros a la barbarie. Es el caso de una pareja, Carmen Casas y Leandro Sahún, que osaron en los años cuarenta recuperar la razón democrática reorganizando la resistencia en el Partido Comunista de España en Aragón.

Leandro Sahún nació en Gandesa y no fue bautizado, por lo que le llamaban “el moro”. Leandro había estado en ERC y después en el PSUC. Después de la batalla de Villaba, llegó incluso a Calaceite (Teruel). Participó en la 43 centuria de la Columna Estevil-Trueba que salió en dirección a Alcubierre, en el campamento conocido como La Cartuja, cercana a Lanaja (Huesca). En el intento por recuperar Zaragoza llegó a la estación de Zuera, donde fue herido. Pasa la frontera y es conducido al campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Leandro Sahún nos dice que “allí murió cantidad de gente. Allí donde estaban los chicos y las mujeres que estaban separados de nosotros, los críos murieron a puñados por la noche”. Allí se encontraba también Margarita Muro, de Sariñena, de la que hemos hablado antes, que vio entre las alambradas a quien sería su compañero toda la vida, Josep Xinxó. En 1943, Leandro cruza la frontera francesa por Andorra en dirección a Lérida. Le encomiendan organizar el PCE en Zaragoza. El 28 de octubre llega a la estación de tren de Zaragoza. Leandro Sahún, del PCE, organizó una fuerte red de células políticas que se extiendían a La Rioja y Navarra. Se trataba de la Unión Nacional Española (UNE) que era el intento de organización política clandestina de lo que quedaba de las fuerzas políticas y sindicales de izquierdas. La policía lo identificaba como militante del Partido Comunista. El 8 de febrero de 1944 es detenido y torturado durante nueve días, “cinco o seis sesiones de torturas cada día, perdí las uñas de los pies entre golpes y descargas eléctricas hasta perder el conocimiento, estaba medio muerto”. No delató a nadie. Lo meten en la cárcel de Torrero y en junio de 1945 lo trasladan a la cárcel de Tarragona. En el juicio lo acusan de “rebelión”. Y desde dentro de la prisión organiza el PSUC. Le condenan a pena de muerte que al cabo de un tiempo es conmutada por 30 años de prisión. Permaneció cuatro años en una celda de aislamiento. En 1953 contrae matrimonio con Carmen Casas. En 1954, casi once años después, es puesto en libertad.

¿Quién fue Carmen Casas? La madre de Carmen, Nieves, nace en Binéfar y entre otros lugares vivirá en Alcalá de Gurrea. Allí nace Carmen en 1921 y allí pasa su infancia. Después vivirá en Almacellas. Carmen estudia en Lérida, donde se hace militante de la JSU. Se exilia. A causa de la constante vigilancia de la Gestapo por su colaboración con la resistencia francesa, entra de forma clandestina en España el 24 de junio de 1944. Tiene 23 años y es detenida en Figueras. Puede salir y se va a Sabiñánigo. Carmen decía que tenía que “hablar lo menos posible, no explicar nada y, según quién viniese a casa, contestar solo las preguntas con un sí o un no, pero sin dar explicaciones y sobre todo que nadie supiera que venía de Francia”. El primer viaje que realiza a Zaragoza es para ver a Leandro, que está en la prisión de Torrero. Consigue trabajo de sirvienta en Zaragoza en casa de la amante de un falangista. Desde la caída de Leandro y los suyos la organización del PCE está desmantelada. Carmen intenta reorganizarla con los que no han caído. Carmen Casas, Alfonso Escanero e Hilario Bozal intentan reorganizar el PCE en Aragón y los grupos armados del maquis del PCE en Aragón para llevarlos a la sierra de Alcubierre a partir de un contacto en Zuera. Se desplaza a Tarragona, donde está Leandro, se ve acosada y se marcha a Valencia. Y de allí a Madrid, donde le encargan llevar una maleta repleta de documentación falsa hasta Alicante. Carmen es detenida y torturada, le ponían la pistola en la sien, le daban golpes en la espalda, etc. Cayeron 160 personas, entre ellas Carmen Casas y Alfonso Escanero. Después de un intenso y violento interrogatorio, el 30 septiembre de 1945 entró en la cárcel de mujeres en el Antiguo Palacio de Villahermosa en la calle Predicadores. Hasta 1946. Es condenada a 30 años de prisión por “delito de alta traición, espionaje, masonería y comunismo”, también se la culpaba del delito de “rebelión” y “por conspirar y formar parte de partidos políticos ilegales, con ánimo de derrocar el actual Régimen de España”. El nivel de indecencia e inhumanidad era increíble. Leandro envía cartas a Carmen desde la cárcel de Zaragoza. El director las destruye. Casas sale en libertad el 27 de diciembre de 1946. Durante quince años debía presentarse los días 1 y 15 de cada mes en los juzgados. Posteriormente, en el año 1948, se va a vivir a Tarragona donde está detenido Leandro. No es hasta el 7 diciembre de 1954 cuando Leandro consigue la libertad. La madre de Carmen, que se encontraba en el exilio, puede pasar a España y ver a su hija y a su nieta, han pasado veinte años. Sí, han leído bien, veinte años. Aún en 1955, Carmen y Leandro viajan a Zaragoza donde Casas tiene un juicio por asociación ilícita. Carmen dice: “Acudí con una niña de dos años y medio y uno de cinco meses. Me condenaban a ocho años de prisión”. La defiende Solé Barberá, abogado del PSUC. Finalmente, no tiene que ingresar en prisión. Cuando el PSUC de Tarragona sale a la luz, antes de ser legalizado, lo hace con la firma, entre otros, de Sahún. Rosa Neus Sahún, hija de Leandro y Carmen, era de la JCC al igual que el autor de este trabajo por los mismos años. Casas, en el año 2002, recibió la medalla Francesc Macià de la Generalitat de Cataluña. Murió el 28 de noviembre de 2013. Vivieron siempre con espíritu militante.

9. Vicente Cazcarra como ejemplo

Para todos aquellos a los que les da miedo recordar por si encuentran a algún pariente entre los fascistas y para los jóvenes de hoy ávidos de saber y de valores republicanos, vamos a poner un tercer ejemplo de las dificultades habidas en nuestro país para participar y organizarse. Vicente Cazcarra, aragonés nacido en Zaragoza en 1935, es un testimonio de primer nivel de la resistencia antifranquista. Explica lo duro que era intentar participar en los años sesenta. Cazcarra, en una carta a Manuel Vázquez Montalbán, dice: “Cuando murió Antonio Creix, en 1985, escribiste en El País que ‘tampoco las víctimas hicimos nada para enfocarles con el reflector’. Tenías razón”.[8] Y a continuación lo cuenta en un libro. Él era el responsable del comité local de Barcelona del PSUC y explica que llegó a tener doce citas en un día. Estaba matriculado en económicas en la Universidad de Barcelona. Detienen a Cazcarra el 24 de septiembre de 1961, tenía 26 años, le delató un compañero torturado. Lo llevan a Vía Layetana. Explica lo que pasó: “Cinco días de torturas en manos de un grupo de desalmados capitaneado por Antonio Creix, el jefe de la Comisaría de Barcelona”. “¡Ponédmelo blando!”, gritaba. Cazcarra se desmaya varias veces, “hacen que me ponga de cuclillas, con las manos esposadas por detrás y colocadas bajo las nalgas”, lo llamaban “la gallina”. Después le dicen: “¡Túmbate boca abajo y extiende los brazos! ¡Con las manos bien abiertas, cabrón! ¡Las palmas contra el suelo!” Le pican con cantos metálicos las plantas de los pies y le dan de vez en cuando pisotones en las manos. Asiste impertérrito a una “macabra orgía de palos”. Iba a tener, “más que a un hombre, a una hiena, a un verdadero monstruo, alguien que odiaba ferozmente a la oposición democrática (…) era evidente y sabido que se drogaba para pegar (…) el otro que usaba gafas, era en jefe superior de la Policía de Barcelona”.

¿Quién era ese jefe superior de la Policía de Barcelona? Era Guillermo Candón Calatayud, militar (1898-1972). En abril de 1936 fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife, donde participó en la insurrección militar. De diciembre de 1960 a enero de 1963 fue jefe superior de Policía de Barcelona.[9] Nos explica los “pinchazos entre la carne y las uñas, golpes en los testículos (o a las mujeres en los pechos); otros, en la lengua u oídos (…) a una mujer T. C. a la que le rompieron la columna vertebral en los interrogatorios”. Cazcarra ni come ni bebe y le inyectan suero para que aguante. Un médico ayuda a la policía a orientar las torturas. El cuerpo “lo tengo todo completamente negro”. Cazcarra nos explica las razones: “La policía no se contentaba con hacer hablar a los detenidos para desarticular las organizaciones: tenían también como objetivo destruir la personalidad de aquellos que consideraban más importantes, para inutilizarlos como futuros líderes políticos; procuraba destruirlos moralmente para siempre”. Cazcarra acaba en la Modelo de Barcelona condenado a 17 años de cárcel. Y comenzó la pesadilla “de las cárceles, mucho más larga –cerca de seis años–, volví a ‘reincidir’. Menos mal que en ese periodo ya no consiguieron atraparme”. Murió en 1998.

Hemos visto un buen ejemplo de las dificultades extremas en las que se movía la gente que quería asociarse para hacer política, que no se corresponden con el relato general que, de estos años, les llega a los jóvenes.

No queda ningún rastro de las organizaciones cívicas, políticas, sindicales, cooperativas, culturales y juveniles. Y la gente que empieza a reconstruir la razón democrática sufre unas penalidades infinitas, atroces. El recuerdo de tales atrocidades llega hasta nuestros días y explica, en parte, nuestra pobre realidad del tejido social de izquierdas. Pero no adelantemos acontecimientos.


[1] Jordi Serrano: Josep Xinxó Bondia i les Joventuts Socialistes Unificades, Montflorit, 2004, prólogo de Teresa Pàmies.

[2] En este capítulo seguimos a Julita Cifuentes, Mª Pilar Maluenda: “De las urnas a los cuarteles: la destrucción de las bases sociales republicanas en Zaragoza”, en VV AA: El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939). Editores Mira. Zaragoza, 2010.

[3] Ángela Cenarro: “El triunfo de la reacción. Fascistas y conservadores en Teruel”, en VV AA: El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939). Editores Mira. Zaragoza, 2010.

[4] VV AA: El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939). Editores Mira. Zaragoza, 2010.

[5] José Luis Trasobares. Entrevista 21-5-2021.

[6] Para este apartado seguimos el extraordinario trabajo de Irene Abad, Iván Heredia: Leandro Sahún y Carmen Casas. Organización política clandestina en Zaragoza en los años 40. Gobierno de Aragón. Zaragoza, 2008.

[7] Alexia Sanz, Manuel Ramos: Peligro, riesgo y guerra. Memorias del miedo. Gobierno de Aragón. Zaragoza, 2009, pp. 40 y 271. Han leído a Abel Paz, al que conocí, pero parece que no han entendido nada, p. 55.

[8] Vicente Cazcarra: Era la hora tercia. Testimonio de la resistencia antifranquista. Ediciones La Luna y PCA. Zaragoza. 2000.

[9] Gobernador civil de Vizcaya de enero de 1963 a septiembre de 1968. Fue procurador en Cortes como consejero nacional del Movimiento (1963-64). En 1958 le fue concedida la Gran Cruz de la Real y Militar de la Orden de San Hermenegildo (Ministerio del Ejército) y en octubre de 1968 la Orden Imperial del Yugo y las Flechas (Secretaría General del Movimiento). Debo el consentimiento de este funesto personaje al brillante y generoso historiador Martí Marín.


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