
El 2 de enero de 1912 nació en Benilloba (el Condado) Federico Borrell García, el Taino , el anarquista que Robert Capa retrató justo en el momento de su muerte en la foto Muerte de un miliciano o El soldado caído . La veracidad de la instantánea ha sido cuestionada aunque algunas investigaciones parecen demostrar que es real. Otros dudan de la identidad del miliciano.
Taino fue el quinto de seis hermanos de una familia pobre. Su padre, Vicente Borrell, Batallón , labrador, murió cuando Federico tenía seis años. La madre, Maria Garcia, la Tanya , decidió trasladarse a Alcoy con todos sus hijos cuando logró un trabajo de criada. Federico aprendió a leer ya escribir y se hizo tejedor con la intención de casarse con su novia Marina. Como otros muchos jóvenes de la zona, también era anarquista y fundó la sección local de las Juventudes Libertarias.
El primero de septiembre de 1936, días después de asaltar el cuartel de Infantería de Alcoy y hacerse con armamento ligero, munición y correajes, una columna miliciana anarquista compuesta por unos 300 hombres partió hacia el frente andaluz, dispuestos en colaborar en el intento republicano de contener las tropas del general Varela, acuartelado en Córdoba. Entre ellos figura el Taino. La vida le va bien por entonces: está a punto de casarse y ha dejado guardado un traje recientemente comprado para la boda. En la columna acude también su hermano Evaristo, cinco años menor, y un adolescente llamado Mario Brotons que con el tiempo jugará un importante papel en esta historia.
El Taino y sus compañeros suben a Cerro Muriano, una aldea situada a pocos kilómetros de Córdoba el amanecer del día 5. Se despliegan por el terreno, ocupan las trincheras. No hace falta pensar en un ejército organizado, bien armado y coordinado, sino mejor en un puñado de «civiles con escopetas». Sus oponentes sí componen un ejército profesional con experiencia.
Ese día, el general Varela inicia una ofensiva por la sierra cordobesa. Las tuberías que resuenan demasiado cerca aterrorizan a los habitantes de Cerro Muriano, que salen de sus casas y escapan a la carrera en busca de un lugar más seguro. A mediodía, cuando por el flanco izquierdo del frente avanza en silencio una columna nacional de marroquíes bajo el mando del coronel Sáenz de Buruaga, los milicianos de Alcoy reciben una visita inesperada. «Aquel día llegaron a Cerro Muriano al menos tres vehículos de periodistas», escribe Moreno Gómez en su libro 1936, el genocidio franquista en Córdoba (Crítica, 2008). En uno de los coches viaja Robert Capa y su pareja, la también fotógrafa de guerra Gerda Taro.

La frente está tranquila y Capa aprovecha para captar a un grupo de milicianos en una trinchera, con los fusiles arriba, saludando. El hombre de la camisa clara de la izquierda que sonríe mirando hacia un lado es Federico Borrell y morirá un rato más tarde. El tercero por la izquierda, con bigote, también.
A partir de ahí las versiones no coinciden. El historiador Gómez Moreno, basándose en un detallado estudio de los movimientos de tropas, concluye que el Taino y los suyos se vieron sorprendidos por el ataque de los regulares de Sáenz de Buruaga y que acudieron, corriendo abajo, a tapar el flanco. «Todo un panorama negro que hace impensable que Robert Capa tuviera tiempo ni oportunidad para ensayar fotomontajes», afirma. En la batalla muere Borrell.
El biógrafo oficial del fotógrafo, Richard Welham, lo ha reconstruido así: Capa se encontraba en una hondonada o una trinchera. Al pie de ésta, estaba Federico Borrell. Unos metros a su derecha, el otro miliciano de bigote. Justo en ese momento, una bala impacta contra el Taino. Capa se agacha en la trinchera. El miliciano de bigote, que nunca ha sido identificado, se arrodilla para ofrecer menos blanco, coge a Borrell por las axilas y, ayudado por los compañeros, le conduce a la trinchera. Luego, cuando está recogiendo su fusil, es abatido a su vez, casi en el mismo sitio que Federico. Capa retrata también el momento. Y asimismo, su cadáver, en una tercera foto que no se había visto hasta 2008.
Al día siguiente, el pequeño hermano, Evaristo Borrell, dejó la frente y regresó a Alcoy para informar a sus hermanas de que Federico había muerto. Su hija, Empar Borrell, la sobrina de Federico, recordaba hace un años que su padre guardó para siempre una idea particular y penosa de ese día de guerra: «Ya no volvió a presentarse voluntario. Es más, siempre nos aconsejó que no nos presentáramos voluntarios para nada en la vida». Años después, Evaristo se casó con el traje de boda que Federico había dejado sin estrenar. «Por entonces había muy poco dinero y no era cosa de desperdiciarlo», explicó Empar. El rastro de la novia de Federico se desvaneció para siempre: "De Marina no sabemos qué vida llevó o qué hizo: mi padre perdió el contacto para siempre".
También el rastro de la historia de Federico y de Evaristo y de la columna anarquista de Alcoy se fue perdiendo salvo para los familiares y los historiadores locales. Mientras, la foto del miliciano fue publicada por primera vez, poco después, en el semanario francés VU, dirigido por el editor Lucien Vogel, y enseguida se convirtió en un icono planetario y se reprodujo en todas las revistas y periódicos del mundo.
Fonts: Antonio Jiménez, « El soldado, el fotógrafo y la muerte », El País, 2008 / « Una necrológica desmiente que el “Taíno” sea el hombre de la fotografía ‘Muerte de un miliciano’ », RTVE, 2008 / « Federico Borrell García (Vida y obra) », Sobre la anarquía y otros temas, 2018 / Viquipèdia
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