
Entre el dolor y la memoria
En abril de 1948, la organización clandestina del PSUC recibió uno de los golpes más duros con la desarticulación de las agrupaciones guerrilleras instaladas en la ciudad de Barcelona y de buena parte de la estructura regular de la organización política. Es lo que se conoce como la “caída de los ochenta”, cuyas consecuencias fueron bastante importantes en la actividad del PSUC.
Un año antes, en enero de 1947, la policía había detenido a Angel Carrero. Era miembro de la Comisión Política-militar y tenía el mando de dos brigadas urbanas, una dirigida por Numen Mestre y la otra por Jaume Valls, que no fue detenido. La detención de Àngel Carrero había llevado a la detención de Carles Sancho, encargado de llevar armas de Manlleu a Barcelona. En abril de ese mismo año de 1947 se produjo la importante caída de Puig Pidemunt, Fernando Rius Tomás Calduch, Sebastián Piera Lloveras, Eduardo Arias Cabrera y Numen Mestres. Todos ellos fueron ingresados en la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, donde fueron reiteradamente torturados durante semanas.
Las terribles torturas y las pesquisas policiales fueron facilitando la cadena de detenciones hasta totalizar casi un centenar de miembros del PSUC. Los días 13 y 14 de octubre de 1948 se realizó consejo de guerra contra 78 de los detenidos, que condenó la mayoría a largas penas de prisión y ocho a penas de muerte, de las que se cumplieron cuatro: Joaquim Puig i Pidemunt, editor de Trabajo y responsable de la delegación del Comité Central del PSUC; Numen Mestre Ferrando, dirigente de la JSUC; Angel Carrero Sancho, jefe militar de la guerrilla en Barcelona y Pere Valverde Fuentes, responsable político de la Agrupació, fueron ejecutados. Los otros cuatro condenados a muerte vieron conmutada su sentencia por 30 años de reclusión.
Durante todos estos años, primero en rigurosa discreción y después en actos abiertos cuando la situación de libertad ya lo permitía, cada mes de febrero gente del PSUC recuerda y rinde homenaje a los cuatro fusilados de los 80. La gente del PSUC es especialmente sensible, tiene una relación estrechamente emocional con el recuerdo de estos cuatro compañeros que no sobrevivieron a la caída más famosa de la clandestinidad psuquera. La gente del PSUC siempre ha considerado su recuerdo como un acto íntimo de partido, sin embargo abierto a quien quiera compartirlo.
Sin embargo, hace tiempo que por las empinadas calles del cementerio de Montjuïc no sube en silencio ningún pequeño grupo de miembros del PSUC encabezados por Víctor. Ahora los que caminan arriba son una muchedumbre de jóvenes, miembros de organizaciones herederas del PSUC, que con paso vivo se dirigen a conmemorar la vida y la muerte de los cuatro ejecutados de los 80.
Como el pasado domingo 18 de febrero, cuando un grupo de jóvenes, con familiares de Puig Pidemunt y con un grupo de veteranos, rindieron homenaje, como cada año, al cementerio de Montjuic a los cuatro compañeros del PSUC de la caída de los 80 ejecutados. Convocados por la Asociación Catalana de Personas Ex-presas Políticas del Franquismo, los terrassenses Enric Cama y Domènec Martínez, de la Junta Directiva de la asociación, dirigieron unas palabras sobre la historia de la caída de los 80 y sobre el sentido de acto. Hicieron referencia también a Domènec Servetó-Bertand, un terrassense que refugiado después de la guerra en Francia participó activamente en la resistencia francesa. En 1941 fue detenido y trasladado a la cárcel de Eysses donde participó en una insurrección durante la que resultó herido. Fue condenado a muerte y ejecutado un 23 de febrero de 1944, de eso hacía justo 80 años.
A las 12h, y en el Camp de La Bota, frente al monumento donde están grabados los nombres de los fusilados por el franquismo, y con una notable presencia de gente, se realizó el homenaje de cada año. Habló Carles Vallejo, presidente de la Asociación, y Raül Valls, presidente de L'AMICAL de ANTIGUOS GUERRILLEROS DE CATALUÑA. Después de varias actuaciones musicales terminó el acto con el canto de la Internacional y los Segadors. Un acto de memoria que recuerda con dolor a los cuatro compañeros fusilados el 17 de febrero de 1949, y con ellos a todos los que lucharon, y muchos murieron, con la idea de conseguir un mundo de justos y de iguales, un mundo donde una diferente cuna no comporte una vida diferente, un mundo de pan y rosas para todos. El próximo año regresaremos.
Fuente → expresospoliticsdelfranquisme.com
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