Volver a conquistar las calles, la consigna de la ultraderecha
Volver a conquistar las calles, la consigna de la ultraderecha
Angelo Nero

Entonces, como ahora, a la derecha más rancia no le bastaba con mantener intacta la estructura judicial, militar, policial y económica que había sostenido a la dictadura durante más de cuarenta años, sino que también querían seguir siendo los dueños y señores de la calle.

 

Estamos dispuestos a salir a la calle”, decía el líder de Fuerza Nueva -que, en realidad, representaba a una fuerza de lo más antigua, heredera de una de las ramas más podridas del régimen franquista- hace ahora 46, el 4 de octubre de 1977, en un titular del diario de la corte madrileña, El País. Entonces, como ahora, a la derecha más rancia no le bastaba con mantener intacta la estructura judicial, militar, policial y económica que había sostenido a la dictadura durante más de cuarenta años, sino que también querían seguir siendo los dueños y señores de la calle. Otro franquista recalcitrante, que se apresuró a ponerse la piel de cordero para acabar sus años dormitando en su trono autonómico en Galicia, había acuñado un año antes, el término “la calle es mía”, para prohibir las manifestaciones del primero de mayo, y no dudo en azuzar a sus perros de presa, los temidos grises, para reprimir a sangre y fuego a quién lo pusiera en duda, como quedó demostrado en la masacre de Vitoria del 3 de marzo.

En el artículo publicado en El País, el mismo día en que la portada del diario dirigido por Juan Luís Cebrián destacaba la “Posible Ley conjunta sobre la Amnistía de todos los grupos parlamentarios”, se hacían eco de las declaraciones del líder de la ultraderecha que abogaba por que sus hordas fascistas se hicieran otra vez con el control de las calles, donde empezaban a ganar terreno los grupos de izquierda que le habían perdido el respeto a los grises.

«La calle no es sólo de los marxistas o de los ácratas. La calle es, además, nuestra, y estamos dispuestos a salir a ella para defender la dignidad de los españoles», dijo el presidente de Fuerza Nueva, Blas Piñar, en el acto que este partido celebró el pasado domingo en el cine Morasol, de Madrid. Ante las numerosas personas que abarrotaron el local, mientras otras seguían desde la calle el discurso del señor Piñar, que duró más de dos horas, el presidente de Fuerza Nueva hizo «balance de dos años suicidas», y afirmó que «como consecuencia de dos años de absoluto desgobierno nos están dejando sin patria, la economía nos deja sin pan y el terrorismo sin justicia».

La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”, decía Marx, y parece que el pasado ya está aquí, casi cincuenta años después, con la ultraderecha invocando, como hacía Blas Piñar entonces, la defensa de la dignidad de los españoles, para salir a las calles, con porras y cadenas entonces, y sus Guerrilleros de Cristo Rey, y -por ahora- quemando contenedores delante de la sede socialista de Ferraz, agitando banderas con el águilucho o con un agujero negro por donde se les va pal carajo la constitución y hasta la sacrosanta monarquía, Santiago (y cierra España) Abascal, coge el testigo de Blas Piñar, y hasta el “moderado” Feijóo se apunta a la cruzada, para recuperar las calles ante el gobierno ilegitimo que, entonces como ahora, es cómplice del terrorismo.

El valiente alcalde de la villa y corte, José Luis Martínez-Almeida, señala al desgobierno central, presidido por el infame Pedro Sánchez, de ser amigo de los terroristas de ETA, Hamas y los CDR, y solo le ha faltado añadir que hay una conspiración judeo-masónica para acabar con España, por eso no le importa que jóvenes con banderas nazis quemen los contenedores del ayuntamiento y se enfrenten a la policía nacional, porque la calle no se recupera desde los despachos.

El pasado ya está aquí, sólo hace falta asomarse a la hemeroteca para ver el abismo que se abre ante nosotros, con la única diferencia que, entonces, la ultraderecha solo tenía un diputado en el parlamento español, y ahora es la tercera fuerza parlamentaria, y además está en el gobierno de varios gobiernos de varias autonomías que, antes y ahora, rechazaban por menoscabar la unidad de su patria, una, grande y libre. El artículo de El País, escrito en octubre de 1977, parece escrito ayer…

Blas Piñar, más adelante dijo que las instituciones autonómicas restauradas atentan contra la unidad de España, y a este respecto argumentó que durante la Segunda República las autonomías pasaban por el Parlamento, mientras que ahora se restablece la Generalitat por decreto-ley. «Cuando unos piden ser autónomos -concluyó-”, nosotros queremos ser España.»

Poco después del acto, que concluyó con el canto del Cara al sol y el Oriamendi, un grupo de asistentes se dirigió a la calle Benigno Soto, cercana al cine Morasol, donde se encuentra la Casa del Pueblo que -el PSOE tiene instalada en el distrito de Chamartín, y se manifestó frente a ella. Asimismo, lanzaron piedras a los cristales y se manifestó frente a ella.”


Fuente → nuevarevolucion.es

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