Figura relevante durante el bienio radical-cedista gracias a la victoria de su partido en las elecciones de noviembre de 1933, su ideales de derechas y contrarreformistas generaron grandes episodios de tensión y violencia. Durante el franquismo, defendió abiertamente la restauración de la monarquía
El gran referente de la derecha durante la II República, repudiado tanto por la izquierda como por el franquismo, nació en Salamanca en noviembre de 1898. Licenciado en Derecho por la universidad salmantina, mostró sus inquietudes políticas desde muy temprana edad y, tras obtener la cátedra de Derecho Político en la Universidad de La Laguna, se afilió al Partido Social Popular en 1922, a la vez que escribía artículos para el diario católico El Debate, dirigido por Ángel Herrera Oria. Durante la dictadura de Primo de Rivera participó en la redacción del Estatuto Municipal.
Posteriormente, obtuvo por primera vez acta de diputado en la recién proclamada II República, donde asumió un papel protagonista en las Cortes Constituyentes oponiéndose con firmeza a la política anticlerical del nuevo gobierno. Ingresó a continuación en el partido Acción Nacional, posteriormente rebautizado como Acción Popular, fundado por el propio Herrera Oria, convirtiéndose en uno de sus líderes más influyentes.
En 1933 fue uno de los principales promotores de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), gran coalición en la que se integró Acción Popular y que obtuvo una pírrica victoria en las elecciones de noviembre de ese año, con una exigua mayoría que dificultaba la gobernabilidad.
Líder de la oposición
El veto de la izquierda, un año después, a la integración en el Gobierno de figuras vinculadas al régimen de Primo de Rivera acabó provocando una huelga general revolucionaria que alcanzó su clímax en Asturias, saldándose con entre mil quinientos y dos mil muertos. Gil- Robles salió indemne, con todo, de la crisis, y fue nombrado ministro de la Guerra por el presidente Lerroux, puesto desde el que dio un gran protagonismo a militares como Joaquín Fanjul o el propio Franco.
La victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936 le desplazó a ser el líder de la oposición, si bien poco a poco fue perdiendo protagonismo entre las fuerzas de derecha ante el éxito de las tesis más radicales de José Calvo Sotelo, que moriría asesinado en julio del mismo año. Gil-Robles, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, intentó emigrar a Francia, donde no fue bien recibido, y posteriormente a Portugal, tomando partido ante el estallido de la Guerra Civil por el bando de los sublevados. No tardó en comprender el rumbo que Franco pretendía tomar y, al terminar la guerra, se comprometió activamente en defensa de la causa monárquica, formando parte del Consejo Privado de Juan de Borbón y maniobrando para lograr la restauración de los Borbones.
Regresó a España en 1953 manifestando abiertamente su oposición al régimen de Franco, razón por la cual fue desterrado en 1962 por su participación en el llamado Contubernio de Múnich, que reunió en la ciudad alemana a las figuras más prominentes de la oposición al régimen franquista. Abandonó entonces la primera línea de la política para refugiarse en su cátedra, desde 1968, en la Universidad de Oviedo. A la muerte de Franco intentó volver a la palestra fundando un nuevo partido próximo a las tesis de la democracia cristiana, pero fue un rotundo fracaso. Falleció en Madrid el 14 de septiembre de 1980.
La vuelta de la democracia cristiana
A su regreso del exilio, Gil-Robles centró todos sus esfuerzos en intentar reflotar en España el espíritu y las ideas de la democracia cristiana. Para ello decidió fundar un nuevo partido, la Federación Popular Democrática, con el que concurrió a las elecciones de 1977 como cabeza de lista por Salamanca. La nueva formación vio la luz en marzo de 1975 y era en realidad un conglomerado de partidos regionales que sólo llegó a celebrar un congreso, en enero de 1977.
Sus resultados en las elecciones fueron más que decepcionantes. La formación no logró más que un raquítico 1,18% de los votos, lo que significó que no obtuvo ni un solo diputado. El partido se disolvió poco después y fue la última decepción del otrora pilar de la derecha española, que, tras este traspiés, abandonó definitivamente la escena política.
Fuente → muyinteresante.com
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