Hace cincuenta años, el gran salto hacia el fin del franquismo
Hace cincuenta años, el gran salto hacia el fin del franquismo
Hermanos Aguirre Olhagaray 

El 20 de diciembre de 1973 ETA cometió un espectacular atentado que cambiaría el curso de la Historia. Al matar a Luis Carrero Blanco, jefe del gobierno español y sucesor del dictador Franco, la organización vasca destrozó el régimen fascista.

Creía que había “juntado todo y bien”. Pero a las 9:36 horas del 20 de diciembre de 1973, el proyecto de Franco se vino abajo. El coche de Luis Carrero Blanco, jefe de Gobierno a quien el “Caudillo” ha confiado las riendas del poder, explota en plena calle de Madrid. Durante muchas horas, las especulaciones sobre la identidad de los responsables del mortal ataque fueron desenfrenadas. Nadie creía que ETA fuera capaz de semejante acción, hasta que la organización vasca lo reivindicó. En el País Vasco el recuerdo de este acontecimiento es muy vivo y permanece asociado a un sentimiento de inmensa euforia. Galvanizados, los jóvenes cantan y bailan con la esperanza de poner fin finalmente a una dictadura ultrarepresiva de extrema derecha.

“Creo que esto asestó un golpe fatal al régimen español, porque fue el sucesor designado de Franco el que desapareció, por lo tanto la perpetuación del régimen”, analiza Peio Etcheverry-Ainchart, autor de varios libros de historia y bibliotecario de la Piarres-Larzabal de Colegio Seaska, en Ciboure. “Ni Franco, entonces demasiado viejo y demasiado enfermo, ni nadie fue capaz de afrontar la muerte de Carrero Blanco tras este atentado”, subraya el historiador. El dictador Francisco Franco Bahamonde murió por causas naturales en su cama dos años después que su sucesor, el 20 de noviembre de 1975, a la edad de 82 años.

La estrategia de Franco se hace añicos

El País Vasco y todo el Estado español quedaron conmocionados por el ataque del comando “Txikia” contra “el Ogro”, apodo dado por ETA a Carrero Blanco. “En los años 1970, ETA no era sólo el nacionalismo vasco, era un baluarte contra el fascismo en Europa. Ella fue la principal causa de la desaparición de esta dictadura militar y del establecimiento de una transición democrática en España. Si no hubiera existido ETA, no habría habido democracia española, por así decirlo”, cree Peio Etcheverry-Ainchart.

Carrero Blanco fue nombrado jefe de gobierno con el fin de asegurar la continuidad del franquismo sin Franco. Su muerte señala, por tanto, el fracaso del plan ideado por el dictador, como explica el profesor: "En 1969, en la ley de sucesión, Franco había vaticinado que la monarquía se restablecería en España y que sería Juan Carlos quien sería rey. Lo que quería era una monarquía, pero con el mantenimiento del franquismo como él lo había definido en su momento, 'atado y bien atado', atado y bien atado, es decir con los mismos marcos y una clara ideología reafirmada”.

"Si no hubiera existido ETA, no habría habido democracia española".

Franco encuentra en Luis Carrero Blanco al candidato ideal para hacerse cargo. “Era un almirante, un franquista hasta la médula, tenía toda la confianza del dictador y por lo tanto, mientras estuviera allí, era la seguridad de que el régimen permanecería en el poder durante una década o dos más. Sin embargo, con su muerte, el edificio que Franco había levantado quedó repentinamente destrozado. »

El dictador, ya debilitado por la enfermedad, está desestabilizado. “Ya no sabía qué hacer. El único plan B que logró encontrar fue [Carlos] Arias Navarro, pero estaba demasiado débil. Se sintió abrumado por los acontecimientos, especialmente cuando murió Franco. Así que no era en absoluto él quien iba a garantizar la continuidad del régimen. Sucedió exactamente lo contrario. Cuando Adolfo Suárez fue nombrado jefe de gobierno, también de Falange, el partido único de Franco, se habría pensado que perpetuaría el régimen. De hecho, hizo algo más. Fue él quien puso en marcha la transición democrática y quien dirigió todo el proceso de negociación hasta la votación de la Constitución de 1978. Todo esto nunca podría haber ocurrido si Carrero Blanco hubiera seguido vivo”, concluye Peio Etcheverry-Ainchart.

La esperanza de cambiar las cosas.

Kristiane Etxaluz conserva un recuerdo “muy preciso” del 20 de diciembre de 1973. La militante abertzale tenía entonces unos treinta años. “Estaba con un amigo llamado Jon Ander Larreategui, un refugiado que vive en la rue Poissonnerie, en Bayona. El día antes del 20 de diciembre llegaron a esta casa dos o tres niñas, una de las cuales era su hermana Izaskun y la otra que era la prometida de su hermano, cuyo hermano era uno de los actores de la historia... Era apodado 'Atxulo'. Ellos también habían venido a pasar la noche allí, porque alguien les había dicho que era mejor que no estuvieran en casa al día siguiente. »

El grupo de amigos pasa la velada y buena parte de la noche discutiendo sobre política, franquismo y posfranquismo. “Para nosotros el posfranquismo estuvo representado por Carrero Blanco. Él era el que tenía las llaves”. Durante la velada, la joven grita a todos: “¿Pero no le podrían hacer una 'tupamarada' a este cabrón? » (“¿No pudieron darle una 'tupamarade' a este cabrón?' [Nota del editor: en referencia al movimiento guerrillero Tupamaros en Uruguay]) “Al día siguiente, cerca del mediodía, Jon Ander gritó: '¡Chicas! Se ha hecho la tupamarada!' (“¡Chicas! ¡Se llevó a cabo la tupamarade!”).”

“Estábamos contentos de que el enemigo estuviera muerto. La eternidad fue cortada. »

Una alegría incontenible se apodera de los jóvenes activistas vascos. La acción de ETA le produce la sensación vertiginosa de poder cambiar las cosas, de poder poner fin a la pesadilla franquista. La esperanza de ver a los compañeros liberados, de cambiar el régimen e incluso de ver nacer un gobierno vasco. “Estábamos contentos de que el enemigo estuviera muerto. La eternidad fue cortada”, recuerda Kristiane Etxaluz.

Edurne Alegría Aierdi vivía en París cuando escuchó la “buena noticia”. Mientras era estudiante no fue miembro de ETA pero siguió de cerca las actividades de la organización. “Fue como una liberación”, recuerda el septuagenario. Para ella, ETA representaba “la esperanza”.

Condenada por el Partido Nacionalista Vasco, la “Operación Ogro” fue bien recibida por la izquierda internacional simpatizante de la lucha antifranquista. Lo que siguió, a finales de los años 1970, fue el surgimiento de todo un movimiento contracultural simbolizado por la canción “Yup Lala” de Etxamendi y Larralde, que rápidamente se convirtió en un éxito. “Históricamente, la canción es más importante que Carrero”, analiza retrospectivamente Kristiane Etxaluz.

Pacto de olvido

La muerte de Franco en 1975 marcó el inicio de la Transición Democrática. Sin embargo, los crímenes cometidos por el régimen franquista nunca han sido juzgados. No hubo ningún “juicio de Nuremberg” contra el franquismo. “Hubo una especie de pacto de olvido. Acabamos con el franquismo después de la dictadura”, confirma el historiador Peio Etcheverry-Ainchart.

El establecimiento de la Transición Democrática y la votación de la Constitución española de 1978 estuvieron acompañados de leyes de amnistía. “Pero la amnistía afectaba a todos, es decir a aquellos que se habían opuesto al franquismo, pero también a los dirigentes de la dictadura de Franco. La democracia podría haberse vuelto contra los antiguos defensores de la dictadura, como ha ocurrido a menudo cuando las dictaduras han sido derrocadas. »

Ésta no fue la opción elegida por el Estado español. “España decidió que para calmar la situación había que esconderla debajo de la alfombra. » La maniobra pasó desapercibida entre los militantes vascos, que estaban muy felices de ver a sus compañeros liberados. Los marcos franquistas siguieron vigentes y, con ellos, sus métodos. La represión contra los vascos, en particular la tortura, no cesa bajo la “democracia”. Al contrario, redobla su intensidad.

Resurgimiento franquista

“La Transición Democrática no fue una revolución. No nos permitió romper con el régimen anterior”, dijo la jueza Edurne Alegría Aierdi, que mira el presente con tristeza. Ferviente activista independentista, lamenta que uno de los principales objetivos de ETA, la liberación del País Vasco en el sentido de "independencia", nunca se haya logrado.

Después del fallido intento de golpe del general Tejero en 1981, la ideología franquista entró en un relativo letargo. Sus representantes, cada vez más minoritarios, pueden continuar su carrera en la Alianza Popular (AP) y luego en el Partido Popular (PP), fundado por el ex ministro franquista Manuel Fraga Iribarne.

Hoy, en un contexto de ascenso de la extrema derecha en Europa, cada vez más españoles afirman apoyar la ideología franquista, llegando incluso a demostrar en público su nostalgia por Franco. Como la esperanza que suscitó en su tiempo la acción contra Carrero Blanco, Edurne Alegría Aierdi sueña con presenciar en vida un nuevo comienzo para la liberación del País Vasco.


Fuente → mediabask.eus

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