Rexina Vega, autora de ‘Cardumen’.
Hay generaciones que guardan silencio de esa forma rigurosa y salvadora en que una madre guarda el periodo de digestión de un hijo antes de entregárselo a la mutable naturaleza del mar. Pero la verdad siempre llega, es un cuerpo indeformable, y tarde o temprano será contada. Y eso es lo que hace la narradora de ‘Cardumen’, una novela brillante y apasionada, dura y justa con los vencedores y con los vencidos. La primera que publicó Rexina Vega (Vigo, 1966) en gallego en 2007, y recientemente en castellano.
Hay biografías que no las cuenta quien deben contarlas sino quien se atreve a hacerlo. Recordar es un oficio duro, inmisericorde en algunas ocasiones, pero sin el poder invencible de memoria algunos nombres solo serían amuletos dentro del alma negra de un buen puñado de asesinos. Es lo que se propone y logra Rexina Vega, quien, contundente en sus planteamientos, narra la historia de tres generaciones sin vacilar, sin falsos juicios, sin más pretensión que poner en evidencia que a veces quien vence es quien fue vencido de antemano, quien desplegó su vida desde un deseo que le avergüenza hasta convertirlo en verdugo.
No me gustaría desvelar muchas cosas de esta historia, porque es una suerte ir adentrándose en ella, prefigurando las traiciones, palpando el fuego que consume a alguno de sus protagonistas. Vega es una narradora dura que no hace concesiones, que no disimula ni su ardor ni su rigor narrativo, que es contraria a los eufemismos y que consagra su escritura a la crudeza y a la transparencia que merecen la narración y la épica de alguno de sus personajes:
“Un primer amor ruin, de mala calidad, el pasatiempo de un chulo de provincias a quien complace la admiración de una cría. Y sin embargo, aquel tapiz oscuro que cifraba la suerte de quien lo daba no perdió nunca el poder poético del primer amor, imposible, verdadero, de mi abuela casi niña”
“Fasito y Dámaso vivían de modo diferente aquel destino, aquel juego sexual en el que continuamente se enzarzaban. Para Dámaso era un triunfo, a Fasito le generaba siempre malestar. Porque él merecía mejor suerte y no acababa de coger el rumbo brillante de tantos que se enriquecían durante aquel tiempo. Mientras los paletos con quienes alternaba en los asaltos del casino medraban empujados por la fuerza del pescado, él tenía que conformarse con halagar y follarse a sus mujeres y después retratarlos a todos en la gacetilla para crearles la ilusión de una vida animada y cosmopolita, todo por una puta perra chica”.
Vega convoca entre las páginas de esta novela a un Ulises desclasado. Vega tiene una manera vertiginosa de amparar la miseria, de hacer una minuciosa retrospectiva de las desventajas sociales:
“América da hombres sin rumbo y deja Galicia como un país vacío, solo apto para lúbricos hombres gordos y viejos usureros”.
Tiene un lenguaje pragmático que perfila con mucho éxito la veracidad de sus personajes. A cada uno lo viste con una estética incuestionable:
“No puede imaginar a Dámaso, levantado en la madrugada, entrando en las casas como un ángel terrible”.
Cardumen habla del poder de la guerra para fabricar desconocidos donde antes hubo amigos, y cobardes donde antes había cuerpos habitados por el futuro. Los cobardes son seres incapaces de cargar con sus secretos y Cardumen es la novela que habla de ellos sin miedo a sus bravuconadas, a pesar de que cada una de ellas le arranque una lágrima a sus páginas.
Cardumen es una novela que habla sobre ese olor a vida que la sinrazón trasfigura en algo más potente que el azufre. Una novela que habla sobre el abuso del vencedor contra el vencido, de los ajustes de cuentas, de las invenciones, del miedo a la cultura, del miedo a las palabras y a los hechos que no se tiene capacidad para entender. Un potente homenaje a las víctimas, un hermoso homenaje a hombres como Lorca y Hernández a través de la malograda figura de Urbano, ese dramaturgo cuyos deseos de gloria acabarán sepultados en la limitada carne de una isla. Es un alarde de honestidad, el destello de un laberinto insalubre que ciega a quien se adentra en él.
El viento que precede a cualquier guerra es siempre un sosia del gas napalm, y Vega lo personifica con muchísimo acierto desplegando todas las armas documentales que posee para que su narración no pierda ni un ápice de verosimilitud.
Cardumen es una novela que debería estar en todas la casas, en las de los vencedores y en las de los vencidos, para que, de una vez por todas, esos dos conceptos se llenen de la verdad que merecen.
Leedla porque os enamoraréis de Fasito, el marqués de la espuma, os rebelaréis contra la doble moral del vándalo Dámaso. Y adoraréis sostener la política sentimental de la narradora de esta valiosa historia.
Fuente → elasombrario.publico.es
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