"Nos faltaban": Uesca rinde homenaje a "los profesores represaliados en 1936"

Joaquín Monrás Casanovas (Sant Sadurní d’Anoia, 1868 — Barcelona, 1944); Jesús Gascón de Gotor Giménez (Zaragoza, 1897 — fusilado en Uesca el 23 de agosto de 1936); Juan Nogués Aragonés (Duesaigües, 1904 — Salamanca, 1975); Juan Bonet Bonell (Gandia, 1890 — Ciudad de México, 1970); Jesús Mendiola Ruiz (Munilla, 1907 — Santander, 1967); Emilio Español Acirón (Algeciras, 1906 — Talavera de la Reina, 1996); José Pérez Gómez (A Coruña, 1903 — León, 1984).

Son los nombres de los siete profesores que "fueron injustamente desposeídos de sus puestos de trabajo" en 1936, de los veinte que formaban el claustro del Instituto Ramón y Cajal de Uesca en junio de 1936. Es decir, un 35% del profesorado del centro fue represaliado o directamente eliminado, sin más cargo que haber simpatizado con la causa del republicanismo democrático. Ninguno de ellos volvió a pisar las aulas del Instituto oscense, el centro de segunda enseñanza más antiguo del Alto Aragón, abierto en 1845. Desde entonces, su memoria ha quedado oculta y silenciada.

Para reivindicar su vida, este jueves, 25 de abril, se ha celebrado en Uesca el homenaje "a los profesores represaliados en 1936". Una iniciativa promovida por el profesor Juan Mainer Baqué con el concurso de la dirección del centro educativo y su directora, María Costa, con el lema "Nos faltaban". Un acto que "aunque tardío, persigue reparar una deuda que Uesca contrajo con quienes fueron profesores y conciudadanos injustamente ultrajados", remarcan. El homenaje lo reciben a través de sus descendientes y allegados.

En una nota de prensa, recuerdan que, en el marco de la violenta represión que se desató en la ciudad de Uesca tras el golpe militar contra la Segunda República en julio de 1936, "todos los funcionarios y funcionarias de la Administración pública fueron sometidos a un implacable proceso de depuración". "No solo se trataba de sancionar y castigar a quienes se hubieran mostrado proclives al régimen democrático republicano o, simplemente, no apoyaran de forma incondicional a los golpistas. El proceso depurativo tuvo también una clara finalidad preventiva y disuasoria: se trataba de sembrar terror, cortar de raíz cualquier conato de resistencia e imponer un espeso y sumiso silencio ante la nueva autoridad militar", denuncian. La "depuración" la sufrieron también las familias y allegados de las personas sancionadas, "como parte de un clima de amedrentamiento y control social que alcanzó una intensidad insoportable durante toda la dictadura franquista". Sin duda alguna, "uno de los sectores sociales que padecieron de forma más enérgica y persuasiva el proceso de depuración fue el de la educación pública —desde los catedráticos de universidad o de segunda enseñanza al magisterio primario, pasando por el personal laboral de los distintos centros—".

El homenaje "a los profesores represaliados en 1936" ha sido público y abierto a la ciudadanía. Ha dado comienzo a las 11.00 horas con la recepción en el Salón del Actos con unas palabras de la directora, María Costa, y una breve intervención de Juan Mainer Baqué, para dar paso a un turno de palabra. A las 12.00, han visitado la Biblioteca y el Museo de Ciencias Naturales, para hacer, a las 12.45, un pequeño recorrido urbano por los "Lugares de Memoria" en Uesca, guiado por José Mª Azpíroz (historiador) y Víctor Pardo (escritor y periodista). Por la tarde, a las 18.00, en el Museo de Uesca, el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova, ha presentado junto al autor, Juan Mainer, el libro "Del elitismo a la masificación. Historia y memorias del bachillerato en el Ramón y Cajal de Huesca (1931-1990)". En la presentación también ha participado el catedrático de educación secundaria y doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, Raimundo Cuesta Fernández.