Desde Suiza, para Manuel Prado era fácil evadir fiscalmente los beneficios del holding Trébol en España (Trébol Internacional, Trébol Condal, Trebolquivir…), a pesar de que seguía pasando la mayor parte del tiempo en la Zarzuela, y Juan Carlos, que lo que necesitaba es el reconocimiento de todas las monarquías europeas, adopta a dos primos, que no pegan golpe ni tienen un duro (Carlos de Borbón y Dos Sicilias, Duque de Calabria, y el rey Simeón de Bulgaria) y los pone a trabajar en la compra-venta de armas de Alkantara, explicado a Publico por fuentes cercanas que no quieren decir sus nombres. Pero tampoco disponen de muchos fondos, porque gastan demasiado: se compran un avión, caro, a reacción, cuando casi no había ninguno de ese tipo en España, al que Tchkoutoua trata de sacar rentabilidad alquilándolo a altos ejecutivos para viajes de negocios de larga distancia.
Aun así, en 1984 Alkantara Iberian Exports Limited es ya la mayor exportadora de armas de España y su mejor cliente acaba siendo Egipto, que compra buques de guerra y vehículos militares a empresas españolas. Enasa obtiene por esa vía contratos para vender miles de camiones Pegaso y cientos de blindados al Ejército egipcio por valor de casi 600 millones de dólares. Por su parte, Bazán vende al gigante árabe dos corbetas, todo ello gracias a la línea de créditos blandos que abre España al Gobierno de El Cairo a través de ocho convenios por un valor total previsto de 22.000 millones de pesetas. Préstamos españoles con los que el Ministerio de Defensa egipcio adquiere ese armamento. Todas estas operaciones reportaron comisiones millonarias al rey y sus socios, pagadas con fondos públicos.
Sin embargo, en 1985 Egipto suspendió pagos en plena crisis financiera internacional y nunca devolvió aquellos créditos a España. Eso sí, las empresas fabricantes españolas cobraron la totalidad de lo facturado y los socios de Alkantara se embolsan sus comisiones millonarias íntegras, a cuenta de esos préstamos del Estado. Diez años después, España tendrá finalmente que condonar a Egipto 18.800 millones de pesetas, con los que se financiaron esos negocios. Por tanto, toda la operación, incluidas las comisiones del rey y sus socios, se pagaron con fondos públicos, según la obra ya citada de Díaz Herrera y Tijeras.
No obstante, los gastos fastuosos en los que incurren los socios del Holding Trébol merman enseguida esos ingresos y Prado trata de hacer también negocios inmobiliarios, aprovechándose de sus conexiones al más alto nivel. Aunque en ese terreno es un desastre y sus sucesivas inversiones fracasan continuamente, como las del Castillo de los Garciagos (un proyecto faraónico que idea en Jerez en 1988 y acaba siendo ruinoso), para el que le saca un crédito de 3.500 millones a Mario Conde (Banesto) con los que en realidad acaba tapando otros agujeros.
En 1989, Prado va a presentarse a Javier de la Rosa, cuyo cargo de delegado en España del potentísimo Kuwait Investment Office (KIO) ambicionaban las más altas autoridades económicas y políticas del país, muchas de las cuales acuden directamente al presidente de esa oficina kuwaití de inversiones, Ahmad Al-Fahad Al-Sabah, para asegurarle que se ha equivocó escogiendo a su apoderado español. Hasta Solchaga intentó obtener ese puesto, hablando con el vicepresidente de KIO.
Lo primero que hace el testaferro del rey es mostrar a De la Rosa una carta de Juan Carlos I, dirigida a su «hermano» el emir de Kuwait, entonces, el jeque Yaber III, subrayando que la persona adecuada para representar los intereses de KIO en España debe ser el propio Manuel Prado y Colón de Carvajal. Pero éste tranquiliza de inmediato al catalán, prometiéndole que no cursará la misiva regia ni tratará de arrebatarle el puesto, porque confía plenamente en él… pese que aún no lo conoce. Y le asegura (como declaró De la Rosa ante el juez): Prefiero hacer negocios contigo, y si los hacemos has de saber que la mitad de todo de lo que se gane es para mí y la otra mitad para el patrón (refiriéndose al rey). Porque es socio mío al 50% en todo.
Ya de salida del despacho, en la puerta y como si fuera una idea de último minuto, Prado indica a De la Rosa que, como primera operación conjunta, KIO debería adquirir la mitad de la finca que el rey y él tienen junto al circuito de velocidad de Jerez y donde proyectan el desarrollo inmobiliario Sherry Golf Monte castillo. Incluso le fija el precio a pagar: 1.500 millones de pesetas por la mitad de un terreno que dos años antes les había costado 125 millones.
Como no es una mera sugerencia, y a KIO le interesa gozar del favor del jefe del Estado, De la Rosa accede a esa inversión, desaconsejada por todos los técnicos de la división inmobiliaria del grupo kuwaití, y en junio de ese año Trebolquivir (cuyo presidente es Prado) anuncia a bombo y platillo que ambas compañías van a invertir 10.000 millones en la construcción de un complejo turístico y deportivo en 1,8 millones de metros cuadrados, con unas mil viviendas, dos campos de golf, una escuela de equitación, dos hoteles y un club deportivo con todo tipo de instalaciones. Aunque la verdad es que KIO no tiene intención real de meterse en semejante proyecto faraónico de dudosísima rentabilidad, ya que requiere una inversión total de 25.000 millones, de los que habría que obtener 15.000 de sociedades inmobiliarias locales.
Son este tipo de operaciones las que llevan a la ruina a los socios de Trébol, pues se gastan el total del crédito de 100 millones de dólares de Salmán bin Abdulaziz, y, al cumplirse el plazo de diez años para su devolución, Prado y Juan Carlos tienen que mendigar a KIO que les preste esa misma cantidad.
Además, en 1990 Sadam Husein invade Kuwait y esa guerra da al traste con los negocios conjuntos, así que finalmente Prado, acosado por las causas judiciales, deberá apartarse de sus funciones como administrador personal del rey y traspasar esa sociedad secreta con el monarca a Alberto Alcocer, asistido por su primo Alberto Cortina, ambos conocidos como Los Albertos.
El rey emérito Juan Carlos I recibió una comisión de más de medio centenar de millones por la compra del Banco Zaragozano por parte de Barclays Bank. El dinero permaneció oculto en la Fundación Zagatka, que fue creada exclusivamente para guarecerlo, según informó la prensa diaria española. En esta operación también se beneficiaron los primos Albertos, que poco antes habían reemplazado a Colón de Carvajal como asistentes de Juan Carlos.
En un artículo trascendido del diario Público en que se desvelaba la infraestructura fiscal en la que descansaban los ingresos de dudosa legalidad del que fuera monarca de España. En el centro de la estructura, la cuenta nodriza Soleado en Credit Suisse, utilizada para canalizar la evasión fiscal de las fortunas de 50 magnates españoles cercanos al entorno del emérito. Un depósito creado por el bróker suizo Arturo Fasana, con el que trabajaban los primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer, encargados de la gestión de los fondos obtenidos por el monarca e incrementarlos. Obra de Los Albertos fue la decisión del Gobierno de José María Aznar de entregar paquetes de acciones de las empresas públicas recién privatizadas, como Telefónica o Endesa, a Juan Carlos. Según Público, estas empresas buscaban influencia en la Corona. Sin embargo, el rey tampoco actuaba gratis en su nombre.
Precisamente, Juan Carlos se lucraría a base de comisiones. Conocidos son los obtenidos por sus negocios con las monarquías del Golfo o la venta de armas a países árabes, pero uno de los mayores sucedería en suelo español. Y es que el emérito recibiría 52 millones de euros tras conseguir la compra del Banco Zaragozano por parte de la entidad británica Barclays Bank. Comisión no registrada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
La intervención del otrora jefe del Estado fue fundamental, ya que impulsó la acción de Barclays. El banco británico, interesado en entrar en el mercado español, aceptó pagar 1.140 millones de euros, el triple de su valor en libros. Doce años después, Barclays vendería Banco Zaragozano por 820 millones de euros a La Caixa. Esta sería una de las peores operaciones efectuadas por la compañía del Reino Unido.
Por el contrario, los beneficios fueron amplios para los protagonistas españoles de la transacción. Los Albertos contaban con más del 40% de Banco Zaragozano, además de una serie de contratos blindados a largo plazo por valor de varias decenas de millones y con fecha pre-datada a la compra. Estos acuerdos los tenían todos los consejeros del banco, entre ellos, José Ramón Blanco Balín, exvicepresidente de Repsol YPF, fiscalista de los primos y habitual en la cuenta Soleado. Él fue uno de los beneficiados de la operación, aunque los grandes agraciados fueron Los Albertos: 230 millones que percibió Cortina y 226 que percibió Alcocer.
Para la realización de esta investigación se consultaron decenas de fuentes, numerosos materiales y se obtuvo el testimonio confidencial de algunos de los más estrechos amigos y colaboradores de Juan Carlos I, También se contactó con la Casa Real, la cual declinó hacer cualquier tipo de comentarios.
Cómo obtuvo su fortuna Juan Carlos de Borbón (IlI)Fuente → diario16plus.com
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