La
pequeña población francesa de Bram, hoy de apenas más de 3200
habitantes, es conocida por haber albergado un campo de concentración al
que fueron a parar soldados republicanos españoles que huyeron por la
frontera francesa tras la victoria de Franco. Allí fueron confinados en
condiciones bastante precarias, como reflejó el fotógrafo valenciano
Agustí Centelles.
Centelles fue el refugiado 21 del
barracón 62 del campo de Bram. Previamente había pasado por el de
Argelès-sur-Mer tras caminar hacia el exilio como otros miles. Gracias a
otro fotógrafo barcelonés que también estaba en el campo, Salvador
Pujol, y a un carnet de periodista francés, pudieron montar una cámara
clandestina que montaban y desmontaban cada noche para evitar que
saliera a la luz las lamentables condiciones en las que vivían los
refugiados españoles. Después de hacer algunas de las fotos más conocida
de la Guerra Civil, hizo lo propio con las de Bram, hoy icónicas por
este triste capítulo de la historia.
Como él mismo
recordó, en este y otros campos de concentración franceses, “la vida no
era fácil. Tanto por parte de las autoridades francesas que no vigilaban
con tropas coloniales, como por la vida que llevábamos”. En las fotos
se puede comprobar el hacinamiento al que estuvieron sometidos los
refugiados republicanos en los barracones, las pobres condiciones de
salubridad que tenían a la hora de asearse —con agua que se suministraba
de forma limitada— o de hacer sus necesidades. Las memorias indican que
las primeras semanas fueron las peores.
A pesar de
todo, Centelles pudo mantener la maleta con los negativos y demás a
salvo. Son cientos las fotos que pudo salvar y que narraron la vida en
los 165 barracones que estaban en el recinto cerrado con alambre de
espino. En cada uno de ellos podían alojarse hasta cien refugiados y
durante el día y la noche, el campo era vigilado por centinelas. En
total, fueron alrededor de 16.000 los españoles que por allí pasaron. En
lo que respecta a Centelles, logró un permiso para salir del campo en
septiembre e irse a recoger uva a Carcassone. Al poder dejar atrás Bram,
guardó la maleta con su preciado material fotográfico en una casa
francesa, donde la familia los custodió hasta 1976, cuando la pudo
recuperar y hacer públicas las penurias que allí habían vivido.
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