
Vicente I. Sánchez
¿Realmente existe alguna aproximación a Federico García Lorca que no conozcamos? ¿Hay margen para la sorpresa y la posibilidad de aprender algo nuevo sobre el mítico poeta de la Generación del 27? Estas fueron algunas de las preguntas que se planteó el guionista y dibujante Carlos Hernández cuando el editor y también guionista El Torres le sugirió participar en un cómic sobre Lorca. Fruto de esta unión, y tras un intenso trabajo de investigación y creatividad, nació en 2011 La huella de Lorca, un cómic editado por Norma Editorial que, desde su publicación, no ha dejado de cosechar ventas y éxitos.

Pero, ¿cuál es el enfoque que hace de esta obra una de las mejores aproximaciones a Lorca en mucho tiempo? La huella de Lorca se compone de doce relatos que buscan resucitar la esencia y el espíritu del poeta granadino. La peculiaridad del libro radica en que ninguno de estos episodios está protagonizado directamente por Lorca, sino por personas que lo conocieron o escribieron sobre él. Así, a partir de fuentes verídicas y totalmente documentadas, podemos encontrar episodios tan interesantes como el controvertido conflicto que tuvo lugar en la Residencia de Estudiantes en 1928, donde se evidencia la enemistad entre Dalí, Buñuel y Lorca, o su estancia en Nueva York en 1929, donde vivió el placer de las noches de jazz y los buenos amigos. También se incluyen relatos tristes como el anuncio de su muerte en Madrid en 1936, y otros más divertidos, como el frenético funcionamiento de la compañía de teatro La Barraca en 1932, durante su recorrido por los pueblos de Ávila.
El cómic revive diferentes momentos de la vida del poeta a través de las personas que lo conocieron
En el prólogo de la nueva edición, publicada por Norma Editorial, Carlos Hernández explica que el objetivo del cómic es reunir un conjunto de historias independientes que revivan diferentes momentos de la vida del poeta a través de las personas que lo conocieron. Además de estudios, cartas y testimonios de figuras como Dalí, Buñuel y el diplomático Carlos Morla Lynch, la obra tiene un fuerte componente autobiográfico. Varias de las historias están protagonizadas por el abuelo y el padre de Carlos Hernández, quienes, aunque no conocieron a Lorca directamente, vivieron el horror de la guerra y la muerte que asolaba Granada a comienzos de 1936. De hecho, el cómic comienza en esta ciudad con la historia del padre del autor huyendo de Granada al estallar la Guerra Civil.

El resultado final es un cómic lleno de belleza e inteligencia que no solo nos acerca a la figura de Lorca, sino que también ofrece una radiografía de una de las épocas más oscuras de España, cuando la violencia y la intolerancia se descontrolaron. Esto se refleja en el estilo de dibujo, de tonos ocres y amarillos, que nos transporta a esa España de los años treinta, donde la tristeza y la muerte dominaban el paisaje, y en el que un comentario poco afortunado podía costarte la muerte inmediata. El Torres y Carlos Hernández nos brindan una obra que rezuma inteligencia, y que posiblemente sea uno de los trabajos más acertados publicados sobre el autor de Romancero gitano, ya que evita caer en el sensacionalismo o la superficialidad, ofreciendo una visión del odio que, como mínimo, invita a la reflexión.
Además de los prólogos de Pilar del Río y Mercedes de Pablos, la nueva edición de Norma Editorial incluye un interesante texto del líder de Lagartija Nick, Antonio Arias, que nos permite acercarnos a una figura que sigue siendo controvertida hoy en día. Concuerdo con Arias cuando afirma que, en esta novela gráfica, Lorca aparece casi de inmediato. Yo también lo percibo, y lo creo.
Fuente → nuevatribuna.es
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