Estimat germà Quim:
La
nova és escueta: condemnat a mort. Han portat a terme una venjança
irracional. Seria molt difícil exposar els meus sentiments en aquests
moments. Fàstic, fàstic és el que sento.
Accepta aquestes
línies com a afirmació dels meus sentiments vers vosaltres. Jo he
trencat amb tot i accepto les meves responsabilitats. Sang que es
vessarà, però no inútilment.
Bé, xiquet, tot el que possiblement podria dir-te va dins d’aquestes línies i en la tristesa del vent.
T’estima,
Salvador Puig Antich.
Salut i anarquia.
(Querido hermano Quim:
La
noticia es escueta: condenado a muerte. Han llevado a cabo una venganza
irracional. Sería muy difícil exponer mis sentimientos en estos
momentos. Asco, asco es lo que siento.
Acepta estas líneas como
afirmación de mis sentimientos hacia vosotros. Yo he roto con todo y
acepto mis responsabilidades. Sangre que se derramará, pero no
inútilmente.
Bien, pequeño, todo lo que posiblemente podría decirte va dentro de estas líneas y en la tristeza del viento.
Te ama,
Salvador Puig Antich.
Salud y anarquía).
Sus cuatro hermanas, excepto Merçona que entonces tenía 13 años y de la que reproducimos esta recientísima entrevista, lo acompañaron hasta los últimos momentos.
Vicent Andrés Estellés escribió este poema en su memoria. Del 2 al 7 de marzo, en la antigua cárcel Model donde fue asesinado, se realizarán distintos actos en su memoria. SP
La madrugada del 3 de marzo de 1974, un régimen envalentonado por el atentado con el que ETA había segado la vida del almirante Luis Carrero Blanco decidió ejecutar a Salvador Puig Antich. La terrible muerte del miembro del MIL, encarcelado a raíz de una acción con otros compañeros de militancia, provocó un auténtico terremoto a Merçona y al resto de sus hermanas, que a pesar de la reacción tibia de los partidos progresistas de la época, iniciaron una larga lucha que todavía perdura.
Cuando se cumplen 50 años de los hechos, Merçona, que entonces tenía 13 años y era la pequeña de la familia, querría que los homenajes a su hermano obliguen a las autoridades a aclarar y reparar debidamente aquel episodio, del cual la Justicia argentina ha asumido la causa ante la desidia del Estado español.
La entrevista la realizó Àlex Romaguera
¿Con qué sensaciones afrontan las hermanas el 50 aniversario de la ejecución de Salvador?
Hay un cúmulo de sentimientos enfrentados. Por un lado, estamos muy contentas y agradecidas por la respuesta que, sobre todo en Catalunya, nos hemos encontrado entre las instituciones y la gente en general. Hemos recibido llamadas de varios colectivos y personas que preparan documentales en torno a su vida. Realmente nos sentimos muy desbordadas. Pero después compartimos la percepción que, en esta etapa de nuestra historia, todavía suceden cosas que nos recuerdan el pasado.
¿Algunos hechos demuestran que no estamos tan lejos de aquel contexto de represión política?
Solo hay que ver la cantidad de artistas que son perseguidos por sus canciones o el intento de algunos jueces para encausar al independentismo bajo la acusación de terrorismo. De alguna manera, continúa la espiral represiva que se inició con la Transición.
¿Cree que se ha reivindicado más la memoria de Salvador por la crueldad con que actuaba el franquismo que no por sus ideales libertarios?
Es evidente. Pero también es lógico, porque a raíz de la muerte de Carrero Blanco, la dictadura quiso prolongarse en el tiempo, trasladar a la población que era intocable y demostrar, a pesar de la debilidad en que se encontraba, que en España se vivía una situación perfecta. Su reacción fue vengarse contra quienes luchaban para derrocarlo, y a la postre, el año siguiente se cargó a cinco personas más.
Siempre ha comentado que las hermanas os sentisteis bastantes solas. ¿A qué lo atribuye?
Todo el mundo estaba a la expectativa. Y solo cuando lo ejecutaron, la gente reaccionó ante un hecho que nadie imaginaba que pudiera suceder. Pero hasta entonces, buena parte de la izquierda hizo la vista gorda para acomodarse al nuevo régimen que venía después. Quienes enviaron telegramas pidiendo el indulto solo fueron colegios profesionales y gente con cierto estatus social, además de colectivos autónomos de Suecia, Francia o Italia, donde hubo movilizaciones y disturbios con la policía.
¿Sin estas muestras de solidaridad, y el aprecio que se tienen entre las hermanas, la muerte de Salvador habría quedado silenciada?
Seguramente, aunque también hemos trabajado para mantenerlo vivo. No solo el afecto entre nosotros: también con los antiguos presos de La Comuna y con los círculos de amistades, el Parlament y otras instituciones del país. Sin esta red, poco habríamos conseguido.
¿Haber conocido a la gente de La Comuna, gracias a la cual recuperaron el caso para llevarlo a la Justicia argentina, supuso un punto de inflexión?
Sí, porque los tribunales no admitían nada, ni siquiera las nuevas pruebas que presentamos en la segunda revisión del sumario. En cambio, en Argentina hemos encontrado la rendija porque, en virtud del principio de justicia universal, se pueda dirimir esta y otras causas. Veremos qué sucede, puesto que con la llegada de Milei a la presidencia y el coste económico que supone la instrucción, los abogados lo tienen un poco parado.
¿Aquí, en el Estado español, ve difícil que se abra la carpeta de los crímenes del franquismo?
Tienes la sensación de que esperan que desaparezca toda la generación de criminales, quizás conscientes que la justicia universal obliga a identificar un culpable con nombres y apellidos. El paso del tiempo lo pone bastante de manifiesto, porque más allá de Rodolfo Martín Villa, cada vez quedan menos. Los últimos años han muerto José Utrera Molina, responsable de la muerte de Salvador, y el comisario torturador Billy el Niño. Todo indica, pues, que la estrategia del Estado pasa por demorar la reparación judicial a que tenemos derecho todas las víctimas.
¿Qué considera prioritario, que se esclarezcan los crímenes o que se reconozca que el juicio que condenó a Salvador estuvo plegado de irregularidades?
Las dos cosas van aparejadas. Hace falta que el Estado reconozca que el juicio no fue justo, que se manipuló el sumario y que la sentencia [de Salvador] estaba escrita por anticipado.
Cuando va a las escuelas a explicar el caso, ¿qué reacciones se encuentra entre el alumnado?
Hay de todo. Algunos expresan mucho interés y otros se extrañan que no haya imágenes por el móvil. Pero cuando escuchan nuestra vivencia, quedan impactados. Desgraciadamente, el hecho que en las casas se hable poco de la Transición y todavía menos de la Guerra Civil y los desaparecidos en las cunetas, hace que lo sientan como una cosa muy lejana y aliena a su presente. Y esto, sumado a los trabajos de investigación del Bachillerato, que no tengan espacios ni el momento para tratarlo con tranquilidad.
Hace unos meses se abrió la primera causa por torturas correspondiente al franquismo. ¿Puede ser la pieza que rompa el muro de impunidad?
Sería un paso importante, sea para evidenciar las torturas que tenían lugar en las comisarías como para dar visibilidad al sufrimiento que pasaron muchas personas. Igual que puede contribuir la iniciativa destinada a reconvertir la comisaría de la vía Laietana de Barcelona en un centro de memoria y los documentales y libros que explican los abusos que se producían en los calabozos, de los cuales tenemos ejemplos muy recientes.
¿Qué medidas considera que se tendrían que tomar de forma inminente?
El acuerdo del Parlament de declarar ilegales los juicios del franquismo ya ha sido un gesto importante. No hay que olvidarlo. Pero ciertamente queda mucho camino, como por ejemplo abolir la Ley de secretos oficiales adoptada por Franco en 1968 o la Ley de amnistía del 77, a través de la cual las autoridades procuraron que quedara todo tapado. Cuando menos, habría que esperar que el Estado hiciera un pronunciamiento oficial en vista a reparar simbólicamente a las víctimas de la dictadura. Nos daría esperanzas para conseguir que se conociera toda la verdad, a la vez que allanaría el camino para que, de una vez por todas, se hiciera justicia. publico.es
Fuente → sinpermiso.info
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