El título de entrada de esta crónica no es un buen deseo, ha sido el grito de una persona al paso de nuestra marcha, la octava que hacemos desde 2017, cuando decidimos repetir andando, la huida de más de 200.000 personas, que primero llegaron a la capital Malagueña, desde las provincias limítrofes de Cádiz, Sevilla, Córdoba, Granada, y todo el norte y oeste de la provincia de Málaga, para seguir huyendo nuevamente desde Málaga hasta Almería. Huían del fascismo y del terror que las tropas franquistas, sobre todo las tropas coloniales marroquíes, iban sembrando a su paso. La aviación italiana, la alemana y los cruceros franquistas desde el mar, intentaron matar a todos los civiles que podían, en la columna de, mayoritariamente mujeres, ancianos y niños, que se extendían por decenas de kilómetros, por la carretera, que el Doctor Norman Bethune llamó la carretera de la muerte. Fue un genocidio, porque se trataba de eliminar de manera despiadada a un sector de la población por considerar sus ideas contrarias a lo que defendían las clases reaccionarias dominantes en España de toda la vida, y que abrazaron el fascismo como el modo de imponer por la fuerza nuevamente el poder que habían perdido democráticamente en las urnas.
Justamente, por haber denominado a esta edición de la Desbandá “El
genocidio silenciado”, es por lo que, en la cabeza de la marcha, además
de la habitual bandera republicana hemos incorporado la bandera
palestina, al igual que hemos hecho en el cartel de difusión de la
marcha. Es nuestra forma de solidarizarnos con un pueblo que está
sufriendo un genocidio que vemos en vivo y en directo todos los días a
través de los medios de comunicación. Matan a civiles palestinos, la
mayoría niños y niñas, para expulsarlos de la tierra donde llevan miles
de años viviendo, y con el simple objetivo de robárselas.
Por eso la gente ha identificado perfectamente nuestra lucha por
sacar a la luz el genocidio que sufrió el pueblo andaluz a manos del
fascismo, con el genocidio que está sufriendo el pueblo de Palestina. En
esta marcha de hoy, en la que hemos participado 92 mujeres y 91
hombres, nos hemos sentidos arropados por el grito de la calle, que
constantemente ha estado saludando y animándonos en la marcha.
El 6 de febrero, por la tarde, se organizaron dos actos en Málaga
capital, aprovechando la pernocta de muchas personas que participaban
hoy (día 7) en la marcha. El primer acto fue una visita a la antigua
prisión provincial, hoy en ruinas. En la puerta de la cárcel dos
compañeras, Pepita y Marisol, nos hablaron de su paso por esa cárcel,
cuando en los últimos años del franquismo seguían encarcelándote y
apalizándote, por defender la democracia y el libre pensamiento. Otro
compañero, Manuel, nos contó la historia, también desconocida, de la
fuga, el 1 de mayo de 1.946, de 26 presos políticos, liderados por el
comunista Ramón Vías Fernández. En ella participaron anarquistas,
socialistas, comunistas, republicanos… y fue un éxito. La fuga se hizo a
través de un túnel que se construyó desde el suelo de la enfermería
hasta el exterior. Sin embargo, varios días después, Ramón y dos de sus
compañeros, que estaban escondidos en una vivienda del extrarradio de
Málaga, y por culpa de una delación, fueron acorralados en la casa, y a
pesar de que decidieron salir a entregarse, fueron acribillados en
cuanto salieron a la calle. La cárcel de Málaga albergó una de las
mayores concentraciones de represaliados tras la Guerra, castigando así a
una ciudad que fue considerada como la roja. Entre sus presos estuvo el
novelista Arthur Koelster, detenido al entrar las tropas franquistas en
Málaga; fue después trasladado a la cárcel de Sevilla y allí pensó su
libro, “Diálogo con la Muerte. Testamento español (1937)”, pensando que,
o sería fusilado, o se suicidaría, aunque finalmente le salvó un canje
de prisioneros efectuado por la República.
El segundo acto fue una
visita a las fosas comunes del cementerio San Rafael, convertido ahora
en un parque, con una gran pirámide con los nombres de las personas allí
ejecutadas. La investigación documental, publicada “San Rafael
(Málaga). Las fosas. Febrero 1937-Noviembre 1955” por Andrés Fernández
Martín y Francisco Espinosa Jiménez, certifica que la administración
franquista ejecutó a 4.288 personas que fueron enterradas en diversas
tumbas colectivas e ilegales. Los trabajos arqueológicos, realizados
desde 2006, rescataron un total de 2.840 cuerpos, el conjunto de fosas
con mayor número de exhumados en Europa occidental.
En la marcha de hoy (7 de febrero) hemos andado 26 km, primero en el
trayecto realizado desde el comienzo del Rincón de la Victoria hasta
Torre del Mar. Hemos arrancado la marcha en la zona donde un impacto de
obús de un destructor abrió un boquete en el túnel por donde pasaba el
tren de cercanías y que la gente usaba para protegerse de los
bombardeos. Después en la plaza del pueblo, concejalas de la oposición,
una de PSOE, otra de PODEMOS y otra de IU, han denunciado que el alcalde
del PP del Rincón de la Victoria es negacionista de la Desbandá a pesar
de todos los datos, testimonios y grabaciones de radio de la masacre.
Pero otros kilómetros los hemos sumado con las actividades realizadas
por la tarde ya en Torre del Mar. La visita al antiguo faro, hoy ya en
desuso, pero que era el que funcionaba el 7 de febrero de 1937,
rememorando la historia del farero Anselmo, que fue fusilado por las
tropas franquistas al día siguiente de ocupar Torre del Mar, porque no
encendió el faro aquella noche, lo que dificultó el asedio de la
aviación a las personas que huían y que pudieron descansar en los
amplios cañaverales que rodeaban el faro. En el acto de recuerdo del
farero ha intervenido Amparo Monroy, una persona de 86 años,
sobreviviente de la Desbandá y que ha hablado de tres genocidios, el de
la Desbandá, el de la retirada de la población civil de Cataluña hacia
Francia y el genocidio actual de Gaza. Amparo ha señalado que los que no
tenemos poder, podemos usar nuestras voces, y que millones de voces
pueden convertirse en un océano impetuoso que obligue a Israel a parar
el genocidio. Lo que no podemos hacer es callarnos, porque el silencio
es complicidad. También otro compañero de la Desbandá, Juan Delgado ha
leído una poesía dedicada al farero Anselmo. Además de la poesía, Juan
ha hablado de lo difícil que fue la resistencia de Málaga ante las
tropas fascistas y de que no comparte la idea de que el gobierno
republicano abandonó Málaga a su suerte, sino que no tenía otras
opciones. Hay que recordar que el gobierno de la República estaba huido
en Valencia, y que Madrid no se creía que pudiera resistir el ataque de
las tropas fascistas.
Después de la visita al faro, hemos ido al Parque de la Memoria,
donde en distintos bancos del parque están grabados nombre de personas
del pueblo, asesinadas por el fascismo y se ha recordado a dos personas
fallecidas recientemente, a Fali, un militante comunista del pueblo de
Arenas, cercano a Vélez, que llevaba muchísimos años trabajando en la
Memoria Histórica y colaborando con la Desbandá y a Pita, miembro de los
fundadores de la marcha de la Desbandá que ha fallecido también
recientemente.
Durante la marcha, en la pedanía de Benajarafe, un hombre nos paró,
para contarnos, muy emocionado, que su madre salió huyendo con 8 años en
la Desbandá junto a toda su familia. Pero la historia más detallada,
nos la ha contado Lu, una chica francesa, de 34 años, que nos acompaña
en la marcha en recuerdo y homenaje a su bisabuelo, Antonio Gutiérrez
Jurado y su bisabuela Carmen Romero Ruiz, que huyeron desde Vélez, con
la Desbandá, llevando a sus seis hijos e hijas. El bisabuelo, escribió
unas memorias de más de 100 páginas contando lo que habían pasado en la
huida. Ella sabe de la tragedia que supuso pasar el Guadalfeo, con mucha
gente ahogada que no pudo pasar. También, que cuando llegaron a
Almería, todas las calles estaban llenas de excrementos de las personas
que habían llegado refugiadas y que tenían que dormir en las calles
hasta que le asignaran un destino. A su familia, la enviaron a Valls, un
pueblo de Tarragona. Estuvieron allí hasta enero de 1939, cuando cayó
Cataluña y más de 500.000 personas huyeron en la retirada, para muchas
de ellas su segundo éxodo del fascismo. Al pasar a Francia, el bisabuelo
fue separado de la familia y enviado al campo de concentración de la
playa de Argeles Sur Mer, donde hacinaron, sin ningún tipo de protección
que no fuera hacer un agujero en la arena, a decenas de miles de
personas. Ocho meses tardó el bisabuelo en encontrar a su familia, con
la ayuda del Comité de Refugiados. Se instalaron en la zona de Normandía
donde vivieron la ocupación alemana. En la ciudad de Le Havre, echaron
raíces y allí sigue casi toda la familia con su descendencia. Lu dice
que Le Havre, está llena de Gutiérrez. Su abuelo, que enseñó a todos sus
nietos y nietas a hablar castellano, era uno de los 6 hijos que
marcharon en la Desbandá, contando con 13 años de edad. De los 6, aún
sobrevive su tía abuela, María Gutiérrez, que se casó con otro español
en Francia y ambos se fueron a Argentina. Una prima suya, nieta de María
Gutiérrez y ella son las únicas dos miembros de la familia que
decidieron venirse a España. Las dos viven en Torre de Benagalbón, un
distrito del Rincón de la Victoria.
Mañana segunda etapa, desde Torre del mar hasta Nerja.
Fuente → mundoobrero.es
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