El único museo de la Guerra Civil, virtual y alojado en Canadá, crece: “En España hay miedo a afrontar el pasado”

El único museo de la Guerra Civil, virtual y alojado en Canadá, crece: “En España hay miedo a afrontar el pasado”

El único museo de la Guerra Civil, virtual y alojado en Canadá, crece: “En España hay miedo a afrontar el pasado”

El único museo de la Guerra Civil, virtual y alojado en Canadá, crece: “En España hay miedo a afrontar el pasado” El proyecto, impulsado por...
El único museo de la Guerra Civil, virtual y alojado en Canadá, crece: “En España hay miedo a afrontar el pasado”

El único museo de la Guerra Civil, virtual y alojado en Canadá, crece: “En España hay miedo a afrontar el pasado”

El proyecto, impulsado por los historiadores Antonio Cazorla y Adrian Shubert, acaba de incorporar 150 entradas más y cuatro nuevas galerías, entre ellas, la que retrata cómo vio el resto del mundo la contienda y otra que invita a la gente a enviar sus recuerdos, objetos o imágenes personales
 

El único museo sobre la Guerra Civil española, que es online y ha sido impulsado desde Canadá, está en plena expansión. Abierto hace un año y medio, el Museo Virtual de la Guerra Civil Española acaba de superar las 71.000 visitas coincidiendo con la apertura de cuatro nuevas galerías, la incorporación de más de 150 entradas y la traducción al francés de todo el contenido, que está disponible también en inglés y español.

A partir de ahora, los visitantes podrán consultar casi 300 entradas que recopilan un ambicioso archivo visual y narrativo que abarca varios aspectos de este “evento crucial del siglo XX”, como lo califica la web. A los contenidos ya existentes sobre el comienzo de la contienda y su desarrollo, las retaguardias o la vida cotidiana en el frente, se han sumado ahora nuevas categorías: una galería abierta en la que el público puede aportar sus objetos y recuerdos personales, dos sobre cómo se vivió la guerra en Euskadi y Catalunya –disponibles en catalán y vasco– y una última sobre cómo la vio el resto del mundo.

La ampliación ha sido posible gracias a nuevos fondos: una beca del Consejo Nacional de Investigación de Canadá que ha permitido la contratación de estudiantes de doctorado para apoyar en el desarrollo del portal y las aportaciones de los descendientes del Batallón Mackenzie-Papineau, formado por canadienses que lucharon contra Franco. El museo también cuenta con fondos de la York University y la Trent University, ambas canadienses. En total, de Canadá procede el 98% de la financiación, cifran los impulsores. La Embajada de España en el país ha aportado unos 3.000 euros y la Generalitat de Catalunya pagará próximamente la traducción de todo el museo al catalán. Gracias a un acuerdo con el Ministerio de Cultura, han logrado los derechos de las imágenes.

43.000 visitas desde España

El proyecto, creado por los historiadores Antonio Cazorla y Adrian Shubert junto a otros investigadores, busca contar la contienda de 1936-39 desde distintos puntos de vista y ante la falta de un museo “de ladrillo” en España. Está previsto que Madrid acoja el primero a nivel nacional sobre memoria democrática, según acaba de anunciar el Gobierno, pero no hay más detalles. Un anuncio, todavía por concretarse, que llega 49 años después de la muerte de Franco y a las puertas del 85 aniversario del fin de la guerra, que se cumple este 1 de abril.

Cazorla, catedrático desde hace una década de Historia Contemporánea de la Universidad de Trent (Canadá), atribuye el retraso a “la incapacidad de la clase política de llegar a un consenso mínimo sobre la necesaria pedagogía sobre el pasado”: “En España hay miedo de enfrentarnos a nuestra historia. Se piensa que el pasado es problemático y se prefiere no hablar de él que enfocarlo haciendo historia pública. El pasado siempre es problemático pero no puede ser un problema”.

Aún así, los impulsores del proyecto creen que las cifras de visitas que han acumulado durante este tiempo son muestra de que en nuestro país “hay mucho interés en la historia, aunque no para la clase política”, dice Cazorla. De las casi 72.000 personas que lo han visitado, unas 43.000 procedieron de España y el resto de países como Estados Unidos, Reino Unido o Francia. “Ante todo la historia debe ser pedagogía , pero aquí ni unos ni otros lo han hecho.

Para unos es reabrir heridas y hay quienes ponen al mismo nivel la democracia y la dictadura mientras la izquierda en muchas ocasiones se usa la historia como arma arrojadiza”.

La guerra a ojos del mundo

Acercarse a cómo el resto de países del mundo vieron y vivieron la Guerra Civil es el objetivo de una de las cuatro galerías recién abiertas. Y es que aunque se trató “de un conflicto interno”, fue “internacionalizado” pronto en aspectos que van desde la participación de las Brigadas Internacionales al impacto político, social y mediático que tuvo en muchos territorios. De momento, la galería la componen una decena de países, que se irán ampliando. “La guerra española dividió a la sociedad civil y se infiltró en casi todos los países, fue una cuestión de debate interno”, cuenta Adrian Shubert, catedrático de Historia en la York University.

En Irlanda, por ejemplo, las manifestaciones pro Franco barrieron el país. Una de las fichas del museo explica cómo el Frente Cristiano Irlandés, que surgió para movilizar el apoyo popular al dictador español, encargó seis ambulancias para llevar al frente con la inscripción “Regalo de Irlanda a España”. La primera de ellas puede verse en la imagen. Otra muestra la fotografía del cuerpo sin vida de Tom Hyde, que formó parte de la brigada irlandesa de 700 efectivos para apoyar a los sublevados formada por el líder del movimiento fascista Camisas Azules. Aunque una minoría, hubo quienes se unieron en España al Ejército Republicano. Los recuerda la vidriera inaugurada por el Ayuntamiento de Belfast en 2015 con el lema “No pasarán” y los colores de la República.

La toma de posiciones en la sociedad fue también marcada en Argentina, que fue uno de los países donde más recaudaciones de fondos, ropa y alientos se donaron a la población española. En el museo pueden consultarse documentos en los que la organización Amigos de la República Española anotaba y contabilizaba las colectas o la lista de los pasajeros de nacionalidad argentina y española que embarcaron en el torpedero argentino Tucumán el 23 de enero de 1937 rumbo Marsella y Lisboa. El barco llegaría a registrar oficialmente mil españoles evacuados, entre ellos, Agapito García Atadell, responsable de la checa instalada en el Palacio de los condes de Rincón, en Madrid, o Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco y su futuro ministro de Exteriores.

La Guerra Civil tuvo “una amplia repercusión en China”, otro de los países que forman parte de la galería. Hasta el punto de que la prensa solía hacer comparaciones entre la ocupación japonesa de 1937 y la batalla de Brunete, que ocurría en ese mismo momento. Más tarde, en la primera mitad de 1938, Barcelona y Wuhan aparecieron juntas en los medios de comunicación debido a los bombardeos masivos que estaban sufriendo –la ciudad catalana por parte de aviación franquista–. Un artículo de un diario chino comparando la realidad cotidiana frente a las bombas de unos y otros ciudadanos puede consultarse en esta sección, además de entradas sobre Australia, Bélgica, Canadá, Hungría, Marruecos, Suiza y Reino Unido.

El por qué la guerra española tuvo ese efecto global lo resumen ambos historiadores. Cazorla apunta a cómo la contienda “concentró grandes problemas del siglo XX” que aunque estaban pasando en España “en clave local” eran “problemas universales” como la libertad frente al totalitarismo, los derechos de las mujeres, la reforma agraria, el papel de la Iglesia o los intelectuales en la sociedad… Shubert señala el papel de los medios de comunicación, que empezaron “como nunca antes” a dirigirse “visualmente y textualmente” a un público más global y de forma más instantánea.

La intimidad de la contienda

La llamada Galería Abierta es otra de las nuevas incorporaciones. En ella, el museo pretende recopilar fotografías, cartas, documentos, medallas o cualquier otro objeto o imagen relacionados con la contienda aportados por el público con el objetivo de “enriquecer” el proyecto desde un punto de vista más personal. “Porque la guerra fue un conflicto de ideologías, intereses y ejércitos, pero sobre todo fue una guerra de personas y, por eso mismo, íntima”, sostiene una de las explicaciones del proyecto.

El museo exhibe, entre otras cosas, la carta que el piloto republicano Antonio Nieto, como jefe de una escuadrilla, envió a la Alianza de la Mujer Joven de Igualada durante la batalla del Ebro, en septiembre de 1938, agradeciendo a la organización la confección y entrega de un banderín. El hijo de Nieto cuenta en la entrada de esta ficha que su madre, hija del alcalde del municipio, formaba parte de la Alianza y en ese momento ambos se conocieron. “La carta representa algo así como el origen de nuestra familia. Origen en medio de un cataclismo”, escribe el hijo de ambos desde Francia, a donde tuvieron que exiliarse. La misiva, que ahora posee él, cruzó la frontera en febrero de 1939, sobrevivió al exilio, a los campos de refugiados y a los batallones de trabajadores y volvió con sus padres, ya jubilados, a Igualada, donde se habían conocido.

Estas historias cotidianas son las que los impulsores del museo pretenden que se vayan ampliando, un contenido que “da un matiz diferente de lo que es el sufrimiento de la guerra y la experiencia de la gente más allá de los clichés. La guerra como la vive la inmensa mayoría de la gente, una tragedia tremenda llena de incertidumbre, dolor, esperanzas y miedo”, concluye Cazorla.

ENTRAR AL MUSEO

https://www.vscw.ca/


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