Seis meses de censura en el País Valencià: la (vieja) “cultura de la cancelación” de la ultraderecha
Seis meses de censura en el País Valencià: la (vieja) “cultura de la cancelación” de la ultraderecha / Raquel Andrés Durà

Vicente Barrera, torero de Vox al frente de la Conselleria de Cultura, ya ha advertido que quiere una “cultura blanca” y que invisibilizará las propuestas en valenciano. En medio año se han retirado revistas infantiles de bibliotecas públicas, se ha eliminado el nombre de un prestigioso músico como Vicent Torrent a un auditorio y se ha anunciado censura previa en un festival internacional de arte urbano, entre otros. 
 
“Me rebelo absolutamente a esta mierda de no poder tener libertad de expresión”, dijo sin problemas el presentador de El Hormiguero de Antena 3, Pablo Motos, en un programa que tuvo 1,7 millones de espectadores y un 14,3% de share. “Mi familia ha vivido una dictadura y yo ahora me siento identificado. No puedes decir lo que piensas”, aseveró libremente Mario Vaquerizo en el programa Déjate querer de Telecinco, ante un millón de televidentes y un 10,3% del share y poco después de haber protagonizado una campaña de la Comunidad de Madrid, cosas que probablemente no podía haber hecho una luchadora antifranquista en la época con la que compara la actual. Otros personajes como Josema Yuste, Juan Soto Ivars o Sergio del Molino han clamado contra la llamada “cultura de la cancelación”, aunque cuesta entender que no tengan libertad de expresión teniendo en cuenta los importantes altavoces mediáticos desde los que intervienen.
 

Sin embargo, ninguno de ellos ha denunciado el goteo incesante de casos de censura que se han impulsado desde los gobiernos de PP y Vox en el País Valencià en el poco más de medio año que llevan en el poder. Una “cultura de la cancelación” de la ultraderecha —siguiendo su marco mental— que no es nueva, pero que ha vuelto con fuerza con su entrada en las instituciones públicas. Dejar la Conselleria de Cultura en manos de Vox, concretamente en las del torero Vicente Barrera, ya fue toda una declaración de intenciones del Ejecutivo de Carlos Mazón. Al recoger la cartera, en julio de 2023, dijo que trataría “a toda la cultura por igual, sin saber ni pensar de dónde viene”.

En una comparecencia, Barrera añadió que no apoyará a artistas ni colectivos que defiendan el País Valencià porque considera que el término “no es legal” (pese a figurar en el preámbulo del Estatut d’Autonomia)

Poco tiempo estuvo vigente esa frase, ya que cuatro meses después anunciaba que retiraría todas las ayudas a fundaciones que promocionan la literatura valenciana por no ser de su cuerda ideológica, como las dedicadas a Joan Fuster, Vicent Andrés Estellés, Bromera, Full y el Institut Ramon Llull. En una comparecencia en Les Corts añadió que no apoyará a artistas ni colectivos que defiendan el País Valencià porque considera que el término “no es legal” (pese a figurar en el preámbulo del Estatut d’Autonomia). “Yo defiendo mi trinchera, que es todo lo contrario al País Valenciano”, ha llegado a afirmar. Este es un recopilatorio de las censuras más representativas de sus primeros meses, la mayoría contra todo aquello culturalmente valenciano, empezando por la lengua propia.

La censura ideológica de PP y Vox: de revistas infantiles a un festival internacional de arte urbano

Poco después de la constitución del nuevo equipo del Ayuntamiento de Torrent (l’Horta Sud), el 17 de junio, la Junta de Gobierno Local —formada por PP y Vox— acordó que el Auditorio Municipal dejara de tener el nombre de un músico aclamado de la localidad como es Vicent Torrent, líder del mítico grupo Al Tall.

Le siguió el anuncio en julio de Jesús Albiol, concejal de Vox en Borriana, de retirar las suscripciones contratadas por el ayuntamiento en la biblioteca municipal a las cinco revistas en valenciano: las infantiles Cavall Fort y Camacuc, la musical Enderrock y las de información general Llengua Nacional y El Temps. Más tarde, también intentó quitar de la sección infantil libros sobre temática LGTBI, algo que no consiguió porque el PP se opuso ante la polémica generada.

Una censura muy sonada le tocó al premiado escritor Manuel Baixauli. Se canceló un acto que tenía con estudiantes en el marco del ciclo Encuentros en la Biblioteca Valenciana, previsto para principios de 2024. Se lo comunicaron vía telefónica en septiembre. El vicepresidente valenciano y conseller de Cultura, Vicente Barrera, preguntado por este caso de censura, alegó que “la idea de País Valencià” es una “línea roja” para su departamento, por lo que apartará de los actos de instituciones públicas a quienes empleen un término que consta en el preámbulo del Estatut d’Autonomia valenciano.

El Ayuntamiento de València, en manos de PP y Vox, ha llegado a aplicar la censura incluso sobre la propiedad privada, como fue el caso del borrado de un mural denunciando el genocidio de Israel en Palestina

El Ayuntamiento de València, en manos de PP y Vox, ha llegado a aplicar la censura incluso sobre la propiedad privada. El dueño de una casa del barrio de Benimaclet promovió que el BDS-PV pintara un mural denunciando el genocidio de Israel en Palestina. Horas después de que acabaran la obra, operarios de limpieza del consistorio la borraron pintando de blanco todos los muros.

Por otro lado, en la última Mostra Internacional de Pallasses i Pallassos de Xirivella, en la que cumplía 30 ediciones, la Associació d’actors i actrius professionals valencians (AAPV) denunció que el concejal de Cultura, Lorenzo Monrós (Vox), había pedido a las compañías —ya contratadas antes de las elecciones— que cambiaran el espectáculo al castellano. Un nuevo intento de eliminar la lengua propia de la escena pública.

El pequeño pueblo de Fanzara (l’Alt Millars) es muy conocido por ser un auténtico museo de arte urbano al aire libre. Lo es gracias a MIAU, un proyecto impulsado por el vecindario y que invita todos los años a artistas internacionales para pintar y dar vida a las fachadas del municipio, con el acuerdo de todos los propietarios de las viviendas. Ahora una nueva ordenanza municipal impulsada por el PP exige que “todas las intervenciones artísticas u obras de arte que vayan a ser pintadas” sean “supervisadas previamente por el Ayuntamiento”. Y es que ha molestado especialmente un mural de Elías Taño que lleva una cita de la canción “Mi patria digna” de Los Chikos del Maíz: “La única patria digna en este país aún sigue en cunetas”. Es un caso grave de censura previa como la que se aplicaba durante la dictadura franquista; a ello se suma la petición del consistorio de que la asociación desaloje un local municipal en el que guardaban material y hacían exposiciones —ya tenían dos programadas que han tenido que suspender—. Este ataque a la libertad de expresión de los artistas se ha topado con el rechazo frontal de la organización del MIAU que ha advertido que, de seguir adelante, el proyecto acabará. En 2024 cumpliría 10 años y ha atraído a más de 150 artistas que han hecho más de 160 murales, entre otras intervenciones.

La Cabalgata de las Magas de Enero de València, conocida como “La Festa de la Infantesa” y organizada por la Societat Coral el Micalet, se ha convertido en un acto cultural de asistencia masiva de familias desde que comenzara a celebrarse en 2016, aunque con antecedentes durante la República Española. A pesar de que ya había un cartel que anunciaba que el 14 de enero recorrería las calles del centro, finalmente se ha anulado porque el Ayuntamiento de València no le ha concedido los permisos, pese a haber realizado todos los trámites necesarios. La alcaldesa María José Catalá (PP) ya había advertido que no financiaría la cabalgata infantil, pero tras recaudar el dinero necesario para hacerla vía micromecenazgo, finalmente ha decidido pararla a golpe de censura. Como respuesta, los organizadores han convocado una “manifestación popular” el mismo día a las 11 de la mañana que irá del carrer de la Pau a la plaça de la Mare de Déu. En la Cabalgata de Reyes de València del 5 de enero también se produjeron grandes ausencias: el valenciano y las danzas tradicionales y dolçaines, entre otros elementos.

Hay otros casos que, de momento, han quedado en anécdota, como los intentos de Vox de que no se vuelva a interpretar la Muixeranga en los actos del 9 d’Octubre en Benicarló; la petición de que se retirara el libro El triangle rosa de Silvestre Vilaplana de los institutos de Vinaròs, destinado a que los adolescentes no tengan problemas en mostrar su orientación sexual; la ocurrencia en Vila-real de eliminar el Correllengua escolar; o la retirada de la subvención que recibía cada año la Fundación Miguel Hernández del Ayuntamiento de Orihuela para organizar el Premio Internacional de Poesía por parte de Vox, y que acabó siendo rectificado con por el alcalde del PP. Pese a no haberse llevado a cabo, son declaraciones de intenciones de la derecha-ultraderecha para acabar con todo aquello que representa valores progresistas o que son muestras de identidad valenciana.

La socióloga Zahia Guidoum afirma que “la cultura de la cancelación a todo lo que sea de izquierdas y soberanista en el País Valencià ha existido siempre”

¿Tienen todos estos actos de censura algún tipo de comparación con lo que la ultraderecha viene denunciando como “cultura de la cancelación”? Para el periodista y escritor Xavier Aliaga, no hay ningún paralelismo: “Con el Botànic hubo un proceso de restitución en el cual a la parte más invisibilizada de la cultura se le dio una cierta visibilización, que tampoco fue exagerada”. De hecho, recuerda que en la televisión pública À Punt tenía espacio “la cultura en otras lenguas” diferentes al valenciano y con “otros planteamientos”. En todo caso, ve “resbaladizo” el término “cultura de la cancelación”, que se refiere a denuncias públicas por “comportamientos muy reprobables” que cree que hay que analizar “caso por caso” y “poner en contexto”, mientras que lo que hace actualmente la ultraderecha es pura “censura ideológica”.

Para la socióloga e investigadora Zahia Guidoum, la “cultura de la cancelación” es una “batalla cultural de la ultraderecha para imponer unos determinados marcos mentales” y subraya que la censura actual “no es nueva”: “En el País Valencià hay una cultura de la represión a cualquier soberanismo, nacionalismo y progresismo desde la mal llamada Transición, con el asesinato a Miquel Grau por poner un cartel de la ‘diada’ nacional, el caso de Guillem Agulló, las bombas en los casales populares o en casa de Joan Fuster, etc. La cultura de la cancelación a todo lo que sea de izquierdas y soberanista en el País Valencià ha existido siempre. Solo ha habido un pequeño paréntesis democratizador, no completo, en los años del Botànic”.

El sociólogo y escritor que pronto acabará su contrato como director de la Institució Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació, Vicent Flor, cree que Vox pone las “guerras culturales” en la agenda “porque no tiene un proyecto económico ni social” y necesitan “llamar la atención”. En todo caso, reclama un rigor a la hora de hacer paralelismos y lo ejemplifica con la portada de ABC de 1993 que decía: “Igual que Franco, pero al revés: persecución del castellano en Cataluña”. “Si fuera cierto, el catalán sería la única lengua oficial en Madrid y el castellano estaría prohibido en Madrid. Hay que ir alerta con las comparaciones que no tienen fundamento histórico”, advierte.

Vicent Flor: “Es inaceptable que Vox promueva solo la cultura que les gusta a ellos”

La censura de PP y Vox, como hemos visto, está muy centrada en la lengua y cultura propia del País Valencià. “Todo lo que no esté en sus coordenadas ideológico-nacionales es un enemigo a batir. Ellos interpretan que cada espacio que ocupan esas propuestas es en detrimento de las que defienden ellos, con una españolidad clara y definida”, observa Aliaga. Por su parte, Flor denuncia que “quieren excluir de la participación política a quien no piense como ellos”: “Un partido político como el PP no puede proponer ilegalizar a partidos independentistas. Y eso lo aplican también en el cambio de la cultura con la idea de que tiene que ser neutra, es decir, a favor del statu quo, de las clases dirigentes y de los más favorecidos por el sistema, cuando los responsables de la gestión cultural tenemos la obligación de plantear una cultura crítica”.

El conseller de Cultura, Vicente Barrera, dijo en una entrevista en Valencia Plaza que quería “cultura blanca”, algo que Flor ve “inaceptable”: “Vox quiere solo la cultura que les gusta a ellos”. Como gestor cultural, pone como ejemplo la beca de periodismo de investigación Josep Torrent, impulsada por el Magnànim en colaboración con la Unió de Periodistes Valencians: “Nadie de la institución interviene en la elección de los temas, se deciden en base a unos criterios profesionales. Eso ha hecho que se hayan publicado libros políticamente más críticos y otros más neutros”.

El investigador recuerda que “desde la Transición, la derecha acusa a los valencianistas de ser malos valencianos igual que la derecha española acusa a otros ciudadanos de ser malos españoles, algo que se vio con el término ‘País Valencià’”, consensuado por todo el arco político valenciano, pero finalmente tumbado en Madrid de manera unilateral”. Denuncia que “la derecha tiene un pasado autoritario en el País Valencià y en el resto del estado” y “no ha hecho ningún esfuerzo de pedir disculpas ni de plantear cambios”.

Xavi Aliaga teme que ahora entrará en acción la “autocensura”, ya que los gestores culturales, bibliotecarios y otros programadores “tratarán de evitar propuestas que puedan generar controversia con los políticos”

En declaraciones al Diari La Veu, el escritor Manuel Baixauli advertía: “En estos momentos, cancelar actos que ya se habían programado es muy visible, porque los afectados lo denunciamos, pero a partir del año que viene aplicarán una censura silenciosa e invisible, ya que, sencillamente, no existiremos para las instituciones culturales valencianas”. Xavi Aliaga teme que ahora entrará en acción la “autocensura”, ya que los gestores culturales, bibliotecarios y otros programadores “tratarán de evitar propuestas que puedan generar controversia con los políticos”, algo que, afirma, “será muy peligroso”. La manera de contrarrestar esta situación es clara: “Como ya se hizo con los gobiernos del PP, desde la sociedad civil”. “A cada censura debe haber un fortalecimiento de la sociedad civil. Si las instituciones no hacen caso del Año Estellés, la sociedad civil, dentro de sus posibilidades, ya hará por promoverlo. No tenemos otra que la denuncia y la ayuda recíproca”, coincide Vicent Flor.

¿Es peor la censura actual o va más rápida que en los 20 años de gobierno en solitario del PP en el País Valencià? La socióloga Guidoum cree que “están actuando rápido porque tienen que demostrar que han venido a hacer por lo que les han votado”, pero es pronto para hacer una comparativa. Lo mismo opina el escritor Aliaga, que recuerda que, en las dos décadas de PP, “la época de Francisco Camps fue durísima”. En todo caso, la socióloga Guidoum cree el “desacomplejamiento de la derecha” a la hora de “hacer aquello por lo que les han votado” debería ser una referencia para la izquierda y señala un ejemplo muy concreto: “Guillem Agulló tiene una plaza dentro de un parque, mientras que Rita Barberá ya tiene un puente en el centro de València pese a haber sido una corrupta. Eso es tener el poder y creérselo”.


Fuente → elsaltodiario.com

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