Botones de nácar, contra el olvido
Botones de nácar, contra el olvido
Sol Moracho
 
Víctimas mortales del magisterio de la Segunda República española a manos de fuerzas golpistas, a partir del 17 de julio de 1936. 
MAESTRAS Y MAESTROS desaparecidos, asesinados en el golpe de estado de 18 de julio de 1936, la Guerra Civil española y la dictadura franquista.

 

Este proyecto está empezando a caminar en la primavera de 2022. Una fotografía, una tarjeta con un nombre y un botón de nácar por cada maestra y maestro. Una web, un listado con sus nombres, fuentes y referencias; y un mapa, con las ciudades donde nacieron, crecieron, impartieron sus clases, donde desaparecieron, donde fueron asesinados. Con la idea de que nos convirtamos en guardianes de su memoria, que es la nuestra.

Contemos un poco cómo nace:

Vengo realizando fotografía pictórico-abstracta desde hace unos diez años. Me fijo en las paredes de las ciudades, en sus superficies, que reflejan el paso del tiempo.

Con sus manchas, texturas, colores, con estas palabras, los lugares nos hablan de su pasado. No solo son color y textura, me gusta pensar que son memoria, tal y como decía el arquitecto finlandés Alvar Aalto. En esta reflexión siempre pensé que los muros de una escuela tendrían que hablarnos, a la fuerza, de forma diferente a como lo haría el muro de un cementerio.

El profesor y ensayista Llorenç Raich en su libro Fotografía y motivo poético nos habla de cómo la experiencia sensorial enlaza con el lenguaje artístico. El motivo poético como lenguaje fotográfico puede ser un cauce para comunicar lo inefable, para revelarnos lo inexplicable a través de la imagen, más allá de lo representado. De acuerdo con él, pienso que la fotografía tiene la capacidad de distinguir la belleza de los insólito que hay en la realidad inmediata y, para ello, a veces hay que silenciar el lenguaje para ofrecer a la mirada la oportunidad de la contemplación.

En esas andaba, cuando a finales de 2021 cayó en mis manos la historia de dos maestros fusilados en los primeros días del golpe de estado en España. Indagué algo más, y me quedé espantada al conocer la envergadura de la represión y asesinatos del magisterio que ejercía en el periodo de la Segunda República, de forma intensa, premeditada, decidida, sistemática, selectiva, vil y tremendamente injusta. Es espeluznante indagar en los datos y documentos que existen, sabiendo que muchos de ellos son aún desconocidos. Invito a cualquiera a ello. No tengo palabras para transmitir mi consternación, rabia, tristeza, impotencia… y ternura, compasión y, como decía Lorca «comprensión simpática de los perseguidos». La saña con la que se persiguió a los maestros, la caza, el pretendido exterminio de la cultura de la libertad representada en el magisterio republicano, instrumento indispensable que propagó los ideales igualitarios de libertad, progreso y laicismo con los que arrasaron desde los primerísimos días de la guerra. Como escribió Luis García Montero en el libro de María Antonia Iglesias, «como no habían querido vivir hacia atrás, tuvieron que morir hacia adelante».

A partir de todo ello sentí curiosidad por lo que me dirían las paredes de sus escuelas, pensé que sería interesante fotografíar las paredes y superficies de los pueblos donde impartieron sus clases. Ciudades donde nacieron y crecieron. O allí donde fueron asesinados o hechos desaparecer. Visitar esos lugares, dejarme empapar por su aire,  su paisaje, sus caminos e intentar fotografiar la memoria impregnada en las paredes que fueron testigos de su pequeña, individual pero imprescindible historia. Para entender la nuestra. Para recordarles. Para que no caigan en el cruel olvido. Para recoger humildemente el testigo de los que vivieron en aquel momento, alumnos, vecinos, familia, que se aguantaron de morir ochenta, noventa años, hasta poder  romper su silencio y podernos contar, por fin,  quién, cuándo, cómo y dónde estaba enterrado el maestro o maestra. Para que no mueran doblemente. Para recordar que nuestros pilares de una educación en libertad están anclados y enterrados en una tierra llena aún de cuerpos sin rescatar, sin identificar, sin nombrar, sin honrar. Acallados durante más de ochenta años, y que ya es hora de que les saquemos a la luz. Es nuestro deber sacarles de la fosa común del olvido.

El Ministerio de la Presidencia realiza y publica en 2020 el informe  «Exhumaciones de la Guerra Civil y la dictadura franquista de 2000-2019, estado actual y recomendaciones de futuro». En el que se concluye que «Abordar la búsqueda, recuperación, identificación y digna sepultura de los miles de personas desaparecidas a raíz del Golpe de Estado de 18 de julio de 1936 y durante la Guerra Civil y la Dictadura Franquista es una de las deudas de la humanidad y justicia que tiene pendiente la democracia española consigo misma y con los miles de familias, que, con una enorme dignidad y lealtad, han esperado pacientemente a que se de respuesta a esta justa reclamación

La sociedad civil, a través de asociaciones memorialistas, lleva veintidós años recuperando cuerpos de los represaliados de la guerra civil, incluidos por supuesto los de nuestras maestras y maestros republicanos. Un trabajo que le correspondería al Estado, pero que, hasta ahora, delega en «aquel que pueda estar interesado». Así mismo, una cantidad importante de profesores y académicos han realizado investigaciones y publicaciones en donde podemos encontrar cientos de datos. Gracias de corazón a todos ellos.

En las más de 700 fosas ya descubiertas se encuentran, además de los restos óseos, diversos objetos, tales como hebillas de cinturón, horquillas del pelo y, repetidamente, botones de nácar, de ahí el nombre de este proyecto, como precioso símbolo del que se resiste a desaparecer. «Botones de nácar, contra el olvido».

Este proyecto empezó a caminar en la primavera de 2022. Con la idea de que nos convirtamos en guardianes de su memoria, que, como no me canso de repetir, es la nuestra.


Fuente → botonesdenacar.org

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