Franquismo Criminal en Fregenal de la Sierra (Badajoz), Represión y asesinatos
Franquismo Criminal en Fregenal de la Sierra (Badajoz), Represión y asesinatos / Tulio Riomesta
 
Fregenal de la Sierra, al sur de la provincia de Badajoz, había sido durante la República un importante foco de ideas políticas y sede de los mayores sindicatos del momento, donde se organizaban multitud de gremios de toda la comarca. Tras el golpe fascista se detuvo, y respetó la vida, de varios derechistas. Conforme avanzaban las bandas armadas franquistas de la columna de la muerte, en Fregenal se concentraron entre 5.000 a 6.000 refugiados leales a la República Española, procedentes de pueblos cercanos ocupados por los sublevados, y atrapados ante el curso de los acontecimientos, entre las zonas ya ocupadas de Andalucía occidental, el avance de la columna y la frontera portuguesa.
 

El 16 de septiembre, ante el imparable avance de las tropas, el Comité decidió liberar a los presos derechistas sin violencia alguna. Ese mismo día, miles de refugiados concentrados en este pueblo decidieron huir a territorio Republicano formando así la denominada “Columna de los 8.000”, paisanos desarmados que huían aterrados de las matanzas que los nazionales, mercenarios moros y legionarios, y su jefes, los felones que desencadenaron la sublevación, se acercaban fuertemente pertrechados de armamento, y de experiencia militar. La madrugada del 18 de Septiembre entraron en Fregenal los golpistas en 2 columnas de 3.000 hombres; comenzaron las detenciones y los falangistas arrancaron con los asesinatos. Los fascistas organizaron una misa de campaña, y seleccionaron a un grupo de personas que fueron asesinadas en el Paseo, un fusilamiento ejemplarizante. Los crímenes continuaron hasta 1939. Durante toda la guerra los frexenenses identificados con la República, sus familiares directos, y los de los huidos a zona Republicana, padecieron una feroz represión.

Los que se quedaron o no consiguieron huir comprobaron en muy poco tiempo la implacable ira ejercida por la represión golpista. Junto a todas las personas significadas de la localidad perecieron también, en multitud de ocasiones, sus hermanos, padres, cuñados, mujeres e hijos, en ocasiones aún no natos. Esta crueldad ejercida respondía, como en muchas otras localidades extremeñas, a la política de terror promulgada por Queipo de Llano. Entre 1936-1947 los rebeldes asesinaron a cerca de 90 Republicanos, 8 asesinados en otros pueblos. Terminado el conflicto bélico, 6 más fueron asesinados tras juicios sediciosos, y otra persona murió en prisión. También mataron a 2 guerrilleros en 1947. La mayoría de las ejecuciones se llevaron a cabo en el cementerio. Al menos 9 de las víctimas eran mujeres, 3 estaban embarazadas. En la mayoría de estos casos, no existe información documental sobre las mujeres asesinadas, sus muertes nunca fueron registradas.

Cuando le dieron la chaqueta de su hijo recién fusilado, ella perdió el habla y quedó en silencio durante 2 años y medio, hasta que murió. Su padre, bracero toda la vida, dijo en su lecho de muerte que la casita que tenía se la legaba a sus 5 hijos. «Solo tienes 4», le dijo un testigo. «A mí, hasta que no me den el cuerpo de mi hijo, sigo teniendo 5», respondió el hombre. Ellos eran la madre y el padre de Juan Serrano García, socialista y militante de UGT, asesinado con 21 años el 22 de Septiembre de 1936 en Fregenal, “cuando los sublevados le engañaron para volver: Los que no habían cometido delitos de sangre, no tendrían represalias»; lo cuenta Andrés Serrano, representante de la Agrupación de familiares de fusilados del pueblo, y sobrino de Juan. El silencio obligado y físico de la madre de Juan atestigua las muchas décadas de represión interna sobre las miles de víctimas del franquismo. Serrano se enteró de la historia de su tío por su madre, “escuché por primera vez en mi vida lo que fue el fusilamiento de mi tío, las penurias que pasaron mis abuelos y la estigmatización que sufrió mi familia por ser, para el resto del mundo, unos rojos».

El caso de Juan, es solo uno más: “Cuando volvieron al pueblo les llevaron a la cárcel, y por más que mis abuelos intentaron intervenir con alguna gente poderosa del pueblo para salvarlo del fusilamiento, lo mataron», relata Serrano. Ese mismo 22 de Septiembre, los padres de Juan ya se figuraban lo peor. Sabían que su hijo había estado detenido y que los franquistas no tenían piedad. Sus sospechas se confirmaron cuando, a las pocas horas les dieron la chaqueta que portaba su hijo. Según Serrano, los militares sublevados también les dijeron que dejarán de buscar, que ya sabían dónde estaba, y que no molestaran a la gente, refiriéndose a las personas a las que habían acudido para pedir compasión por su joven hijo.

Lo mismo sucedió unos metros más allá, en esos días, en la plaza del pueblo: «Fusilaron a unas 4 personas en el centro del pueblo, querían crear más miedo del que ya había». Esta crueldad responde a la aplicación de la política del terror ejercida bajo las tropas del general Yagüe. Nos cuentan en el pueblo que cuando sacaban a las personas para ejecutarlas decía la gente eufemísticamente que “había ido a por romero”. Curiosamente el romero ha sido históricamente símbolo de la buena fe y la franqueza así como un importante ingrediente del bálsamo de Fierabrás, que al menos en esta ocasión no ha conseguido curar las dolencias ni las heridas de la represión franquista.



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