República feminista
República feminista
Yolanda Rodríguez González (*)

La república feminista impugnará la reproducción sexual del trabajo y cuestionará el modelo de familia patriarcal
 
Para pensar una república feminista conviene hacer un poco de historia sobre los desencuentros que el movimiento feminista y el movimiento republicano han tenido durante varios decenios. No debemos olvidar que en las teorías políticas neoliberales (en parte del republicanismo también) la teoría feminista aparece como algo marginal y muchas veces sectaria.

Es importante señalar que el feminismo busca la universalidad, integrando las dimensiones tradicionalmente ignoradas de la esfera domestica y del cuidado en las políticas públicas y en las consideraciones de la justica. Señalando que las desigualdades sociales son ininteligibles si la clase, la raza y el género se leen de manera disociada.

En un tiempo y un contexto marcado por el vaciado de los ámbitos de decisión, lo que Nancy Fraser describe como una amistad peligrosa entre el feminismo de una época y el neoliberalismo, la república aparece con su análisis en torno a la libertad y el autogobierno del pueblo como alternativa posible para el feminismo. La continua impugnación que el movimiento feminista en nuestro país hace de formas y modelos políticos tradicionales, se entrelaza de manera natural con el proyecto emancipatorio republicano.

Se hace necesario que el modelo republicano supere la concepción masculinizada de cómo se aparece en el esfera pública, siendo la esfera pública condición para adquirir la ciudadanía; “si en los espacios públicos habituales la voz de las mujeres no puede alzarse, entonces es necesaria la aparición de nuevos espacios donde su voz pueda ser escuchada” (Nancy Fraser).

La adquisición del estatus de ciudadanía ha estado en el centro de las demandas feministas, remontándonos a la Ilustración, el feminismo ya reflexionó sobre el modo en que esa ciudadanía de las mujeres debería ser pensada y debería ser incluida.

Construir y organizar la III república es hoy una necesidad vital, y no puede dejar de lado al feminismo, sino que tendrá necesariamente que transversalizar el feminismo en todo su proceso.

Será un proyecto en construcción con espacios de poder paritarios que remuevan los obstáculos existentes para lograr la igualdad real

¿Qué sería una república feminista? Partimos de la necesidad de enarbolar la bandera republicana no como un mero acto de reivindicación histórica, sino conectando el hilo tricolor con las luchas y reivindicaciones actuales, que el feminismo ha situado en el centro del tablero.

Una república feminista que plantea recuperar los derechos plenos de ciudadanía. Mas allá de los textos legales que reconocen la igualdad entre hombres y mujeres, el capitalismo y el patriarcado mantienen limites que impiden la consecución de una igualdad real.

La república feminista será un proyecto en construcción que permita la producción de espacios de poder paritarios, que sean capaces de remover los obstáculos existentes a la hora de la consecución de la igualdad real. Por ello la república deberá impugnar la violencia económica, física y simbólica que se ejerce contra las mujeres.

El feminismo tiene memoria y no olvida cómo las mujeres hemos vivido de manera atroz las consecuencias de la alianza entre la Iglesia y el Estado

Será laica y pacifista

La república feminista será laica, con la separación total entre el Estado y las confesiones religiosas. El feminismo tiene memoria y no olvida cómo las mujeres hemos vivido de manera atroz las consecuencias de la alianza entre la Iglesia católica con el Estado; es imprescindible desde ya eliminar la enseñanza religiosa en los centros públicos.

La república feminista enarbola la bandera de la paz. Desde la memoria recuperamos el papel fundamental que las mujeres tuvieron en la II República organizándose contra la guerra y el fascismo; hoy esa bandera se levanta contra el genocidio que se esta produciendo en Gaza. El feminismo ha señalado el carácter imperialista y patriarcal de las guerras en el mundo. Ese sentir del feminismo en la lucha por la paz nos lleva a declarar que una república feminista denunciará el papel de la OTAN y la hegemonía de los Estados Unidos en la ocupación militar de los países; y lo hace denunciando la financiación de las guerras y las narrativas que las justifican. La república feminista se sustentará sobre el compromiso de las mujeres por la paz.

 La república feminista impugnará la reproducción sexual del trabajo, y debe cuestionar el modelo de familia patriarcal. Descartamos un sistema que necesita mano de obra barata y precaria; estableciendo criterios para resolver la división sexual del trabajo y la redistribución de los tiempos, con un objetivo: el buen vivir de las personas.

Necesitamos tiempo y corresponsabilidad

La república feminista tendrá que intervenir en algunas dimensiones del reparto del tiempo, trabajar menos para trabajar todas y todos. En pleno siglo XXI seguimos con jornadas laborales de ocho horas, heredera de la lucha del movimiento obrero de principios del siglo XX. Cuando el movimiento obrero reivindico ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio, lo hizo desde una visión tremendamente masculina y que ocultaba la cantidad de horas que las mujeres destinaban y siguen destinando a tareas domesticas y de cuidados. No es posible una vida digna sino racionalizamos los horarios y reducimos la jornada laboral estableciendo un principio que permita la corresponsabilidad personal y familiar, al margen del tipo de familia.

Una visión feminista de la república nos permite contemplar el derecho a cuidar y ser cuidadas, que facilite el desarrollo del tiempo de nuestras vidas cotidianas en los lugares donde habitamos. Una república que sea capaz de transversalizar los cuidados y garantice el derecho a la vivienda como algo básico para ejercer el derecho colectivo al cuidado, con una visión de vivienda colectiva y con espacios comunes de gestión cotidiana.

El feminismo tiene vínculos importantes con el republicanismo, la noción de libertad, libertad que no puede pensarse por fuera de una comunidad política. La centralidad del espacio público y la política entendida como un asunto a dirimir entre distintos grupos e intereses.

Reclamamos una república feminista que sea internacionalista, una república donde no existan cuerpos y vidas que valgan menos. Una republica que incorpore todo el potencial movilizador y subversivo de la explosión del feminismo en los últimos años, que sea capaz de incluir todo lo que el neoliberalismo con su estrategia de exclusión produce en las más vulnerables.

Una república que construya el camino de los cuidados y la reproducción de la vida no solo como una declaración de intenciones o una cuestión ética. Una república que articula el eje político que identifica las grietas del sistema y que desde una visión crítica señala los caminos de protección de lo público y lo común hacia el futuro de la sostenibilidad y la vida en el planeta.

(*) Área Externa PCE


Fuente → mundoobrero.es

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