Hijos de la Chingada: Un Perdón Soberano de México a España
Hijos de la Chingada: Un Perdón Soberano de México a España
 
«Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto, por oposición a lo que chinga, que es activo, agresivo y cerrado. El chingón es el macho, el que abre. La chingada, la hembra, la pasividad pura, inerme ante el exterior. La relación entre ambos es violenta, determinada por el poder cínico del primero y la impotencia de la otra. La idea de violación rige oscuramente todos los significados. La dialéctica de ‘lo cerrado’ y ‘lo abierto’ se cumple así con precisión casi feroz.» – Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad.


Con esta interpretación de Octavio Paz, se plasma uno de los símbolos más poderosos del dolor en la memoria mexicana: la conquista española. La violación, tanto física como cultural, es vista como el origen de un conflicto histórico entre los pueblos indígenas de México y los colonizadores europeos. A través de esta imagen, el término “Hijos de la Chingada” revela el dolor que ha persistido por siglos, una herida abierta que para muchos mexicanos sigue definiendo su identidad nacional.

Dice Paz: “Si la Chingada es una representación de la madre violada, no me parece forzoso asociarla a la Conquista, que fue también una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias”. La violencia contra las mujeres indígenas durante la colonización fue una herramienta de dominio y sometimiento, que dejó cicatrices físicas, emocionales y espirituales en las comunidades originarias, y  que aún hoy perviven en la memoria colectiva de México.

Yo nací en Zapotlán de Arreola, un pueblo mágico situado al sur de Jalisco. A la luz del reciente debate político y social generado por una parte de la España profunda –esa que ora y bosteza, parafraseando al gran Machado– en torno a la no invitación de Felipe VI a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, me propongo no sólo abordar lo ocurrido en la Conquista desde la reflexión de Octavio Paz, sino también ofrecer una propuesta para cerrar de una vez por todas este capítulo de nuestras relaciones de forma equitativa, justa y armoniosa.

El poder del perdón en la Justicia Reparativa

La justicia reparativa propone una visión en la que las víctimas pueden tomar el control de su narrativa, otorgando perdón para encontrar liberación y reconciliación. En este contexto, el perdón de México hacia España representaría un acto soberano de profunda fortaleza. Ya no sería necesario esperar una disculpa por parte del Estado español ni de Felipe VI, sino que el poder estaría en manos de quienes se sienten agraviados, quienes a través del perdón se atreven a superar el dolor y las injusticias del pasado.

Este acto no busca borrar los horrores de la conquista, sino reconocerlos desde una postura elevada y digna. Al hacerlo, México podría demostrar que el perdón no es una debilidad, sino una declaración de magnanimidad. Es, además, una manera de dar voz a las generaciones afectadas por siglos de colonización, ofreciéndoles la posibilidad de cerrar un ciclo en la historia y avanzar en nuestras relaciones políticas, sociales, culturales, económicas, etc.

La brutalidad de la conquista

Los horrores de la conquista no han sido olvidados. Entre las múltiples tácticas de sometimiento utilizadas por los conquistadores, la violencia física y el terror psicológico jugaron un papel crucial. La técnica del aperreamiento (uso de perros entrenados para atacar y devorar a los indígenas) es uno de los métodos más infames empleados por los españoles.

Hernán Cortés, tras la caída de Tenochtitlán, estableció su sede temporal en Coyoacán, donde inició una serie de represalias y torturas contra los líderes indígenas. El caso de Cuauhtémoc, último emperador mexica, es emblemático: sometido a torturas atroces, se convirtió en símbolo de la brutalidad española. Los Anales de Tlatelolco narran cómo muchos prisioneros indígenas fueron despedazados por perros de presa bajo las órdenes de Cortés. Los gobernantes de Xochimilco, Tetzcoco y Cuauhtitlan también fueron víctimas de estas ejecuciones terribles.

Este terror no solo fue ejercido por Cortés. En Oaxaca, Pedro de Alvarado sometió a los indígenas que se negaban a pagar tributos a castigos brutales, incluyendo el uso de perros. Testimonios recogidos en el Juicio de Residencia de 1529 confirman que Alvarado utilizó perros para castigar a los indígenas que no accedían a sus demandas, una táctica que causó gran terror entre las poblaciones locales.
El uso de estos perros no solo tenía el propósito de matar, sino de intimidar y someter a las poblaciones indígenas. En territorios como la Mixteca alta, Gaspar de Pacheco, bajo las órdenes del virrey, utilizó perros de presa para perseguir a los indígenas que se refugiaban en las montañas, en una demostración de brutalidad que dejó profundas cicatrices en la memoria colectiva de la región.

El aperreamiento se convirtió en un símbolo de la violencia desmedida y del control absoluto que los conquistadores ejercían sobre los indígenas. La combinación de miedo, tortura y muerte, documentada tanto en fuentes indígenas como europeas, refleja la magnitud del sufrimiento que estos pueblos soportaron durante la conquista.

Un perdón para avanzar

La relación entre México y España sigue marcada por las sombras del pasado. En años recientes, figuras como Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la actual presidenta Claudia Sheinbaum,  han solicitado al rey Felipe VI que pida perdón por la conquista, una solicitud que ha sido ignorada por el gobierno español. Sin embargo, en lugar de esperar una disculpa, México puede asumir un papel proactivo y otorgar su propio perdón, no desde la sumisión, sino desde el reconocimiento y el empoderamiento de su gran historia.

Otorgar perdón no significa olvidar. Al contrario, es un acto que honra a las víctimas de la conquista y les otorga dignidad. Es una manera de afirmar que, a pesar del dolor, México ha sobrevivido, ha resistido y ha creado una identidad nacional fuerte. Este perdón no es una renuncia a la memoria, sino una reivindicación del derecho a trascender el agravio desde una postura de fuerza social, cultural y moral.

El perdón soberano de México a España cerraría un ciclo histórico, liberando a ambos países de las cargas emocionales y políticas que este conflicto genera. Sería un paso hacia una relación más justa y equitativa. Además al tratarse de un acto soberano, libre y unilateral, no requiere del consentimiento del otro Estado.

Octavio Paz escribió que la herida de la conquista es una de las raíces profundas de la identidad mexicana. Sin embargo, al ofrecer este perdón soberano, México podría mostrar al mundo que ha transformado esa herida en una fuente de unión y fortaleza, un acto de justicia histórica que honra a las víctimas y permite la reconciliación desde la magnanimidad de la nación mexicana y el hermanamiento entre los pueblos.


Bibliografía: 

Alva Ixtlilxóchitl, Fernando, Obras Históricas, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, México, 1975- 1977, 2 vols.

Anales de Tlatelolco y Códice de Tlatelolco, Edición de Rafael Porrúa, México, 1980.

Códice Chimalpopoca. Anales de Cuauhtitlan y Leyenda de los soles (est. introd. y trad. de Primo Feliciano Velázquez), México, UNAM, 1975


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