En esa carta, desconocida hasta ahora, Nehru recuerda algo sucedido un cuarto de siglo antes. Corría el verano de 1938 y la Guerra Civil española se adentraba en su fase más cruenta. Con los sanguinarios bombardeos italianos al Mercado de Alicante y a la ciudad de Granollers (unos 500 muertos en total). Con la agónica resistencia republicana de la Bolsa de Bielsa. Con las tropas franquistas avanzando hacia Valencia y acorralando al Gobierno. Entonces la India era una colonia sojuzgada por el imperio británico. Europa sufría la zarpa del fascismo. Y en el tablero español se estaba jugando el futuro del mundo libre. Y Nehru, que ansiaba la libertad, quiso estar allí. En la Barcelona republicana.
“Mientras estaba en Barcelona –teclea Nehru en su carta– tuve la primera experiencia en presenciar el bombardeo nocturno de una ciudad”. En aquellos cinco días, con sus cinco noches de bombardeos oídos desde el Hotel Majestic, Nehru vio con indignación que la misma Gran Bretaña que no concedía la independencia al pueblo indio tampoco intervenía en España para defender la democracia. Italia y Alemania sí que apoyaban militarmente a Franco. Pero Gran Bretaña no defendía al Gobierno legítimo de la República. Y fue así como Nehru unió la causa del pueblo indio a la defensa de la República española: una alianza hoy desconocida que desprende el halo romántico de otro mundo, de otro tiempo.
La carta ha aparecido en el Archivo Negrín. El presidente de la Fundación Juan Negrín, José Medina Jiménez, asegura que nunca antes había sido publicada ni se ha mencionado en ningún libro. En su opinión, simboliza la alianza de “dos luchadores en defensa del mundo libre y democrático: Nehru luchando por la descolonización de la India, y Negrín luchando por la República, convencido de que los nazis y los fascistas, si ganaban la guerra, someterían a España y Europa”.
Lo cierto es que a Nehru, que llegaba a España para internacionalizar la lucha del Congreso Nacional Indio para la independencia, le conmovió aquella visita. Estuvo presente en los frentes de combate, departió con las Brigadas Internacionales, vio fábricas y talleres en Badalona y Barcelona y mantuvo encuentros políticos con Pasionaria, el president Companys, el general Enrique Líster o el alcalde de Barcelona Hilari Salvadó.
En otra carta enviada a Negrín cinco meses después de aquella estancia –cuando aún todo era posible– Nehru recordaba: “Nunca olvidaré las impresiones que adquirí durante mi visita a España. El valor y la determinación del pueblo español frente a todo género de privaciones es verdaderamente maravilloso e inspirador. Estoy plenamente convencido de que la victoria ha de ser vuestra (…) Será un día grande para la libertad y la democracia mundial aquel en que la República española salga triunfante de su prueba. Puedo asegurarle que el pueblo de la India sigue esta lucha con la mayor simpatía hacia el pueblo español”.
Sin embargo, aquel deseo no se cumplió. Resistir no fue vencer.
Carmen Negrín, nieta del último presidente de Gobierno de la República, detalla el origen de esta carta desconocida, datada en la residencia del primer ministro indio en Nueva Delhi y hoy conservada en el Archivo Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. “La carta iba dirigida a mi tío Juan, hijo mayor de mi abuelo. Mi tío quería escribir un libro sobre su padre y pidió recuerdos a varias personas que habían conocido a mi abuelo. Uno de ellos fue Nehru. Aquel libro nunca se escribió, pero quedaron varias cartas interesantes como esta de Nehru”, cuenta. También enviaron cartas para ese volumen figuras relevantes como Vincent Auriol, primer presidente de la IV República francesa, el ministro galo Jules Moch, la intelectual feminista Isabel Oyarzábal o los corresponsales norteamericanos Jay Allen y Herbert Matthews, que contaron la guerra española para los grandes periódicos de Estados Unidos.
Todos recordaban a Negrín. Pero el testimonio de Nehru, rememora su nieta, es especial. “Mi abuelo lo apreciaba. Para él, el colonialismo era incompatible con la democracia, y en eso y en muchas otras cosas coincidía tanto con Nehru como con Gandhi, cuyo pacifismo admiraba”.
En la misma línea incide José María Ridao, escritor y actual embajador de España en la India. “Nehru rechazaba que la Guerra Civil fuera una lucha entre fascismo y comunismo. Según su análisis, era una agresión de dos potencias totalitarias, Alemania e Italia, contra un sistema democrático. Los comunistas ―recuerda Nehru en su autobiografía― eran una minoría en las Cortes republicanas, por lo que la lucha era, en realidad, entre el fascismo y la democracia española. Y esa guerra, convertida para Nehru en una ‘angustia personal’, contribuyó a afianzar su idea de que la lucha anticolonial debía considerarse parte de la lucha por la democracia, no por la revolución comunista”, explica Ridao.
Precisamente un artículo de José María Ridao en EL PAÍS (Nehru y la guerra de España) hizo aflorar esta carta inédita que reposaba en un archivo que ha sobrevivido a una guerra civil, a una guerra mundial y a varias mudanzas internacionales guardado en cajas de madera y en baúles polvorientos y que la familia Negrín custodió en el exilio durante décadas. La carta, en la que Nehru subraya que su visita a España y su encuentro con Negrín permanecen “como un tesoro en su memoria”, pone de relieve el papel de los líderes de la India anticolonial durante la Guerra Civil española.
Sobre esta materia, tan poco estudiada, ha investigado el profesor Michael P. Ortiz, historiador de la Universidad de Rhode Island. En un trabajo académico publicado en inglés bajo el título ¡España! ¿Por qué? Jawaharlal Nehru, la No-Intervención y la Guerra Civil española, el profesor Ortiz detalla que los anticolonialistas indios se comprometieron con la República española de formas distintas. Organizaron colectas de alimentos, publicaron propaganda antifranquista y visitaron la España devastada por la guerra. Entre todas estas acciones, recaudaron 50.000 rupias para enviar a la República española y hasta desplegaron una misión médica en Barcelona, encabezada por el doctor Madan Mohan Lal Atal, que incluía una ambulancia con el siguiente cartel: “Comité de Ayuda España-India: A los Valientes Demócratas Españoles, del Pueblo de la India”.
En aquellos días de bombas e ideales, Nehru quiso implicar al pueblo indio en la guerra española. Eso le valió algunas críticas hasta en su propio bando por quienes consideraban que se estaba alejando de la realidad de las calles indias. España, a 7.000 kilómetros de distancia, no era una prioridad para un pueblo dividido por credos, por renta, por clases, por castas.
No obstante, aquellas críticas no amilanaron a Nehru. El profesor Ortiz rescata unas líneas escritas por el líder indio en favor de la República española, en aquellos momentos de efervescencia ideológica, que decían así: “No somos indiferentes; no podemos ser indiferentes al coraje y al heroísmo en la causa de la libertad humana. No podemos olvidar que nuestros propios intereses están en juego, nuestra propia libertad por la que trabajamos está en juego. Somos gente pobre y hambrienta, pero aun en nuestra pobreza y miseria nos compadecemos de nuestros camaradas españoles y debemos prestarles la ayuda que podamos, por pequeña que sea”. Nehru prestó esa ayuda. Y siempre lamentó que Gran Bretaña no lo hiciera.
El último recuerdo del abuelo Juan
Han pasado 65 años, más de veinticuatro mil días sin el abuelo Juan. Pero Carmen Negrín, la nieta del último presidente de Gobierno republicano de España, mantiene vivo el recuerdo de aquel hombre con el que se crió lejos de España. En su memoria sigue “con una sonrisa tierna y una mirada clara, directa y alegre”. No quiso verlo muerto. Por eso, en su mente continúa vivo el recuerdo de los últimos momentos. “Sus últimas palabras, según me contaron su compañera durante treinta años, Feliciana López de don Pablo, y mi padre, Rómulo, fueron para mi hermano y para mí. Se preocupó por nuestro porvenir y pidió a Feli, como la llamábamos, que se encargara de nosotros y, en particular, de nuestra educación. Para él, la educación era lo más importante; el conocimiento era la base para cualquier cambio profundo y mejoría de la condición humana, incluyendo la igualdad entre hombres y mujeres. Antes, había pedido a mi padre que transmitiera al Estado español los famosos recibos del oro. Se respetó su voluntad. Y creo que esas dos voluntades últimas reflejan bien su personalidad: su interés por el más frágil (en este caso sus nietos), y su pasión por España y los españoles. En efecto, se hablaba en esos momentos de un posible acercamiento con la URSS y era importante que la URSS no pudiera reclamar nada a los españoles (independientemente de quién los gobernaba). Eso, desafortunadamente, no se entendió (empezando por sus propios compañeros políticos) y ayudó a reforzar su ‘leyenda negra’, como había pasado cuando pidió la aplicación en España del Plan Marshall, el cual, como decía, no hubiera aportado nada más a Franco, pero sí hubiera ayudado a los españoles”, explica Carmen Negrín.
Fuente → elpais.com
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