Luisa Paramont, una Amazona en el Cuerpo de Carabineros
Luis Miguel Sánchez Seseña
El 18 de julio de 1936, con el comienzo de la sublevación fascista, la rejoneadora Luisa Paramont elige sin titubeos defender la legalidad republicana: “Como cuando en los ruedos taurinos sorteábamos la muerte y la gloria, entre el entusiasmo de miles de corazones populares…”. Y se explicaba así:
Se alistó voluntariamente en las Milicias Taurinas del Batallón Galán, junto con otros compañeros de profesión que en el verano de 1936 estuvieron luchando en Madrid, en las sierras de Somosierra y Guadarrama. Los toreros madrileños formaron una agrupación de milicianos voluntarios impulsada desde la Asociación de Matadores de Toros y Novillos de Madrid que no dudaron en ir a combatir al frente a defender la República, controlando la zona que va desde Buitrago del Lozoya, Cinco Villas, Lozoyuela, La Cabrera y Villa Vieja hasta los Gascones.
Luisa Paramont, al lado de otros profesionales de la tauromaquia, estuvo defendiendo el agua y su suministro a Madrid en el Frente de Somosierra.
Sirvió de enlace entre los distintos frentes de batalla en Madrid, a lomos de su caballo, y ejerció en la doma-adiestramiento de caballerías para el ejército republicano.
Su valentía y dotes de mando la llevaron a ser una de las pocas mujeres que alcanzaron las tres estrellas de Capitana en la Milicia popular.
A continuación, se reproduce la primera página de la entrevista publicada en la Revista Estampa nº 458, del 24 de octubre de 1936:
A raíz de la militarización de las milicias en el Ejército Popular de la República y de la exclusión de la mujer en el frente, Luisa Paramont se queda en el EPR, en la 3ª Brigada Mixta formada en su mayoría por Carabineros. De las 7.000 mujeres milicianas combatientes que se calcula que fueron al frente en los primeros meses de la guerra, tan solo un 5% permanecieron en el EPR.
El Cuerpo de Carabineros de España fue un cuerpo armado cuya misión era la vigilancia de costas y fronteras y represión del fraude y el contrabando. Se creó en 1829 y fue disuelto e integrado en la Guardia Civil en 1940. Tenían presencia en las fronteras terrestres, provincias marítimas y en Madrid. El lema de los Carabineros era: Moralidad, Lealtad, Valor y Disciplina. En su emblema, dos carabinas cruzadas.
Durante la Guerra Civil, el Cuerpo de los Carabineros se alineó fundamentalmente con el Gobierno de la República, y fue uno de los estamentos militares donde menos apoyos tuvo el golpe de Estado del general Franco. Posteriormente se convirtió en la élite del Ejército Popular. En 1936, el cuerpo constaba de 16.096 hombres. Aproximadamente un tercio se puso al lado de los sublevados y dos terceras partes se mantuvieron fieles a la República. En el transcurso de la Guerra Civil alcanzó la cifra de unos 40.000 integrantes.
El Cuerpo de Carabineros tenía doble dependencia durante la República: de los Ministros del Ejército y de Hacienda. Juan Negrín, Ministro de Hacienda antes de ser Presidente del Consejo de Ministros, potenció el cuerpo, convirtiéndolo en la élite del nuevo Ejército Popular Republicano. Aparte de su servicio normal como cuerpo fiscal y de represión del contrabando, se crearon batallones de choque para combatir en el frente, que se agruparon en Brigadas Mixtas, la 3ª y la 5ª; luego se añadieron la 8ª, la 65ª y la 87ª.
Los Carabineros tenían sus propios centros de reclutamiento e instrucción, creados en diciembre del 36, en Requena, Orihuela y Campo de Criptana. El Cuerpo seguía dependiendo del Ministro de Hacienda, y contaba con sus propios servicios de Transporte y Sanidad, independientes de los del Ejército Popular de la República.
El 66% del Cuerpo que se mantuvo fiel a la República en julio de 1936, estaba mucho mejor equipado en general que las demás unidades del EPR, y sus unidades pasaron a ser unas privilegiadas en cuanto a equipo y medios. Se les conocía como Los hijos de Negrín.
Tras el final de la guerra, la Ley de 15 de marzo de 1940, promulgada por el dictador Francisco Franco, hace que el Cuerpo de Carabineros desaparezca y lo integra en la Guardia Civil.
En septiembre de 1936, nacían las Brigadas Mixtas, así llamadas porque eran unidades compuestas por varias armas: infantería, caballería, artillería, ingenieros, sanitarios… Eran pequeños ejércitos que no llegaban a los cuatro mil efectivos.
La 3º y 5ª Brigadas Mixtas fueron de las primeras en constituirse, y de las pocas formadas básicamente por carabineros.
La 3ª Brigada Mixta se constituyó en octubre de 1936, en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) con efectivos del Cuerpo de Carabineros y de las milicias, al mando del Cuerpo el comandante José Mª Galán.
Tras un breve período de instrucción, la Brigada salió hacia el frente de las Rozas-Majadahonda en el frente de Madrid.
En noviembre de 1936, Luisa Paramont ya está plenamente integrada en el Cuerpo de Carabineros, en la 3ª B.M.
Su fotografía aparece en los periódicos de la época, Ahora, Crónica y ABC Madrid, combatiendo en el Frente de Madrid.
AHORA (8-11-1936): “Una miliciana, gran jinete, que pudo ser rejoneadora, o “jockey”, o cazadora campera en carreras de liebres. Pero que es guerrera y emplea su arte de caballista al servicio de la causa…”
CRÓNICA (15-11-1936): “Esta miliciana, perteneciente a uno de nuestros regimientos de caballería, lucha en la defensa de Madrid como un hombre”
Foto de Santos Yubero (ABC Madrid, 8-11-1936)
ABC Madrid (8-11-36): Esta bella miliciana, perteneciente a uno de nuestros regimientos de caballería, lucha en la defensa de Madrid, dispuesta a cumplir la consigna del “no pasarán”.
Luisa combate en el sector de Las Rozas de Madrid-Majadahonda. Coincidiendo con la llegada del Ejército de África a Madrid, el 7 de noviembre la 3.ª Brigada Mixta se encontraba situada en la zona de Pozuelo con unos 2500 efectivos. Ese mismo día entró en combate con las fuerzas sublevadas, logrando detener su avance y mantener sus posiciones en el Campamento de Retamares; esta acción sería decisiva para la defensa de Madrid.
Su voz resonaba como eco de la conocida canción de la guerra civil:
“Si me quieres escribir,
Ya sabes mi paradero,
Tercera Brigada Mixta
Primera línea de fuego.”
Textos de la publicación anterior:
“En la fotografía vemos a una muchacha, incorporada a los Carabineros y que se ha contagiado, con patentes demostraciones, de su bravura”
Muy pocas mujeres formaron parte del Cuerpo de Carabineros en la República, procedentes de las Milicias, según se desprende del estudio de la historiadora Esther Gutiérrez Escoda. Luisa Paramont fue una de ellas.
A partir de este momento, noviembre de 1936, se le pierde la pista a la Paramont en la prensa. Todo indica que murió en el frente de batalla, asesinada por las tropas sublevadas.
La de Luisa fue una vida truncada, segada, ahogada por la guerra. Otra más. Las combatientes que cayeron en el frente, fueron las primeras víctimas del régimen franquista.
Los comienzos de su vida fueron muy duros. Fue abandonada al nacer en la Inclusa de Madrid. Más adelante compartió sus primeros años de infancia con Juan Manuel Seseña, ambos bajo el amparo de una nodriza o ama de cría de Guadalajara, Teresa Perpiñán, que 1910 los acogió a los dos. Finalmente, con diez años, en 1917, es proahijada (adoptada) por una familia de Barcelona con recursos, que le proporcionan educación y valores.
En una crónica publicada en el Noticiero Bilbaino el 9-4-1935 y titulada “En Vista Alegre, una señorita torera fracasa y dos jóvenes novilleros triunfan”, de Gregorio Corrochano - periodista y escritor taurino de Talavera de la Reina- bajo el seudónimo de Alegrías, escribía, entre lindezas valorativas de fuerte calado machista, lo siguiente: … era una muchacha que había abandonado las comodidades de su casa –vivía en una “torre” de Barcelona- por afición al hipismo y a la tauromaquia… la “niña” Paramonts, era hija de un sabio profesor de griego”.
Una vida llena de aventuras a contracorriente, feminista a tiempo completo, que le lleva a embarcarse en un viaje transatlántico rumbo a Buenos Aires, donde se hace amazona, participando en el turf argentino de carreras de caballos, a ritmo de tango. Todo ello, gracias a la constitución republicana de 1931, donde se igualan derechos fundamentales para hombres y mujeres.
Antes de dar el salto definitivo a los alberos de las plazas de toros como rejoneadora de novillos, Luisa se subió a los escenarios de revistas musicales, actuando como tiple.
En la foto de Díaz Casariego de Heraldo de Madrid, pág.8, (14-6-1935), Luisa Paramont aparece entre el elenco de actores y actrices que interpretaban la obra de fantasía sainetesca ¡Al Pueblo! ¡Al Pueblo! de los autores J. Jiménez y E. Paradas, y música de E. Pérez Rosillo.
En la temporada de 1935, Luisa decide – junto con otras mujeres- hacer el paseillo por las plazas de toros de España.
Fuente: “El toreo entre libros II”. Bibliófilos taurinos de México, A.C.(2019)
Su paso por el mundo taurino, con revolcones tanto en las faenas como en los despachos; su presencia escénica y musical en teatros de revista, como vedette; su galope por el hipódromo de Palermo (en España la primera carrera de caballos de amazonas no se produce hasta los años ’70); supusieron, todas ellas, experiencias vitales que hicieron de Luisita Paramont una mujer diferente, con carácter y adelantada a su tiempo. Enfrentada al clasismo y al machismo imperantes, más aún si cabe entre los círculos profesionales que transitó. Pero, sobre todo, una mujer de principios, comprometida con el pueblo y con la República.
De la inclusa a la memoria histórica. De manejar cuadrillas en la lidia, a ser Capitana de la milicia. De jocketa en Argentina, a integrante del Cuerpo de Carabineros.
Como tiple o como guerrera, un torbellino de vida.
Siempre, Luisa.
Fuente → Luis Miguel Sánchez Seseña
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