En 1936, felones franquistas asesinaron a Milagros Rendón Martel por su empeño en la defensa de la República Española
En 1936, felones franquistas asesinaron a Milagros Rendón Martel por su empeño en la defensa de la República Española / Tulio Riomesta
 
 
Milagros Rendón Martel, nació en La Habana, tenía 29 años, era taquimecanógrafa. Cuando las tropas africanistas desembarcaron en Cádiz el 19 de Julio de 1936, los golpistas se hicieron dueños de la situación, la resistencia en el Gobierno Civil y el Ayuntamiento cesó. Sus ocupantes comenzaron a poblar la prisión provincial, que colmató y otros centros se fueron abriendo, las naves de la abandonada Fábrica de Torpedos, o las bodegas del vapor «Miraflores», un carbonero incautado. Milagros era una de las encarceladas, fue detenida en el Gobierno Civil de Cádiz el 19 de Julio. En el ayuntamiento lo fue su padre, el destacado dirigente comunista Francisco Rendón San Francisco, a quien los sublevados asesinaron el 9 de agosto de 1936.
 

Los rebeldes aplicaron a Milagros un castigo ejemplar incluyéndola en una instrucción junto a otros 3 destacados militantes obreros: Julián Pinto Maestre, mecánico, comunista, que había acompañado al capitán de asalto Antonio Yáñez-Barnuevo de la Milla en una requisa de armas; Manuel López Moreno, un importante anarcosindicalista y autor, junto a Yáñez y el gobernador Mariano Zapico Menéndez de la estrategia defensiva del Gobierno Civil, y el anarquista Antonio Delgado Martínez.

El guardia de asalto Manuel Rodríguez Martín-Bejarano proporcionó el testimonió más acusatorio contra aquella mujer de la que no sabía el nombre pero que conocía que era «hija del comunista Rendón, delgada, fea, con gafas» que apareció por la planta baja del Gobierno Civil empuñando una pistola y un puñal. Comenzó a disparar y vio cómo caía un soldado con fusil y casco. Ni los otros 2 guardias que declararon ante el juez, ni los jefes policiales y otros 3 subordinados suyos se atrevieron a tanto. Sólo dijeron que la habían visto armada por las dependencias gubernativas, que trasladó municiones y buscó armas. Pero su suerte había quedado escrita desde que a comienzos de Agosto de 1936 llegó a la ciudad el nuevo gobernador civil fascista, Eduardo Valera Valverde, con órdenes severísimas. Fracasado el golpe a escala nacional era preciso dejar claro que no habría marcha atrás y que la eliminación del enemigo iba a ser total.

La declaración bastó para fijar la imagen de una mujer que representaba a la fiera que era preciso exterminar. Aunque mujer, una sociedad tan machista necesitaba para su aceptación que le endulzaran el asesinato que se iba a cometer. Mujer sí, pero fea, y una peligrosa extremista. Sus compañeros de sumario también habían disparado y tenían antecedentes peligrosísimos. A Delgado Martínez no lo encontraron hasta la victoria total. Entonces comparecería ante su justicia triunfante. Para entonces sus 3 compañeros habían sido asesinados.

Milagros declaró que, creía que su padre se había ido al Gobierno Civil ante los rumores de golpe de Estado, y allí se dirigió en compañía de otros muchos jóvenes. En carta enviada a su hermana, a quien no llegó pues Mª Luisa estaba presa, la misiva fue interceptada, contó que la relojería-platería familiar había sido asaltada por 2 veces, por los «moros» y por los fascistas locales: Los anillos los llevaban los asaltantes en sus dedos por las calles de la ciudad y los relojes habían sido vendidos. Cádiz era una ruina, casas incendiadas, robos, saqueos y encarcelamientos masivos. Le echaba ánimos a la situación, recibía la visita de la madre de Felisa, una amiga, quien tenía recogidos a su marido e hija. Le pedía que no le mandaran nada, que guardaran todos los recursos para mantener a su hija.

Milagros Rendón, Julián Pinto y Manuel López estuvieron bajo custodia de los golpistas desde el momento de su detención hasta sus asesinatos. El primero fue Julián Pinto, que había sido encarcelado en el «Miraflores» y ordenado su traslado a la prisión de Cádiz el 8 de agosto. Allí le tomaron declaración 3 días más tarde. Después se pierde su pista, ya que no figura en el registro de salida de la prisión. Fue asesinado en los fosos de la Puerta de Tierra, lugar de ejecución habitual de los militares. Manuel López Moreno fue “sacado” el 30 de Agosto de 1936 para su supuesto traslado al penal de El Puerto de Santa María. Pero nunca llegó. Al día siguiente su cadáver fue encontrado en las arenas de la playa de la Victoria.

Milagros Rendón fue asesinada de forma ejemplar y pública, comunicado a la prensa, uno de los instrumentos con los que contaban los felones para dejar claras sus intenciones e infundir el terror en una población que todavía no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. El 31 de Agosto de 1936 el Diario de Cádiz incluyó una nota que informaba que esa tarde, sobre las 18 horas, habían sido “pasados por las armas”, por un pelotón de guardias de Asalto, en el 2º foso de los glacis de la Puerta de Tierra, Manuel Morales Domínguez, comandante retirado de Infantería, José de Barrasa Muñoz de Bustillo, capitán de complemento del Cuerpo Jurídico Militar, Manuel Cotorruelo Delgado, oficial de Telégrafos, y Milagros Rendón Martel. Los otros 3 también destacados políticos locales.

Los tres primeros confesaron y comulgaron. Milagros se negó. Murieron cogidos de la mano. «Que Dios los haya acogido en su seno» terminaba lacónicamente la nota. La negativa de Milagros a recibir los “auxilios espirituales católicos” en el momento de su asesinato rechinó mucho entre los golpistas. En el momento de la ejecución, la valiente Milagros se quitó la venda atada a los ojos para mirar fijamente el rostro del verdugo. Dejaba en el mundo a la pequeña Nati, con meses de vida, que falleció una década después. También la criatura que llevaba en el vientre, estaba embarazada de 3 o 4 meses. Los asesinatos fueron ejemplares y públicos, el instrumento de los golpistas para infundir el terror.


Documentos: Todos los Nombres (José Luis Gutiérrez Molina)


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