La memoria de los niños y niñas de la guerra de 1936 en Gipuzkoa ha sido recogida en la muestra ‘El ojo de la aguja/Orratz-begia’ que podrá verse a partir del día 20 en Arrasate y que posteriormente recorrerá otras localidades del herrialde.
La exposición ‘El ojo de la aguja/Orratz-begia’, que podrá a verse a partir del día 20 en Kulturate de Arrasate, recoge el testimonio de los niños y niñas de la guerra de 1936 de Gipuzkoa y supone la culminación del trabajo realizado por Intxorta 1937 Kultur Elkartea, con la colaboración de la Diputación de Gipuzkoa y la Universidad de Birmingham.
Según han explicado en la presentación de la muestra este lunes en Donostia Ion Gambra, director foral de Derechos Humanos y Cultura Democrática; Julia Monge, representante de Intxorta 1937 Kultur Elkartea; y Mónica Jato, comisaria de la exposición y profesora de la Universidad de Birmingham, con esta muestra se cierra un ciclo comenzado hace cuatro años «con un trabajo callado» que consistió en la investigación en archivos de Euskal Herria y de otros países. En esta primera fase, consiguieron crear una base de datos con más de 11.000 nombres de niños y niñas que sufrieron el exilio. La mayoría de estos niños y niñas procedían de Donostia (3.681), Irun (1.590), Hondarribia (609) y Pasaia (571), aunque hay datos de 56 municipios de Gipuzkoa y 246 casos que no han podido ser vinculados a ninguna localidad.
En una segunda fase, se realizó un homenaje a estos niños y niñas de 1936 en el Kursaal, al que asistieron 110 y sirvió para recopilar testimonios.
Asimismo, según ha explicado Jato, en septiembre de 2023 realizaron talleres en Arrasate en los que participaron integrantes de la generación que vivió este exilio y la siguiente. «El hilo conductor de estos encuentros fueron las interrelaciones entre la memoria y el cuidado. En nuestros talleres, las personas que vivieron en primera persona y sus descendientes comparten historias familiares, asegurándose de que no se pierdan en el tiempo», ha señalado la profesora de la Universidad de Birmingham, que forma parte del equipo Memory as Transgenerational Care (La memoria como cuidado transgeneracional).
La exposición cierra el círculo y tiene como objetivo dar a conocer toda la información recopilada sobre una época cruenta de la historia de Euskal Herria. Tras su estancia en Arrasate hasta el 12 de octubre, la muestra podrá verse en otras localidades guipuzcoanas.
Catálogo de 250 páginas
La exposición viene acompañada de un catálogo de más de 250 páginas, con textos del historiador Josu Chueca, que recoge toda la información recopilada durante estos años de trabajo. Monge ha destacado que la colaboración del Ayuntamiento de Arrasate les permitirá venderlo al precio simbólico de diez euros. «Más que un catálogo, es un libro», ha destacado la integrante de Intxorta 1937 Kultur Elkartea.
Gambra ha subrayado que esta exposición «cierra un proceso de reconstrucción de la memoria histórica de los niños y niñas que vivieron la guerra, proporcionando un reconocimiento fundamental al sufrimiento que padecieron». «Ahora, a través de esta exposición, los guipuzcoanos tienen la oportunidad de ver y comprender de manera más cercana la realidad que vivieron estas personas», ha explicado.
Además, ha señalado que esta muestra «no solo busca recordar, sino también educar y sensibilizar al público sobre las dificultades y el sufrimiento que enfrentaron estos menores en su huida, brindando un testimonio visual y emotivo de su historia».
También ha destacado «la importancia de la memoria como un valor necesario para construir una cultura democrática basada en el respeto mutuo y la convivencia pacífica, evitando así repetir los errores del pasado».
La exposición tiene diferentes apartados, como el llamado ‘La colmena del recuerdo’, un trabajo realizado por la artista Judith Martínez Estrada, formado por 26 hexágonos. En cada uno de ellos, se recoge el caso individual de un niño o niño de la guerra. Todos combinados representan el esfuerzo comunitario para mantener viva la memoria. En ‘Los paisajes del desarraigo’ se representan las experiencias de desplazamiento mediante paisajes digitales reimaginados y en ‘El velo de la infancia’ se homanejea a los niños y niñas exiliados en 1937 en Gran Bretaña, utilizando una instalación de vídeo y textiles de seis metros de altura «para explorar las emociones y desafíos a los que tuvieron que hacer frente, subrayando la importancia de escuchar y preservar estas historias como parte de nuestra memoria colectiva.
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