Málaga. La tortura en tiempos de guerra
Ramón Triviño
“La tortura fue bestial, los falangistas se turnaban agotados de darle palos. Pidió agua y se la dieron con cal; le estrujaban vinagre en las heridas”
El periodista Ramón Triviño, en su colaboración habitual con elobservador.com, en la que recopila curiosidades de la historia de Málaga, escribe sobre Juan Muñoz Fernández, “un destacado dirigente socialista y alcalde de Almáchar durante la II República (…) acompañado de su mujer y sus 7 hijos, se unió al éxodo de miles de personas que intentaban escapar por la carretera...
...Málaga-Almería, convertida en un campo de extermino de más de 100 kilómetros. No lo mató una bomba, pero fue detenido, torturado, asesinado y tirado a una zanja del cementerio de su pueblo”.
La tortura en tiempos de guerra
Cuando Málaga cayó en manos de las tropas golpistas, en febrero de 1937, Juan Muñoz Fernández, un destacado dirigente socialista y alcalde de Almáchar durante la II República cargó
las pocas cosas que tenía y, acompañado de su mujer y sus 7 hijos, se
unió al éxodo de miles de personas que intentaban escapar por la
carretera Málaga-Almería, convertida en un campo de
extermino de más de 100 kilómetros. No lo mató una bomba, pero fue
detenido, torturado, asesinado y tirado a una zanja del cementerio de su
pueblo.
En el año 2011, a petición de la familia,
la fosa fue abierta y localizados unos restos de un cuerpo en un
féretro y debajo, restos de una segunda persona, supuestamente Juan Muñoz. En el informe elaborado por el Comisariado de la Memoria Histórica de Andalucía, se incluyó el testimonio de una hermana de Juan Muñoz
que aseguró que compró un ataúd para enterrarlo dignamente, pero que
tiraron el cadáver del ataúd para poner en él a un cura que había muerto
en un cortijo cercano al pueblo.
Descubrimiento de los restos de Juan Muñoz
La historia de Muñoz Fernández es estremecedora. La resumía en el citado informe su nieto Juan Muñoz a través de los testimonios de sus tías, testigos directos de la masacre en la carretera de Málaga:
'La marcha resultaba muy penosa puesto que sus hijos éramos muy
pequeños (...). Consiguió parar una camioneta, cuyos ocupantes se
ofrecieron a recogernos. En ese momento, una bomba cayó sobre la misma y
mató a todos sus ocupantes. Podemos decir que nos salvamos de milagro.
Excepto nuestro padre, quien tomó la decisión de volver sobre sus
pasos".
Su esposa, María, intentó convencerlo de que no lo hiciera. Y al final, mientras regresaban, Juan Muñoz fue detenido por los falangistas a la altura de Torrox. De ahí pasó a Vélez y luego a Almáchar. “Él sabía lo que le esperaba y cuando fueron a cruzar el río de Vélez que
venía crecido, se tiró al agua desde la mula donde lo transportaban
amarrado con la sola intención de ahogarse. Lo sacaron del agua y lo
llevaron a la prisión municipal”, narró su nieto.
Según el mismo testimonio, “en Almáchar,
la tortura fue bestial, los falangistas se turnaban agotados de darle
palos. Pidió agua y se la dieron con cal; le estrujaban vinagre en las
heridas. Le preguntaban por las personas que habían matado a 2 miembros
de una familia de caciques del pueblo. Como él no contestaba,
continuaban con la tortura. Al final le pusieron unos grilletes en la
cabeza y apretaron hasta que lo mataron”. Los motivos expuestos en el
parte de defunción, que no fue firmado por ningún facultativo, son los
mismos que se solían usar en las prisiones en circunstancias similares:
'colapso cardíaco'.
Fuente documental: La fosa del alcalde que se quedó sin ataúd por un cura. Olivia Carballar. Diario Público y Ayuntamiento de Almáchar.
Fuente → revistaelobservador.com
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