José Luis Zerón Huguet
Poeta y escritor oriolano
Me siento profundamente indignado al enterarme de que el Pleno del Ayuntamiento de Orihuela ha rechazado, con los votos de PP y Vox, una declaración institucional propuesta por el PSOE para adherirse a la petición impulsada por el investigador hernandiano Joan Pàmies. Dicha petición, respaldada por la familia del poeta, insta al Gobierno a anular los procesos judiciales abiertos durante la dictadura franquista contra Miguel Hernández.
En el documento socialista se alude directamente a la II República, al franquismo y a las circunstancias que rodearon la muerte de Hernández, que la solicitud de la familia califica como asesinato por omisión. Estos términos fueron rechazados por el PP en la propuesta institucional, prefiriendo centrarse exclusivamente en la relevancia de la obra del escritor oriolano y su importancia internacional. Es difícil asimilar que en pleno siglo XXI el equipo de gobierno de la localidad se niegue a respaldar una moción que no solo busca justicia histórica, sino también reparar una de las heridas más profundas que dejó la dictadura en la cultura y la sociedad españolas.
Lo que más duele no es solo la decisión del pleno municipal, sino también algunas de las personas que la han respaldado. El alcalde, Pepe Vegara, siempre se consideró un hernandiano de corazón y, antes de entrar en política, llegó a promover actos en honor al poeta. Lo mismo ocurre con Vicente Pina, el concejal de Educación, destacado librero y un defensor, hasta hoy, de la causa hernandiana. Ambos, que en su día enarbolaron la memoria de Hernández, han dado la espalda a su legado y se han alineado con el olvido.
Que personas que alguna vez promovieron la figura de Miguel Hernández hoy minimicen el contexto de su vida y muerte, intentando borrar el franquismo y la República de cualquier debate sobre su obra, genera una profunda decepción.
La moción presentada por el PSOE no era solo un acto de justicia, sino también un paso hacia la reparación de uno de los mayores atropellos judiciales de la dictadura franquista. En lugar de abrazar esa justicia, los concejales del PP y Vox han preferido una versión blanqueada y vacía, desconectada del sufrimiento que marcó la vida del poeta. Se han limitado a destacar su faceta literaria como una forma de excusar su negativa ante la oposición. Sin embargo, la vida y la obra de Miguel Hernández están intrínsecamente ligadas a su lucha política y social. El argumento de que hablar de la República “divide” o “fomenta el rencor” no tiene sentido. El verdadero rencor lo genera el olvido, el silencio cómplice. No se puede hablar del legado de nuestro poeta sin recordar las circunstancias que llevaron al poeta a la cárcel y, finalmente, a la muerte.
Este despropósito, porque no puedo llamarlo de otra manera, perjudica la imagen que proyectamos. Fuera de nuestras fronteras, seguirán percibiendo a nuestra ciudad como un lugar ‘sotánico y satánico’, según lo expresó Pablo Neruda. Esa visión de Orihuela como un reducto retrógrado, incapaz de valorar ni siquiera a su propio poeta, no refleja a toda su ciudadanía. Somos muchos en Orihuela los que no comulgamos con la decisión de nuestro gobierno local, y no podemos mirar hacia otro lado.
Lo que voy a decir podría parecer una obviedad si no fuera porque algunas personas no quieren enterarse todavía, pero lamentablemente debemos insistir en ello: Miguel Hernández dejó clara su enseñanza. La dignidad y la memoria no se negocian. Hoy, más que nunca, me aferro a sus versos y a su lucha, con la esperanza de que algún día Orihuela, como ciudad, esté a la altura del legado de su poeta más ilustre.
Fuente → infovegabaja.com
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