Eduardo Montagut
Las Iglesias debían ser sostenidas por los fieles, y para ello hasta citaba a San Agustín cuando afirmaba que “no se puede creer sino queriendo”.
En la intervención del diputado y ministro socialista Fernando de los Ríos sobre la situación de la Iglesia en el debate constitucional en octubre de 1931 encontramos los argumentos socialistas de aquella época frente al sostenimiento económico de la Iglesia por parte del Estado.
La primera argumentación partía del hecho de que, si el Estado era laico, es decir, estaba situado “ad extra” de toda confesión”, el mismo no podía sostener a Iglesia alguna. La Iglesia era la comunidad de los creyentes, la comunidad de los fieles. Por eso, no era posible que fuera forzosa la ayuda económica a una Iglesia a la que “no están adheridas ni la voluntad ni la creencia, ni los más íntimo y recóndito de la vida sentimental”. Las Iglesias debían ser sostenidas por los fieles, y para ello hasta citaba a San Agustín cuando afirmaba que “no se puede creer sino queriendo”. En la frase había una dimensión que destacaba Fernando de los Ríos, y era que no parecía permisible que una confesión religiosa sostuviese a su Iglesia con la ayuda de los que no eran sus adeptos.
Pero eso es lo que había ocurrido y sido tradicional en España. La tradición española se basaba en la forzosidad de la ayuda económica, independiente de las conciencias individuales. Como vemos, Fernando de los Ríos estaba afirmando el principio básico sobre la financiación de la Iglesia sostenida por los defensores de la separación de la Iglesia y del Estado, es decir, que no era posible que los no creyentes sostuviesen obligatoriamente a la primera. La cita de San Agustín, dada la profundidad intelectual de Fernando de los Ríos, parece muy sugerente porque afirmaba en esta argumentación que sobre “el no querer no puede justificarse nada religiosamente”.
El discurso puede consultarse en el número 7072 de El Socialista.
Fuente → nuevarevolucion.es
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