
Jesús Peris
«Emociona imaginar a aquellos hombres duros, tan duros como nunca seremos nosotros, resistiendo en las montañas, complicándoles la vida a las fuerzas represivas y de empleo.»
No había asistido a los encuentros anteriores, pero trataré de hacerlo en los próximos, porque vale la pena, y no sólo porque la Tenencia de Benifassà es un rincón precioso de nuestro País, sino porque han sido una experiencia tan interesante como emocionante. Por un lado, por las ponencias documentadas y relevantes. Destaque la de Arnau Fernández Pasalodos y la de Raül González Devís, bien arraigada en el territorio, como lo están sus investigaciones, pero fue día y medio lleno de actividades: presentaciones de libros, un concierto (en el que el grupo Aiguaclara , con componentes bien conocidos en la escena valenciana estrenó una canción dedicada a Florencio Pla Messeguer, la Pastora), una ruta por lugares de memoria (con la intervención destacada de un vecino y una vecina del pueblo que nos ofrecieron sus recuerdos con el inconfundible eco de la verdad) y la proyección del documental 508 días (Marc Planagumà, 2024), que aproveche para recomendar. Pero, por otra parte, porque me pareció un evento modélico, porque nace de la voluntad y constancia de la Asociación de Vecinos y Propietarios de la Pobla de Benifassà. Si es bien sabido que sólo el pueblo salva al pueblo, sólo el pueblo puede sostener la memoria de las luchas y del sufrimiento del pueblo. En nuestro País Valencià es el pulso de la sociedad civil lo que nos hace sostener la esperanza en medio de las largas noches. Además, cabe destacar la colaboración del Ayuntamiento de La Pobla, más allá de su color político, lo que todavía nos puede hacer creer que hay otra forma posible de hacer política y que se encuentra en las instituciones cercanas , en los Ayuntamientos de pueblos pequeños con conciencia de su propia historia y de su identidad.
Pero además, gracias a los trabajos de los historiadores y también durante el paseo del último día casi podía ver a los guerrilleros entrando un día muy lejano por ambos lados del pueblo. Si, como quedó claro a lo largo de las diferentes intervenciones, la lucha guerrillera fue una prolongación de la Guerra Civil, si sabemos que formaba parte del propósito de forzar que el ejército vencedor de la Segunda Guerra Mundial liberara a España después de haber liberado Francia, emociona imaginar a aquellos hombres duros, tan duros como nunca seremos nosotros, resistiendo en las montañas, complicándoles la vida a las fuerzas represivas y de empleo, sosteniendo con su fusil la esperanza, la dignidad, la lucha por un futuro diferente para todos y para todas, también para nosotros que vendríamos después de la derrota, combatiendo por romper el destino implacable de los pueblos malditos que forman parte del estado español. Hoy que sabemos que aquel intento estaba condenado al fracaso, que sólo se encontrarían con la indiferencia de quienes daban por terminada la Segunda Guerra Mundial y veían a Franco un aliado y con la violencia extrema de la Guardia Civil, hoy que sabemos que después de la dictadura militar volvería la vieja monarquía, su grandeza se convierte en trágica.
En cualquier caso, en estos momentos en los que se nos hace difícil escapar de la melancolía de izquierdas, creo que tenemos el derecho de pensarlos, a ellos ya los masoveros y masoveras que les ayudaron arriesgando sus vidas, como a héroes, como a los últimos defensores de la patria perdida antes de nuestro nacimiento. Nos lo merecemos nosotros, porque tenemos derecho a la genealogía ya la esperanza y, sobre todo, lo merecen ellos. Nuestro agradecimiento y admiración son un tributo de justicia.
Fuente → diarilaveu.cat
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