La entrada de hoy está dedicada a la proclamación de la II República en España, ocurrida un 14 de abril de 1931. Esta acción tuvo lugar tras la derrota de los candidatos monárquicos en unas elecciones locales que se habían convocado para medir precisamente el apoyo popular al entonces rey de España Alfonso XIII. Dicha proclamación tuvo lugar en medio de una gran euforia popular, ya que había puestas muchas esperanzas en que el nuevo régimen sacara al país de su atraso. La República Española tuvo que enfrentarse a los efectos de la crisis de 1929 o el auge de los fascismos y a problemas internos que impidieron aplicar efectivamente sus reformas. El período de relativa paz terminó en julio de 1936 con un golpe de Estado protagonizado por los generales Franco y Mola, entre otros.
La proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931 (del que en este 2024 se cumplen 93 años), marcó un hito histórico sin precedentes. Tras casi medio siglo bajo la Restauración borbónica, marcada por el caciquismo, la inestabilidad política y la desigualdad social, España despertaba a un nuevo amanecer. Este nuevo sistema político, fruto del hartazgo popular y la confluencia de diversas fuerzas progresistas, representaba un rotundo rechazo al régimen surgido en 1874 y, en particular, al intento de Primo de Rivera de instaurar una dictadura entre 1923 y 1930.. Este acontecimiento no solo significó el fin de una era marcada por la opresión y la falta de libertades, sino que también abrió las puertas a un período de democratización y reformas sociales sin precedentes.
En primer lugar, la Segunda República española (1931 – 1939), impulsó una serie de reformas sociales significativas, especialmente en lo que respecta al papel de la mujer en la sociedad. Por primera vez, las mujeres obtuvieron el derecho al voto en diciembre de 1931 (votando por primera vez en las elecciones generales de 1933 y 1936) y se promovieron políticas destinadas a su emancipación y participación activa en la vida política y social del país. Además, se llevaron a cabo importantes avances en materia de sanidad y educación, con la creación de nuevas instituciones y la implementación de políticas sociales orientadas a garantizar el acceso universal a estos servicios básicos, que culminaron con la aprobación de un proyecto que creaba la Seguridad Social en España a mediados de 1936 (gracias al diputado Joan Lluhí) y que llegó a ser aprobado por el Congreso español pocos días antes del fatídico golpe de Estado. Hubo también un proceso de secularización del país, con la separación de la Iglesia y el Estado, permitiendo la libertad de culto y conciencia. También hubo una reforma agraria, con la distribución de tierras entre los campesinos, combatiendo el latifundio y el minifundio.
Desgraciadamente, este período de progreso y transformación fue efímero, ya que la dictadura de Franco, que se instauró tras la Guerra Civil española y que perduró hasta su muerte en 1975 (la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la URSS benefició al dictador y a su régimen), supuso un retroceso significativo en cuanto a derechos y libertades. Muchas de las reformas sociales impulsadas durante la República fueron revertidas, y España quedó sumida en un régimen totalitario caracterizado por la represión política, económica, social y cultural, así como a la falta de pluralismo político.
Otra de las características más importantes de la Segunda República fue la construcción del Estado de las autonomías, un proceso que se inició con la concesión de cierto grado de autogobierno a regiones como Cataluña, Euskadi y Andalucía. En el caso de Andalucía, la autonomía estatutaria (influenciada por la obra de Blas Infante entre otos), contemplaba al igual que otros territorios del Estado español de aquel momento, la creación de un parlamento regional, la gestión desde Andalucía de competencias como la educación, la agricultura y la industria, y el reconocimiento del habla andaluza como elemento cultural propio y distintivo. Si bien este proyecto se vio truncado por la Guerra Civil, supuso un avance significativo en el camino hacia el reconocimiento de la identidad andaluza y su derecho al gobierno autonómico. Sin embargo, este proceso se vio interrumpido bruscamente tras el ascenso al poder de Franco en 1939, y no fue hasta su muerte que se retomó la senda hacia la descentralización política y la consolidación del Estado de las autonomías del que disfrutamos en la actualidad.
En cuanto a los apoyos y oposiciones a la democracia republicana, es importante destacar que este período fue objeto de una intensa polarización política (lo mismo que en muchos países europeos de la época, la situación española no fue un caso aislado). Mientras que sectores progresistas y liberales, sindicatos, intelectuales y parte de la población trabajadora respaldaron el proyecto democrático republicano, los sectores más conservadores, la Iglesia Católica, parte del ejército y los terratenientes se opusieron vehementemente, temerosos de perder sus privilegios y de enfrentar una redistribución del poder. Por exponerlo de otra forma:
La Segunda República española (1931 – 1939), contó con el apoyo de una amplia coalición de fuerzas liberales y progresistas, incluyendo:
- Partidos republicanos: De izquierda, derecha y centro, unidos por el ideal de una España democrática y moderna.
- Socialistas (PSOE): Defensores de la justicia social, la igualdad y los derechos laborales.
- Anarquistas (CNT): Propugnadores de una sociedad sin clases y autogestionada.
- Nacionalistas vascos (PNV) y catalanes: Buscando el reconocimiento de su autonomía y la defensa de sus lenguas y culturas.
Sin embargo, la República española también enfrentó la oposición de sectores poderosos que veían amenazados sus intereses:
- Grandes terratenientes: Perjudicados por la reforma agraria y la pérdida de privilegios.
- Iglesia Católica: Opuesta a la secularización del Estado y la pérdida de influencia social.
- Sectores monárquicos (Renovación Española, alfonsinos): No resignados a la caída de la monarquía y dispuestos a defenderla por cualquier medio.
- Extrema derecha: Grupos anticomunistas y fascistas (Falange), que veían en la República española y en su democracia un peligro para el orden social.
El contexto internacional en Europa durante la década de 1930 también influyó en el devenir de la Segunda República española. La crisis económica mundial iniciada en 1929 y el ascenso de regímenes totalitarios como el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia complicaron la situación política en España, generando tensiones internas y exacerbando los conflictos entre las distintas fuerzas políticas.
En la actualidad, la reivindicación de la Segunda República española cobra especial relevancia en un contexto marcado por la crisis de legitimidad de la monarquía y la demanda de un nuevo proyecto político basado en principios republicanos. La corrupción y el desprestigio que han afectado a la institución monárquica en los últimos años han generado un amplio consenso en torno a la necesidad de instaurar un régimen republicano que garantice la igualdad, la justicia social y el respeto a los derechos humanos.
En resumen, la proclamación de la Segunda República española en 1931 representó un momento de esperanza y transformación para el país, aunque su legado fue truncado por el golpe de estado cívico-militar liderado por (entre otros), el general Francisco Franco el 18 de julio de 1936, que dio inicio a la Guerra Civil Española o Guerra de España, que enfrentó a las fuerzas republicanas españolas con los sublevados. Tras tres años de sangrienta lucha, la República fue derrotada y Franco instauró una dictadura que se prolongó hasta su muerte en noviembre de 1975. La reivindicación de este período histórico se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre el pasado, aprender de sus errores y construir un futuro más justo y democrático para España.
La Segunda República española, dejó un legado imborrable en la historia del país. Sus valores democráticos, su compromiso con la justicia social y su apuesta por el progreso siguen siendo relevantes en la actualidad. Reivindicarla no solo significa recordar un pasado glorioso, sino también defender los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que inspiraron a una generación de españoles y españolas de todo signo político y social. En un momento en el que la democracia se veía amenazada en todo el mundo por el ascenso de los totalitarismos de extrema derecha, la Segunda República Española nos recuerda la importancia de luchar por una sociedad más justa y equitativa.
¿Monarquía o República? Un debate.
En un contexto de cuestionamiento de las monarquías en Europa, España se enfrenta a un debate crucial sobre su futuro político. La Segunda República Española y el posterior republicanismo español desarrollado a partir de los años de la Transición, nos ofrece una alternativa más que viable a la monarquía, nos ofrece un sistema político basado en la soberanía popular y la participación ciudadana.
Recuperar la memoria de la Segunda República española y defender sus valores es fundamental para construir un futuro más democrático y próspero para España. Un futuro en el que la voluntad del pueblo sea la base del sistema político y en el que todos los ciudadanos y ciudadanas tengan las mismas oportunidades para desarrollarse plenamente.
Bibliografía:
-Casanova, J y Gil Andrés, C. “Historia de España en el siglo XX” Ariel Historia, Madrid 2009
-Preston, P. “Esperanzas e ilusiones en un nuevo régimen” (pags 53-71) en Viñas, A (ed) “En el combate por la Historia” Pasado y Presente, Barcelona 2012
-Balfour, S. “Spain from 1931 to the Present”(pags 243-282) en Carr, R. (ed) “Spain. A History” Oxford Press, Oxford 2000
-Gil Pecharromán, J. “La II República. Esperanzas y frustraciones” Historia16, Madrid 1996
-Tuñón de Lara, M. “La Segunda República Española” Cuadernos de Historia16, Madrid 1995
-Video de youtube de lo que ocurrió en Madrid el 14 abril de 1931 con imágenes recogidas en una película que rescata imagen y sonido inédito del Gobierno provisional de la II República: youtube.com
Fuente → blogdehistoriaderafa.wordpress.com
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