Angelo Nero
“Hice la película porque consideré –y considero– que era mi deber como ciudadano, como cineasta y como comunista.” Juan Antonio Bardem.
La memoria de la Semana Trágica de Madrid, de enero de 1977, es, sin duda, como venimos recalcando estos días, una buena herramienta para desmontar la imagen –para el que todavía se resista, en un ejercicio de la ridícula nostalgia de “Cuéntame”- de la modélica Transición, en la que está deficiente democracia oculta a sus muertos bajo la alfombra, para que no molesten. Con un evidente desprecio hacia las víctimas, hemos asistido recientemente, a la vergüenza a ver la firma de los ex secretarios generales de UGT, Nicolás Redondo y Cándido Méndez, y de CCOO, Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo, en sendas cartas en defensa de Martín Villa, dirigidas a la jueza María Servini, que instruye la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo, en cuya causa está imputado por varios crímenes el que fuera ministro de Relaciones Sindicales, en 1975, con el gobierno de Arias Navarro, y de Gobernación, en 1976, con Adolfo Suárez.
Queda bien retratado en este apoyo –“Los que combatimos la dictadura franquista encontramos compañeros de aventura en personas como Rodolfo Martín Villa”, llega a escribir Nicolás Redondo- a uno de los personajes más siniestros del tardofranquismo, la calaña de los que han dirigido a los principales organizaciones sindicales del estado español, instalados en el pacto social, las subvenciones gubernamentales y en la política de despachos, mientras desmovilizaban a la clase obrera, y repudiaban la memoria de las víctimas, que fueron heridos, detenidos o asesinados, muchos de ellos, con el carnet de sus sindicatos en el bolsillo.
Para los que tenemos algo más que memoria, y no olvidamos ni perdonamos, que seguimos pidiendo Verdad, Justicia y Reparación, no solo para todas las víctimas de la represión fascista que comenzó con el golpe de estado de los militares africanistas en 1936, si no para todas las víctimas de la Transición Sangrienta, para los asesinados, encarcelados y torturados, es imprescindible volver a recomendar los muchos materiales que existen a nuestro alcance, gracias a la red, sobre los crímenes que esta “democracia” ha dejado impunes.
Uno de esos materiales, que convendría repasar en estas fechas, es la película “Siete días de enero”, de Juan Antonio Bardem, con guión del historiador Gregorio Morán y del propio Bardem, rodada solo unos meses después de aquellos acontecimientos, lo que la convierte en un documento excepcional que traspasa lo cinematográfico. El film pone el foco en dos escenarios, el primero en el despacho laboralista de la calle Atocha, donde se reúnen los líderes de la huelga general del transporte, una de las muchas que, en aquel momento, ponían en jaque al nuevo régimen, donde, desde arriba se intentaba que “todo pareciera que cambiaba para que todo siguiera igual”, y desde abajo, había todavía movimientos en demanda de una ruptura que, como todos sabemos, no llegó.
El otro escenario se nuclea en torno a dos de los protagonistas, Luís María y Pilar, pertenecientes a la clase dirigente que quería mantener sus privilegios, y que estaba dispuesta en utilizar todas las armas a su alcance para conseguirlo. Luis María es el arquetipo de aquellos Guerrilleros de Cristo Rey que ahogaron en sangre muchas de las manifestaciones que pedían Amnistía y Libertad, que se involucra en las redes del paramilitarismo de ultraderecha, hasta las mismas puertas del bufete de Atocha. Bardem nos trata de explicar los engranajes del sistema que fabricó, parece que no dejó nunca de hacerlo, esos grupos al servicio de la guerra sucia del estado, que actuaron con el beneplácito y con la ayuda de los cuerpos de seguridad y de los servicios secretos.
Notables son también las imágenes de archivo, captadas en muchos casos por periodistas extranjeros, ya que la libertad de prensa en España todavía no era, ¿lo ha sido alguna vez?, completa, y los mecanismos de censura todavía estaban intactos. Todavía es más sorprendente que, además de la de Bardem, fueran pocos las películas, de ficción o documentales que abordaran esta Transición Sangrienta. Ahora recuerdo “Lunes negro, Atocha 55”, el documental de Tino Calabuig, de 1997, y, la inefable manipulación de Victoria Prego en la serie “La Transición” , de 1995, en la que narraba la historia oficial de una forma que no ha soportado el paso del tiempo, en que el régimen del 78 ha sido cuestionado desde muchos frentes distintos.
Dirección: Juan Antonio Bardem. Guion: Juan Antonio Bardem y Gregorio Morán. Fotografía: Leopoldo Villaseñor. Música: Nicolás Peyrac. Intérpretes: Manuel Ángel Egea (Luis María), Fernando Sánchez Polack (Sebastián), Madeleine Robinson (Adelaida), Jacques François (don Tomás), Virginia Mataix (Pilar), José Manuel Cervino (Antonio), Joaquín Navarro (Navarro), Alberto Alonso (Cisco Kid). Producción: Goya Films-Serafín García Trueba y Les Films des Deux Mondes. Duración: 128 minutos.
Fuente → nuevarevolucion.es
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