Las víctimas del trabajo forzado durante el franquismo chocan con el muro de la impunidad
Las víctimas del trabajo forzado durante el franquismo chocan con el muro de la impunidad  / Juan Carlos García Funes 
 
Familiares de doce personas que fueron obligadas a construir una carretera en el Pirineo de Navarra durante la dictadura luchan de la mano de entidades memorialistas por sacar adelante una causa judicial por delitos que califican de "crímenes de guerra y contra la humanidad"

El 20 de octubre de 2023, los familiares de doce personas que participaron en la apertura de la carretera Igari-Bidankoze-Erronkari (Navarra) entre 1939 y 1941 presentaron una querella criminal por delitos de trabajo forzado ante el Juzgado de Agoitz. La querella iba acompañada de un informe pericial elaborado por profesores de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y ha contado con el apoyo de la Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo ( CEAQUA ) y la asociación Memoriaren Bideak .

La querella contó con el apoyo de distintos ayuntamientos en los que residen algunos de los familiares y querellantes (Bakio, Berango, Berriz, Guernica-Lumo, Laudio, Zumaia, Bilbao, Portugalete, Santurtzi), así como de las centrales sindicales CCOO, CGT , ELA, EHNE, ESK, LAB, SOLIDARIO, STEILAS y UGT . Poco antes de terminar el año 2023, Ana José Añón Montón, juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Agoitz, dictó un auto en el que desestimó la querella al considerar que los crímenes denunciados estaban prescritos. Tras ello, el pasado 21 de febrero la querella contó con el apoyo de la Comisión de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Vasca del Parlamento de Navarra, con el voto contrario de UPN, PP y Vox .

El franquismo utilizó dos modalidades de trabajo forzado que se organizaron, dinamizaron y desarrollaron desde dos sistemas de cautividad: el concentracionario y el penitenciario

Los querellantes aguardan al resultado de su recurso de apelación en la Audiencia Provincial de Navarra. Los argumentos esgrimidos ante el portazo del juzgado de Agoitz es que éste no estaba valorando los hechos denunciados como crímenes de guerra y contra la humanidad, lo que los hace imprescriptibles según el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Esta querella -como otras anteriores- se topa una vez más con el muro de la Ley de Amnistía de 1977, un elemento de derecho interno del Estado español que no incorpora el principio de legalidad internacional y niega el reconocimiento jurídico de las víctimas del franquismo, como vienen denunciando decenas de colectivos. Un desamparo que se desarrolla en un escenario de incógnitas sobre el verdadero alcance de la Ley de Memoria Democrática del año 2022 -principalmente en la cuestión de la Justicia- y la proliferación de arco legislativos como las llamadas leyes de concordia promovidas por los gobiernos autonómicos de PP y VOX.

¿Cómo llegaron los familiares de las querellantes, con sus diversas procedencias, a verse abriendo una misma carretera pirenaica a pico y pala? La utilización del trabajo forzado en las obras de fortificación en España no fue un caso aislado dentro de los estados europeos. A pesar de la progresiva y conflictiva abolición de la esclavitud durante el siglo XIX, los estados siguieron utilizando diferentes modalidades de trabajos forzados, especialmente en las décadas centrales del siglo XX. El franquismo utilizó dos modalidades de trabajo forzado que se organizaron, dinamizaron y desarrollaron desde dos sistemas de cautividad: el concentracionario y el penitenciario. Ambos sirvieron para obtener una mano de obra disciplinada y formada en oficios de la que el nuevo estado franquista se benefició a través del ejército, pero también empresas privadas, la Iglesia, organizaciones como Falange y no pocos particulares .

Batallones de trabajadores forzados

Aunque suele ser más conocida aquella dependiente del sistema penitenciario, la Redención de Penas por el Trabajo (vigente entre 1938 y 1995) fue ajena a nuestros protagonistas, que dependían del sistema concentracionario a través de los “batallones de trabajadores” formados por individuos que no tenían ninguna condena. Tal y como argumenta el informe pericial de la querella, el trabajo forzado impulsado por los militares sublevados el 18 de julio de 1936 y consolidado por el régimen franquista contravino el Convenio de La Haya relativo a las leyes y prácticas de guerra terrestre (1907), la Convención de Ginebra de 1929 sobre el trato a dispensar a los prisioneros de guerra y el tratado de la Organización Internacional del Trabajo de 1930 sobre trabajo forzado. Adduciendo que se trataba de una contienda civil, los golpistas no tuvieron ninguna voluntad de aplicar estos acuerdos internacionales a sus prisioneros de guerra, tan sólo a los brigadistas internacionales.

El Pirineo fue fortificado con mano de obra de soldados dentro de su servicio militar y de “soldados trabajadores” integrantes de los batallones de trabajo forzado concentracionario. Durante el año 1939, los batallones estaban formados, principalmente, por prisioneros de guerra que habían sido clasificados ideológicamente en diferentes campos de concentración como “desafectos” en el llamado “Glorioso Movimiento Nacional”. Pero desde 1940, estos batallones se reorganizaron con jóvenes excombatientes republicanos obligados a realizar el servicio militar de nuevo (sin considerar el realizado con la República durante la guerra) y con nuevos reclutas incorporados en el sistema concentracionario después de ser clasificados también como “desafectos ”. A estos "soldados trabajadores" de posguerra la historiografía especializada los consideramos también prisioneros. En el Pirineo vasco-navarro trabajaron en estos batallones al menos 20.000 cautivos entre 1939 y 1942.

Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores núm. 38 (Aiako Harria, Guipúzcoa, 1942) |Francisco Alonso Uriarte

En este contexto aparecieron nuestros protagonistas, quienes junto con más de 2.500 prisioneros antifranquistas construyeron la carretera NA-2130 que une dos valles del Pirineo en el noreste de Navarra. Concretamente, la carretera Igari-Bidankoze la abrieron cautivos encuadrados en cuatro batallones de trabajo forzado: los Batallones de Trabajadores núm. 106 y núm. 127 y los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores núm. 6 y núm. 38. La vida de la mayor parte de quienes construyeron las fortificaciones y carreteras del Pirineo fue extremadamente dura. Malas condiciones laborales, higiénicas y sanitarias, acompañadas del clima de montaña, una alimentación deficitaria, un alojamiento en tiendas de campaña o barracones.

El día a día de estos prisioneros se basaba en un trabajo extenuante, la gestión de la miseria y la supervivencia en los castigos psicológicos y físicos, así como en las amenazas de ejecución por intento de fuga

En este contexto aparecieron nuestros protagonistas, quienes junto con más de 2.500 prisioneros antifranquistas construyeron la carretera NA-2130 que une dos valles del Pirineo en el noreste de Navarra. Concretamente, la carretera Igari-Bidankoze la abrieron cautivos encuadrados en cuatro batallones de trabajo forzado: los Batallones de Trabajadores núm. 106 y núm. 127 y los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores núm. 6 y núm. 38. La vida de la mayor parte de quienes construyeron las fortificaciones y carreteras del Pirineo fue extremadamente dura. Malas condiciones laborales, higiénicas y sanitarias, acompañadas del clima de montaña, una alimentación deficitaria, un alojamiento en tiendas de campaña o barracones.

El día a día de estos prisioneros se basaba en un trabajo extenuante, la gestión de la miseria y la supervivencia a los castigos psicológicos y físicos, así como a las amenazas –no rara vez cumplidas– de ejecución por intento de fuga. A consecuencia de las condiciones disciplinarias y materiales, al menos tres de los prisioneros que trabajaron en esta carretera fueron asesinados extrajudicialmente bajo la justificación de "intento de fuga". A su vez, otros nueve murieron en el Hospital Militar Disciplinario de Pamplona por diversas enfermedades relacionadas con las condiciones de vida y de trabajo, y uno más murió en circunstancias no aclaradas. Seguramente, hubo más muertes no contabilizadas debido al habitual subregistro de este tipo de defunciones.

Xabier Santamaría-Amurrio, trabajador forzado (Igal, Navarra, 1941) |Archivo

Estos trabajos se enmarcaron en las obras de fortificación de la frontera pirenaica frente a la inminencia de una confrontación europea y mundial. Desde el inicio de la Guerra Civil, los sublevados se habían interesado en controlar la frontera con el Estado francés y buscaron convertir a los Pirineos en una barrera infranqueable con cientos de fortificaciones de hormigón en sus valles. Defender al Estado español de eventuales invasiones –republicanos armados al otro lado de la frontera, con posible apoyo francés– llevaron, en una primera fase, a crear en 1939 la Organización Defensiva de la Frontera Pirenaica (la frontera del área vasco-navarra y del Pirineo catalán). Desde 1944, en una segunda fase se conformó la Organización Defensiva del Pirineo para el conjunto de la cordillera.

Con el propio ejército como planificador e impulsor de los trabajos, éste generó grandes beneficios particulares, tanto para las empresas proveedoras como para los oficiales, a través de las redes de corrupción y tráfico de influencias

El fin de la guerra mundial aceleró estos trabajos, aunque se alargaron hasta finales de los años cincuenta. Construcciones que popularmente conocemos como bunkers –aunque no todas respondan a estas características– dibujaron como una cremallera de hormigón el Pirineo desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo. El objetivo de controlar la frontera pirenaica comportó que amplios contingentes militares franquistas se instalaran en el territorio de forma masiva a lo largo de más de veinte años, desde el inicio de la guerra. Así, todo el Pirineo fue militarizado y la población local sufrió directamente sus consecuencias.

Las autoridades militares disponían a su antojo de los bienes públicos y privados, ocupando suelos y edificios para albergar soldados y oficiales. Se realizaron con animales y con vehículos particulares del vecindario, impusieron restricciones a la movilidad ya la caza (fundamentales para la economía local) y llevaron a cabo grandes talas –al margen de la regulación comunal de explotación forestal– que afectaron a los bosques de la zona. Ahora bien, no todos perdieron, y en los valles pirenaicos algunas familias supieron obtener rendimiento económico de la presencia militar. Con el propio ejército como planificador e impulsor de los trabajos, éste generaron grandes beneficios particulares, tanto para las empresas proveedoras (cuidadosamente elegidas) como para los oficiales, a través de las redes de corrupción y tráfico de influencias.

Espacios de memoria

Aquel espacio de trabajo forzado -donde el hormigón sigue perenne entre bosques- que transformó municipios, valles, carreteras y la vida de miles de personas, se ha transformado en una oportunidad para mirar al pasado desde una óptica diferente, pero a elaborar una memoria crítica del pasado. La carretera Igari-Bidankoze pasó del olvido a ocupar un puesto en el mapa de la memoria social e institucional de Navarra. Esto no puede explicarse sin la labor de investigación que han realizado durante años Fernando Mendiola y Edurne Beaumont, plasmada en Esclavos del franquismo en el Pirineo (2006), y por la divulgación en forma de charlas, documentales y todo tipo de actos que realiza el colectivo Memoriaren Bideak, entre los que destaca un homenaje anual que este año cumple su 20a convocatoria.

Las sinergias entre el movimiento memorialista y el Gobierno de Navarra han fomentado desde 2015 la implementación de políticas públicas

Las sinergias entre el movimiento memorialista y el gobierno de Navarra han fomentado desde 2015 la implementación de políticas públicas. Por ejemplo, el Gobierno de Navarra, a través del Instituto Navarro de la Memoria y junto con el Fondo Documental de la Memoria Histórica en Navarra de la UPNA impulsaron la exposición virtual Frontes de Hormigón que permite bucear en ese pasado e invita a continuar reflexionando desde el presente, así como itinerarios de memoria para realizar a pie por aquellos valles. Es más, hoy la carretera Igari-Bidankoze es un sitio de memoria reconocido por la Ley foral 29/2018, de Sitios de la Memoria Histórica de Navarra .

El próximo 22 de junio de 2024 Memoriaren Bideak nos emplaza, un año más, a rendir homenaje a “los esclavos del franquismo”, al tiempo que contarán una vez más voces de varios colectivos para denunciar las injusticias y violaciones de derechos humanos en el presente. Tenemos una cita. Allí nos vemos.


Fuente → directa.cat

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