Salvador Puig Antich, más allá del mito
Salvador Puig Antich, más allá del mito
Carles Bellsolà 

La figura del joven revolucionario ejecutado por el régimen franquista hace ahora 50 años se ha convertido en un símbolo en sí misma. Pero, más allá del mito, existe una trayectoria política y vital muy concreta. Una trayectoria breve e intensa que a menudo ha resultado eclipsada por la trascendencia de su asesinato por parte de la dictadura
 
Salvador Puig Antich nació en 1948 en Barcelona, ​​en el seno de una familia trabajadora pero sin problemas económicos. Inició su compromiso político a finales de la década de los sesenta del siglo pasado, en las Comisiones Obreras de su barrio y, más decisivamente, en el Institut Maragall, donde hacía el curso preuniversitario y donde conoció a algunos de los que serían los suyos compañeros en el Movimiento Ibérico de Liberación-Grupos Autónomos de Combate (MIL-GAC). Especialmente importante en este sentido fue Ignasi Solé Sugranyes , que lo introdujo en las ideas de un marxismo antileninista que rechazaba el papel del partido como vanguardia dirigente del movimiento obrero. 
 

Puig Antich mantuvo los contactos y el debate político con los que serían sus compañeros en la organización, pero no se comprometió firmemente hasta 1971, una vez terminado el servicio militar. El grupo, que entonces llevaba el nombre de 1000 (en cifras), se repartía entre Toulouse y Barcelona, ​​y fue entonces cuando empezó a practicar las acciones de "agitación armada" por las que sería más conocido. Se trataba, fundamentalmente, de robos (en imprentas, sobre todo) o atracos a bancos, que debían servir para editar material escrito y apoyar económico a las movilizaciones obreras.

El historiador Sergi Rosés Cordovilla , autor de El MIL: una historia política (Alikornio, 2002; con una edición más reciente de la editorial Virus), explica a Público que este concepto de agitación armada es completamente original respecto a otros grupos revolucionarios de la época que también recurrieron a la violencia. " La agitación armada se entendía como la necesidad de crear múltiples grupos autónomos que debían pasar a otras fases de violencia , ya que interpretaban que en los años finales del franquismo se estaba produciendo un aumento acelerado de la lucha de clases y de su intensidad, pasándose de la defensiva a la ofensiva obrera", señala.

El concepto de violencia del MIL

Recalca que el MIL "aspiraba a ser sólo un grupo autónomo de combate de los muchos que debían crearse", y que no tenía ninguna intención ni de convertirse en una "élite revolucionaria conspiradora ", ni de "dirigir la insurrección que debía venir". Por el contrario, las acciones armadas "necesariamente limitadas", irían encaminadas "tanto a la contra-represión como a la ayuda material a las luchas que salieran" dentro del movimiento obrero, y que a su vez "mostrarían que ya era posible el paso a la realización de acciones de violencia de masas", añade.

Para el historiador Sergi Rosés una de las originalidades del MIL era su ideología: un marxismo de ultrasequía que bebía del consejismo

Rosés, probablemente el historiador que ha tratado con mayor profundidad la trayectoria política del grupo, destaca que lo que hizo absolutamente original el MIL fue su ideología concreta, un marxismo de ultraizquierda que bebía del consejismo. Este movimiento marxista, con algunos puntos de contacto con el anarquismo, rechazaba la existencia de partidos y sindicatos obreros, y consideraba que el movimiento debía autoorganizarse en consejos obreros autónomos. "En lo organizativo, nunca había existido en España ninguna organización a la izquierda de la tradición trotskista", destaca Rosés.

El historiador también recuerda que, además de esta "agitación armada", el otro proyecto fundamental del MIL fue el que el propio grupo bautizó como " biblioteca socialista", la difusión entre los trabajadores de literatura revolucionaria ", básicamente de textos marxistas heterodoxos y de ultraizquierda.El historiador lamenta que esta voluntad divulgadora "ha pasado siempre desapercibida en la mayoría de textos sobre el MIL, centrados en otros aspectos más mediáticos", aunque " el proyecto de biblioteca fue uno de los elementos básicos, sino el más importante, en la vida del grupo” .

2018 - Mural dedicado a Puig Antich en el País Vasco.

Mural dedicat a Puig Antich al País Basc. Asier Iturralde / Wikipedia


El invierno de las armas

Pese a la importancia para el grupo de su proyecto de divulgación política, lo cierto es que lo que le dio relieve, y lo que le puso en la diana de la policía política franquista, fue su actividad armada . Ésta se multiplicó en invierno de 1972-1973, y Puig Antich participó muy activamente, formando parte de un grupo de cinco militantes que llevaron a cabo la mayor parte de atracos a bancos. En un primer momento, conduciendo el vehículo que utilizaban y, posteriormente, también entrando en las sucursales bancarias. En una de las cuales, el 2 de marzo de 1973 (un año justo antes de la ejecución de Puig Antich) resultó herido un empleado, lo que llevó al grupo a retirarse a Toulouse para evitar el previsible incremento de la presión policial.

La familia y la opinión pública tenían esperanza en un indulto que no llegó y Puig Antich fue ejecutado el 3 de marzo de 1974

Y fue en ese período de impasse en el que el grupo entró en una crisis, tanto personal como ideológica, que le llevó a su autodisolución en agosto de 1973. En la discusión teórica previa, Puig Antich se había mostrado a favor de convertir al grupo en una auténtica organización político-militar y de aumentar la intensidad de las acciones armadas.

Pese a la disolución, parte de los militantes continuaron con las acciones. En una de ellas, en un banco en la Cerdanya, el pasado 15 de septiembre, dos miembros del grupo fueron detenidos. Salvador Puig Antich había rechazado participar porque la consideraba demasiado peligrosa.

Sólo diez días después, sería detenido en la calle Girona de Barcelona, ​​al acudir a una cita que resultó ser una trampa policial y, en la que murió un policía. El 26 de noviembre el fiscal pidió dos penas de muerte contra Puig Antich, que fue sentenciado el 9 de enero de 1974 y ejecutado el 2 de marzo, pese a la esperanza de la familia (y de la opinión pública) en un indulto que nunca llegó .

El papel del atentado en Carrero Blanco

Suele considerarse que fue el atentado en Carrero Blanco, en diciembre de 1973, el que acabó de decidir el régimen dictatorial a ejecutar a Puig Antich. El historiador Gutmaro Gómez Bravo , autor de Puig Antich. La transición inacabada (Taurus, 2014), en cambio, explica a Público que hubo otros factores, que la decisión ya estaba prácticamente tomada antes del atentado, y que éste sólo "aceleró" la tramitación del caso. Y razona que " Puig Antich fue una víctima propiciatoria en un momento de cruce , en el que la extrema derecha y el búnker franquista pedían más mano dura", para contrarrestar los tanteos reformistas del tardofranquismo.

Para el historiador Gutmaro Gómez, fue la voluntad del régimen de no irritar a sus sectores más duros la que hizo imposible el indulto

Para Gómez, fue la voluntad del régimen de no irritar a sus sectores más duros la que hizo imposible el indulto. Por un lado, porque había muerto "un policía de la brigada político-social", cuerpo militar. Por otro, por el precedente reciente de los indultos a los miembros de ETA condenados a muerte en el proceso de Burgos , en 1970. Gómez explica que la extrema derecha, los aparatos de seguridad y el ejército consideraban justamente que estos indultos fueron un error que "multiplicó el terrorismo" en el Estado. Estos sectores, precisa, estaban "no tanto en favor de la ejecución como en contra del indulto".

El historiador también recuerda que " no hubo una movilización lo suficientemente importante" para reclamar el indulto, "como sí hubo en el caso del proceso de Burgos ". Y añade que hubo motivos de táctica política para que no hubiera suficiente contestación. "Al PSUC, al PCE, al PSOE ya todos los que están negociando la salida de la clandestinidad, no les conviene en ese momento aparecer vinculados a la estrategia insurreccional, violenta" que habían practicado Puig Antich y el MIL, afirma. "Apoyar el indulto a Puig Antich les enturbiaba en su estrategia, y este cálculo tuvo mucho peso", añade Gómez.

Transición inacabada

Gómez, que ha publicado varios trabajos sobre aspectos judiciales, penitenciarios y represivos de la historia española, considera también que si la justicia se ha negado siempre a revisar el proceso contra Puig Antich se debe en parte a una cuestión "ambiental", a una intención de "no remover el pasado" por parte de determinados sectores políticos españoles. Pero también a una cuestión puramente corporativa: el hecho de que los integrantes de la magistratura que debían revisar la sentencia "ya estaban allí durante el franquismo". "En este sentido, la transición está inacabada", concluye.

La ejecución de Puig Antich lo elevó a la categoría de símbolo. Y, en este sentido, Sergi Rosés denuncia que su figura se le ha apropiado indebidamente el antifranquismo democrático : "El mensaje básico es que [el MIL] era un grupo de la oposición antifranquista; es decir, uno más del conglomerado democrático: más radicales, sí, pero antifranquistas, como el resto... Y esto es la continuación de la gran mentira del antifascismo: no eran antifranquistas ni antifascistas, eran revolucionarios comunistas que no querían acabar sólo con la dictadura de Franco, sino con cuyo sistema capitalista Franco era sólo la pieza clave en España, al igual que los revolucionarios de los años 30 no participaron del antifascismo frontpopulista durante la guerra civil española para salvar la democracia y la república, sino que lucharon por el triunfo de la revolución proletaria y social. Tan sencillo como esto". 
 

Fuente → publico.es

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