Cómo los falangistas apagaron con sangre y terror las luces que encendían los maestros republicanos
Cómo los falangistas apagaron con sangre y terror las luces que encendían los maestros republicanos / Manuel González

El maestro Benaiges en una película de pedagogía contra el "brutismo"
 

Si alguien quiere saber lo que arrebató a los españoles el golpe de Estado del 36, que vea esta película. Trabajos como éste son el mejor antídoto no solo contra el olvido sino también contra el brutismo del que se alimenta esa extrema derecha que nadie sabe a dónde nos pueda llevar.
 

El filme nos cuenta una historia real. La historia de un joven maestro tarraconense comprometido con la técnica Freinet, una modalidad de renovación pedagógica que, frente a los métodos autoritarios de la letra con sangre entra, trataba de que los niños aprendiesen a partir de sus experiencias y que lo hiciesen divirtiéndose. Obviamente, este método, que era mucho más trabajoso para el maestro pero infinitamente mejor para los niños, en un primer momento pareció un anatema a los padres y, sobre todo, al maestro al que había sustituido: el cura del pueblo.

Antoni Benaiges, que así se llamaba este maestro, se plantó en 1934 en el pueblecito burgalés de Bañuelos de Bureba armado con toda su ilusión, un gramófono y una pequeña imprenta de tipos móviles. Un extraterrestre no habría desentonado mucho más. Con esa imprenta, los niños de este pueblo —más próximo en ese momento a la alta edad media que al siglo XX— iban a publicar sus propios escritos, crónicas sobre lo que hacían sus padres, sobre cómo era su pueblo, sobre sus sueños e imaginaciones: “El mar será muy hondo. Será de hondo como dos veces la veleta de la torre. Y tendrá dos metros de largura”, dejaría plasmado en letra de imprenta el niño Baldomero Sáez.

Tras un primer curso en el que había conseguido la aceptación de los niños y de muchos de los padres, Antonio, como le llamaban allí, decidió continuar un año más en Bañuelos. Se lo cuenta a su amigo Patricio Redondo en una carta: “Se ha anunciado el concurso de traslado; lo hubiera podido pedir con esperanzas de obtener “algo bueno”; este pueblo no tiene agua, no tiene luz, ni tiene caminos; para ir a Briviesca apenas si se inicia una carretera, y, sin embargo, no he pedido, no pido; aquí me quedo. Veo claro cómo me voy haciendo luz en los cerebros de cada uno de estos chiquillos y chiquillas y me hago luz también en el pueblo y albergo la esperanza de que un día… ¡No me muevo de Bañuelos de Bureba!”.

EL MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR. 2023.

Directora: Patricia Font

Intérpretes: Enric Auquer, Laia Costa, Luisa Gavasa, Ramón Agirre, Miló Taboada.

Haciendo gala del principio de la experimentación como herramienta de aprendizaje, Antonio, impresionado por el desconocimiento del mar de sus alumnos, organizó un viaje a su tierra, a la finca de su familia en Mont-roig del Camp, Tarragona, para que sus alumnos pudiesen comparar lo que habían imaginado con el Mediterráneo en olas y espumas de verdad. Este viaje iba a ser el colofón del curso 1935-1936. Por este motivo, al finalizar el curso se quedó en Briviesca en vez de irse con su familia, la que iba a sufragar la estancia de los niños. Allí lo pilló el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. El 19 se encontraba en la Casa del Pueblo, que había contribuido a fundar, cuando una cuadrilla de falangistas lo detuvo y lo torturó de forma salvaje para después pasearlo, ya moribundo, por el pueblo como muestra de lo que ocurriría a quienes osasen enfrentarse a los golpistas. Después lo asesinaron.

La película hace justicia a la historia tan emblemática de este maestro que representa a los miles de maestros que intentaban llevar luz a los últimos rincones de España, algo que se dio de bruces con la Iglesia tridentina de entonces, entregada al oscurantismo y a la defensa de la aristocracia terrateniente de España. La directora ha acertado tanto con el guion como con el tono mesurado, con la fotografía y el sonido. La búsqueda de un familiar lejano nos lleva hasta Benaiges y a la exhumación de la fosa común de La Pedraja, cuyos trabajos se integran en la película lo mismo que las décadas de silencio obligadas (cuatro generaciones). Es de agradecer también el muy estudiado retrato del Bañuelos y sus gentes de aquellos años treinta.

Las interpretaciones son dignas de premios, especialmente la de Enric Auquer, en el papel de Benaiges, y las del cura y los niños. Las escenas de la escuela son una maravilla. Ver cómo el público de la sala de cine se queda pegado a sus butacas cuando finaliza la proyección es una muestra clara de cómo la película ha conseguido llegar al corazón de los espectadores.

Las escenas finales se podrían poner como réplica a Abascal para explicarle lo que sucede en los golpes de Estado, en los de verdad. Al menos, en el de sus admirados franquistas. Aunque solo sea por pedagogía.

Desgraciadamente, no es de esperar que la película vaya a tener mucha publicidad, por lo que se impone el boca a oreja de nuestras recomendaciones.

Para quienes quieran más información, en 2012, Blume, Mirmanda y Ventall coeditaron el libro [Desenterrando el silencio] Antonio Benaiges, el maestro que prometió el mar, en el que la historiadora Queralt Solé expone con detalle el trabajo pedagógico de Benaiges a la par que narra su biografía. El libro cuenta con una preciosa selección de fotografías de Sergi Bernal, el fotógrafo que documentó la exhumación de esta fosa común y cuya cámara ha vuelto a unir a Antonio con sus antiguos alumnos de Bañuelos.


Fuente → mundoobrero.es

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