El antifascismo, su pasado, presente y futuro
El antifascismo, su pasado, presente y futuro
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Según Mark Bray: “Después de Auschwitz y Treblinka, los antifascistas juraron luchar hasta la muerte contra la posibilidad de que los nazis organizados dijeran algo”. En definitiva, “el antifascismo es la expresión de la autodefensa colectiva”.

No, el fascismo no desapareció el 8 de mayo de 1945. Las redes siempre han funcionado desde esa fecha, los supervivientes han perseguido sus objetivos destructivos. Hoy las manifestaciones, las publicaciones, los resultados electorales muestran que el peligro es permanente en América y en Europa. Nunca murió en España, Italia, Francia, Gran Bretaña…

Las recientes manifestaciones antiinmigrantes en este país subrayan que detrás de la apariencia de tolerancia, reina entre bastidores un odioso racismo. El libro de Mark Bray, Antifascismo, su pasado, su presente y su futuro, publicado por Lux Editions, es particularmente relevante para explicar el fenómeno fascista y las acciones contra él. A partir de numerosas entrevistas con antifascistas de todo el mundo, enumera las tácticas adoptadas por el movimiento y analiza su filosofía. “Sostengo que el antifascismo militante es una respuesta sensata e históricamente fundamentada a la amenaza fascista que persistió después de 1945 y que nunca ha sido más vívida que en los últimos años”.

¿De dónde vendría el fascismo? ¿De Italia para tomar una respuesta clásica con Mussolini y otros? Es difícil dar una definición estricta ya que su construcción es compleja y varía según el país. Para el historiador Robert Paxton, los fascistas “rechazan todas las formas universales a favor del éxito de los pueblos elegidos en una lucha darwiniana por la supremacía”. Señala que el fascismo está marcado “por una preocupación obsesiva por el declive de la sociedad, por su humillación y victimización, por los cultos compensatorios a la unidad, la energía y la pureza”. Los activistas, nacionalistas convencidos, están supervisados ​​por un partido de masas en colaboración con las élites. Barre recuperaciones ideológicas de izquierda, abandona las libertades democráticas en favor de una política de violencia redentora. “Un doble objetivo de limpieza interna y expansión externa”. Todos podrán pensar en el nazismo, en el fascismo italiano, pero también en actitudes y comentarios más recientes en Francia y Gran Bretaña.

¿Cómo luchar?

Para mostrar su oposición, ¿debería simplemente marchar con otras consignas? ¿Escribir columnas en los medios? ¿Deberíamos unir las fuerzas de la izquierda? ¿Adoptar un enfoque legalista o, por el contrario, una lucha frontal? «En general, este debate estratégico sobre las interpretaciones del antifascismo divide a la izquierda». Según Mark Bray: “Después de Auschwitz y Treblinka, los antifascistas juraron luchar hasta la muerte contra la posibilidad de que los nazis organizados dijeran algo”. En definitiva, “el antifascismo es la expresión de la autodefensa colectiva”.

Para apoyar al lector en su análisis, Mark Bray elabora un fresco histórico que encontrará su fuente en Action Française, que el historiador Nolte considera el primer grupo protofascista. Paxton quien destaca el papel del Ku Klux Klan. Por lo tanto, frente a la violencia de los grupos fascistas, las fuerzas de izquierda tienen respuestas variadas. Así, en Alemania, destacamos las de los anarquistas, en particular con la creación de la milicia anarquista Schwarze Scharen (Nubes Negras), fundada en 1929 para proteger las reuniones. Las vacilaciones de los socialistas y la oposición a los comunistas contribuyeron en gran medida a la parálisis de la izquierda.

Entre los mitos de la posguerra, el de una Inglaterra unida para preservar la democracia frente al nazismo hace olvidar lo poderosa que era la extrema derecha antes de la guerra con el movimiento de un tal Mosley. El recorrido histórico hasta las luchas actuales nos permite comprender y poner en perspectiva para medir mejor las acciones a tomar hoy.

Lecciones del pasado

Mark Bray extrae cinco lecciones de este viaje.

  • Las revoluciones fascistas nunca han tenido éxito. Los fascistas obtuvieron el poder de forma legal.
  • Muchos líderes antifascistas antes de la guerra no apreciaron a tiempo el peligro del fascismo.
  • Los líderes socialistas y comunistas tardaron más que su base en reaccionar.
  • El fascismo roba a la izquierda su ideología, sus estrategias, su imaginario y su cultura.
  • El fascismo no necesita que haya muchos fascistas para surgir.

 

Ciertas afirmaciones merecen debate y éste es uno de los intereses de este libro. Yo añadiría que el capítulo sobre la libertad de expresión también debe dar que pensar. ¿Existe libertad para los enemigos de la libertad? Finalmente, el antifascismo cotidiano abre formas de acción para preservar la sociedad humana.


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