En 1936, elementos franquistas asesinaron a Modesto Sánchez en Fuentelapeña (Zamora)
En 1936, elementos franquistas asesinaron a Modesto Sánchez en Fuentelapeña (Zamora), y a sus hijos Hipólito y Pablo Sánchez Pérez en la cárcel de Zamora / Tulio Riomesta  
 
Esta es una fecha maldita, pues a lo largo de muchos años escuché cómo mi abuela Carmen maldecía este día de forma más vehemente que el resto de los días del año. Deseaba lo peor de lo peor a una serie de personas, de las que evocaba nombre y apellidos, tildándolos a todos de asesinos y deseándoles que algún día ardiesen en el infierno. Su joven esposo, Pablo Sánchez Pérez (mi abuelo) fue asesinado en la cárcel de Zamora el día de Los Santos Inocentes. Nunca digo fusilado en la guerra de 36, porque me parece suavizar lo que tiene otro nombre, asesinado.
 

Le fusilaron tras un consejo de guerra, con el que se sentenció cárcel, no pena de muerte. Así reza en la documentación existente. Sin embargo, desde su detección en Fuentelapeña, junto con otros compañeros de lucha social, estaban sentenciados de muerte. Desde que era una niña, he sabido por qué el 28 de diciembre era un día maldito. Pero no fue mas que el remate final de los 3 asesinados en la misma familia, la que habían formado mis bisabuelos Modesto y Juliana.

Supongo que para Juliana se acabaron de por vida las fiestas navideñas, esas fiestas que evocan alegría, amor, encuentro familiar… ¿Cuánto dolor experimentaría esta mujer? Inimaginable. En su mesa, las navidades de 1936, faltaban su marido Modesto Sánchez, asesinado en Fuentelapeña (Zamora) el mes de agosto, su hijo Hipólito, asesinado en noviembre en la cárcel de Zamora y por último su hijo Pablo Sánchez Pérez, mi abuelo. La sometieron al mayor dolor que puede experimentar una esposa y una madre, perder a su marido y 2 hijos varones. Además debería sacar fuerzas para ver crecer a 4 nietas, hijas de Hipólito y a su nieto, hijo Pablo.

Yo soy nieta de Pablo Sánchez Pérez, al que se le privó de su papel de padre, y a su hijo de crecer bajo el amparo y la protección de su padre. Pero el daño no acabó ahí, porque cuando el legado que te deja la vida es el de la tristeza y el desamparo, lo acaban respirando todos los descendientes. Mis hermanos y yo fuimos condenados a crecer con la privación de la figura de mi abuelo, la tristeza de mi abuela, el desamparo de mi padre y la opresión a la que estuvo sometido y que presenciamos sus hijos. Pues con el asesinato de mi abuelo no se acabó todo, el retoño que dejó con 3 añitos estuvo bajo el punto de mira de esos caciques de la dictadura. De ahí que en la edad adulta no se librase de ser llevado al cuartel para propinarle alguna que otra paliza, de cuyos resultados nos enterábamos su esposa e hijos.

Estos eran los mismos caciques que facilitaron la detención de los míos y sin ninguna duda, los asesinos indemnes de la dictadura. Supongo que fueron personas de dudoso talento, que solo les permitía ser serviles y sumisos. Respecto a su corazón, lo llenaron de odio, envidia y sed de venganza. No sé si en algún momento, estos seres despreciables se sintieron como auténticos vencedores. Para mí fueron unos grandes perdedores, perdedores de vida porque la abandonaron con la etiqueta de asesinos. Murieron con la conciencia manchada de sangre y esta fue la gran herencia que dejaron a sus hijos y a esos nietos.

Sin embargo, nosotros podemos caminar por la vida con la cabeza bien alta y el orgullo de ser descendientes de personas que lucharon por la defensa de derechos y libertades. En efecto esto les costó la vida y a sus descendientes muchas penurias; pero ellos jamás cayeron en el olvido. Su legado fue tan preciado, que al menos los nietos de Pablo aprendimos a quererle y respetarle sin conocerle. Supimos que sus principios, esos por los que le asesinaron serían su mejor legado para nosotros. Y sin ninguna duda se han sostenido generación tras generación, porque se nos educó sobre la base de nuestros orígenes y en esa base estabas tú, abuelo. Se nos educó en el perdón, la tolerancia, el respeto, la convivencia…; pero NO EN EL OLVIDO.

Fdo: Carmen Sánchez Mollón, nieta de Pablo Sánchez Pérez, Hermano de Hipólito Sánchez Pérez, ambos Hijos de Modesto Sánchez, los 3 fusilados de Agosto a Diciembre del 36.


Original en Foro por la Memoria de Zamora


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