Una visión realista sobre el Ejército del Reino de España
Una visión realista sobre el Ejército del Reino de España
Marco Antonio Santos Coto

El fascismo está vivo en la sociedad española y en los cuarteles también. Y un problema no se arregla de ninguna manera si no se reconoce su existencia
 
A las personas, como el que esto escribe, que tenemos en lo más profundo del alma la huella profunda y negra de muchos kilómetros de camino por el universo cerrado, caduco, espeso, y agrio de los cuarteles militares del Reino de España, no nos sorprende en absoluto el ruido de sables que se vuelve a escuchar después del fracaso de la intentona de formar gobierno de las derechas de España, la derecha extrema y la extrema derecha nivel prémium. Tampoco nos sorprende la inacción de la ministra Margarita Robles, ni el lenguaje gestual de adolescente caprichoso mal criado, que mostró el jefe del Estado y también del ejército, en la investidura del presidente Sánchez.
 

Todo es consecuencia de la reconversión y maquillaje en forma de demócratas de las estructuras franquistas del nacional catolicismo español, cáncer maligno tumefacto para los pueblos de España, que se disfraza bajo el eufemismo denominado transición. Cuando las heridas no se reparan adecuadamente tardarán más o menos, pero las consecuencias negativas de una herida mal curada indefectiblemente reaparecen.

El Ejército no es ajeno a esta situación de esclerosis de las estructuras de poder en España, y para poder entender, lo que afecta a la institución militar, es necesario conocer que en 1975 los topos franquistas hicieron caer a los miembros de la Unión Militar Democrática(UMD).

La UMD era un movimiento clandestino de militares que consideraba que un ejército democrático era necesario y posible. Fueron encarcelados un comandante y ocho capitanes que sufrieron consejo de guerra y años de prisión.

La muerte del asesino que nombró a dedo al anterior jefe de Estado, padre del actual, supuso una amnistía que excarcelaba a los militares de la UMD, pero los mantiene en situación de expulsión mientras mira para otro lado en el caso de los militares franquistas que cometieron crímenes contra la humanidad. En el año 77 se forma consejo de guerra contra el capitán de navío José Ignacio Domínguez, militante de la UMD. No entra en prisión por la amnistía que se produce ese año, pero es igualmente expulsado. Y no es hasta el año 1986 cuando se les rehabilita y hasta el 2010, como quien dice ayer, cuando son reconicidos por el Ministerio de Defensa.

Cuando se exhuman los restos del dictador, que nombró a dedo al anterior jefe del Estado padre del actual, más de 1.000 militares en situación de reserva firman un manifiesto de desagravio al tirano. ¡Qué barbaridad!, ¡qué indecencia!, ¡qué inmoralidad! ¡Qué infamia a la memoria de más de 100.000 españoles asesinados extrajudicialmente y arrojados a las cunetas como si fueran basura…! y también, qué cobardía pues firman cuando su situación de militares en la reserva les exime de cualquier tipo de consecuencia. De nuevo vemos el resultado de no cerrar bien la heridas: el fascismo está vivo en la sociedad española y en los cuarteles también.

Está presente, sí, por terrible que resulte decirlo, es la realidad. Y un problema no se arregla de ninguna manera si no se reconoce su existencia

¿Qué le ocurrió a quien expresó su deseo de fusilar a «26 millones de hijos de puta»? Nada.

¿Qué le sucedió a los militares que cantaban canciones de estirpe imperial? Nada.

¿Qué le aconteció al capitán que llevó a sus subordinados a rendir armas a Franco? Nada.

Y ¿qué le hicieron al teniente Luís Segura?, militar y persona demócrata de intachable conducta e irreprochable arquitectura moral. Expulsado de manera ignominiosa a la vez que lo intentan asesinar civilmente poniéndole todo tipo de trabas, en forma de querellas, para que no pueda organizar su vida de nuevo.

Ya no nos extraña tanto, ni el ruido de sables ni que la actual ministra de Defensa sea la ministra favorita de la derecha. Tenemos un problema muy serio: el Ejército español está infectado por el virus del nacional catolicismo carpetovetónico hasta el punto de que tiene que ser una asociación cívico militar ACMYR la que denuncie a los militares que piden que el ejército destituya al presidente Sánchez, es decir que den un golpe de Estado, mientras la ministra favorita de las derechas ¿qué hace al respecto?: Nada.

(*) Cabo sanitario en reserva


Fuente → mundoobrero.es

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