
Les quiero hablar de nuestra forma de Estado, pero sin acritud, para reflexionar. Yo, de joven, me manifesté durante la transición democrática al grito de: “¡España mañana será republicana!” Hoy, como ven, lo escribo con un signo de interrogación, aunque sigo considerándome republicano a pesar de mi apellido.
Les pido que consideremos las circunstancias históricas de nuestro país, respetando las ideas y deseos de cada uno. En el siglo XX, vivimos dos dictaduras: la de Primo de Rivera (1923-1930), con un rey en ejercicio, Alfonso XIII, que dio paso a la Segunda República (1931-1939), la cual fue seguida por la dictadura de Franco (1939-1978).
En 1931 nos quedamos sin rey, a quien, por cierto, expulsamos por su mal comportamiento, y no fue por su pasión sexual borbónica. A pesar de que en nuestra larga historia con reyes llevábamos desde los godos, excepto durante el año que duró la Primera República Española en 1873, los reyes volvieron. La Constitución de 1978 nos devolvió a una monarquía parlamentaria. Herencia monárquica que dispuso el dictador Franco, a quien propongo considerar a todos los efectos el último de los reyes godos, con el nombre de Francisco I. Lo digo porque los godos, cuando fallecía el rey, se liaban a pelearse, y el que ganaba lo nombraban nuevo rey. Fue un adelanto civilizador que se hiciera hereditaria la monarquía, se ahorraron algunas cuchilladas.
Francisco I, el dictador, accedió por el cuchillo y se comportó como un rey absolutista. Vitalicio su cargo de máximo poder del Estado, nombró a su sucesor, menos mal que, contrariando a su mujer, Doña Carmen la Collares, recurrió a los antiguos reyes y no empezó una nueva dinastía.
Los pueblos tienen su psicología colectiva y sus manías, los rusos tienen su zar. La nuestra, ¿será tener un rey o una reina que da más abolengo que un presidente o presidenta de república? Sea lo que sea que nos depare el destino, que no tengamos que volver a escuchar de este gran pueblo español lo que se dijo del Cid Campeador: “Dios, qué buen vasallo si hubiese gran señor.” ¡Que tengamos buenos reyes y/o presidentes!
De los cinco monarcas actuales, así de monárquico es nuestro país: Felipe VI, Juan Carlos I, de quien hablaré la semana que viene pues se lo tiene merecido, Melchor, Gaspar y Baltasar, yo me quedo con los tres Reyes Magos, los del Ateneo de Sevilla. No me importaría ser uno de ellos, aunque sigo siendo republicano.
Fuente → elpespunte.es
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