El marxismo bien vestido (1935)
El marxismo bien vestido (1935)
Josep Maria Casasús

 

De la crónica anónima publicada tal día como hoy en Mirador (8-V-1935). El diputado José Antonio Primo de Rivera en una conferencia en Barcelona el 3 de mayo de 1935 sobre nacional-sindicalismo glosó a Marx. Según el historiador Stanley Payne, el líder falangista se reunió en aquellos días aquí con el anarquista Ángel Pestaña, fundador del Partido Sindicalista, para coordinar un movimiento obrero. Cuando Franco ganó la guerra, algunos anarcosindicalistas se hicieron falangistas. Unos y otros compartían símbolos –los colores rojo y negro–, ideas –fobia en las urnas– y españolismo (el “ antes roja que rota ” del nacionalismo español).

La semana pasada, a la sombra de Santa María del Mar, en la calle calle Rosic, se presentó al público el flamante nacional-sindicalismo español. José Antonio Primo de Rivera, caudillo de FE de las JONS, dio una conferencia glosando el programa del partido. Los apellidos del joven líder habían hecho jugar su fuerza sentimental sobre un numeroso grupo de damas y damitas y jovencitos de nuestra aristocracia, los cuales se encabezaron en los democráticos bancos de la sala de actos del casal de FE. ¡que Primo de Rivera dedicó dos terceras partes de su conferencia a glosar las teorías de Marx! Del desencantado y aristocrático grupo salió, acompañado de un suspiro, este comentario: —“¡Y para eso hicimos unas elecciones al grito de guerra al marxismo!...”. El naciente fascismo español ha asimilado hermanos extranjeros —ideas aparte— el sabor de la mise en scène

Camisas azul oscuro, sin americana, un descomunal panel rojo y negro, con las flechas enseña del partido sirviendo de fondo a los oradores... Cuando hacía poco que hablaba Primo de Rivera, una avería en la instalación eléctrica dejó el local en las oscuras. Un cierto nerviosismo entre la concurrencia, y al cabo de unos instantes el acto sigue a la luz de las velas. El espectáculo es pintoresco. A ambos lados del orador, un «camisa azul», enravenado como una estatua, aguantando una vela. Las sombras se proyectan, fantásticas, sobre el panel rojo y negro. La sesión tiene algo de rito masónico, estrafalario. [...] El momento más espectacular de la conferencia fue cuando en la escalera sonó un disparo, y después de unos segundos, una descarga en la calle. El pánico, arriba, fue bastante considerable, sobre todo entre elementos de la high life , los cuales se tumbaban en el suelo, temerosos de que las balas entraran por los balcones. 

Primo de Rivera intentaba inútilmente mandar serenidad. Para hacerse sentir más, se subió de pie a la mesa. Por la cara, parecía que aquel guirigay le divertía más que le preocupaba. [...] Entre los camisa-azul circulaba en voz baja la versión del hecho: “—Uno de los nuestros, que con el nerviosismo se le ha disparado el arma. Nuestra guardia, por lo que pudiera ser, ha disparado algo...”. Todo ello no fue óbice para que al final del acto, Roberto Bassas, jefe local, contara el hecho con todo el dramatismo del mundo: “—Un grupo de comunistas nos ha agredido. Nuestros chicos, por supuesto, han repelido la agresión...”. Durante la confusión originada por los rasgos, un señor de cierta edad calmaba a sus vecinos con un procedimiento original: —Eso no es nada. Yo, cuando el advenimiento del fascismo, pasé seis años en Milán. Los cristales de la Logia cada día eran rotos a tiros. ¡Yo ya estoy acostumbrado! Deje que disparen... [...] En la salida, calle de Argenteria arriba, los asistentes comentaban el acto. Pudimos oír la conversación — casi todo ves femeninas de un grupo:

-¡Qué tiempos! Un día es un ministro de la Ceda que nos sale comunista. Ahora, es Primo de Rivera que se nos declara anarquista. ¡No te puedes fiar de nadie! 


Fuente → ara.cat

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