¿Qué significa hoy el 20-N?
¿Qué significa hoy el 20-N?
Olivia Carballar

¿Por qué se vuelve a hablar de golpe de Estado y dictadura? ¿Cómo ha evolucionado el 20-N desde 1975 hasta ahora? ¿En qué se ha transformado este día?
 

Las últimas manifestaciones frente a la sede socialista de Ferraz, en Madrid, han concentrado en pocos días lo que viene celebrándose, con mayor fuerza, en los últimos años: actos fascistas en conmemoración del 20-N. Hay quien, por edad y –porque todavía cuesta llegar a 1975 en los colegios del siglo XXI– continúa sin saber qué ocurrió en esta fecha marcada en el calendario de España. Aquel día de hace casi 50 años murió Francisco Franco, quien tras dar un golpe de Estado y emprender una feroz represión, mantuvo durante cuatro décadas una dictadura. 

Hoy, con la reelección de Pedro Sánchez de fondo cuatro meses después de las elecciones del 23-J, esos dos conceptos –golpe de Estado y dictadura– vuelven a gritarse en la calle –e incluso en el Congreso– repetidos y alentados por dirigentes políticos con representación parlamentaria, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), y el líder del partido ultraderechista, Santiago Abascal (VOX). El mismo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, pide incesantemente la convocatoria de elecciones por lo que considera –la ley de amnistíaun ataque a la democracia. Y, como ha desvelado la periodista Alicia Gutiérrez en InfoLibre, medio centenar de militares retirados han pedido a los «responsables de la defensa del orden constitucional», al Ejército, el cese del presidente del Gobierno y la convocatoria de elecciones.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo ha evolucionado el 20-N desde 1975 hasta ahora? ¿En qué se ha transformado este día?

“Para las víctimas del franquismo, el 20-N tendría que significar la conmemoración, que no la celebración, del fin de una dictadura que se cebó con la población civil en España, que provocó multitud de violaciones de derechos humanos y que creó asignaturas pendientes que este Estado todavía tiene con las víctimas. Debería haber sido una puerta cerrada a una etapa tristísima y durísima de nuestra historia, que tendría que haber contemplado la justicia y la reparación como elementos de satisfacción para las víctimas. En eso es en lo que tendría que haberse convertido el 20-N”, explica la presidenta de la asociación Nuestra Memoria y familiar de represaliados, Paqui Maqueda

Ella, que ha tenido que recurrir, como tantos otros familiares, a la justicia argentina, impidió hace justo un año que la familia de Queipo de Llano tuviera la última palabra en su salida de la basílica de la Macarena, en Sevilla, donde estaba enterrado con honores: “La impunidad de los crímenes franquistas hace que, por ejemplo, la familia de Queipo no tuviera problema en decir ‘Viva Queipo’ y hacerle el pasillo por el que salió. Si el movimiento memorialista no hubiera estado en esa puerta y no hubiera gritado ‘honor y gloria a las víctimas del franquismo’ hubieran tenido la última palabra ellos”, afirma Maqueda desde Andalucía, donde la ultraderecha se estrenó por primera vez en las instituciones y avaló con su apoyo el primer gobierno de Juanma Moreno, que perdió la elecciones de 2018 y hoy es presidente de la Junta por mayoría absoluta

Paqui Maqueda, presidenta de Nuestra Memoria.
 

Sin embargo, añade Maqueda, desde el 75 hasta ahora no han cambiado mucho las cosas: “En lo que realmente se ha convertido para los nostálgicos franquistas y fascistas es en conmemorar que el espíritu del 20-N o de la dictadura franquista aún pervive en nuestras calles, en nuestras plazas, en los cementerios, en los lugares donde ellos y ellas van a celebrar ese espíritu. Es lastimoso para nosotras y muy duro que se sigan celebrando todavía estos enaltecimientos del franquismo”. 

El ruido y las hipérboles

Desde Extremadura, una de las comunidades en las que el PP ha emprendido su camino de gobierno con la ultraderecha de la mano, la doctora en Historia e investigadora Candela Chaves incide, sobre todo, en el peligro del “ruido» en el que nos hemos instalado o nos quieren instalar. “Estamos viendo ese discurso negacionista, tergiversado, revisionista… Actos de exaltación totalmente execrables y de cuya permisividad deberíamos también tomar conciencia. ¿Cómo puede que siga existiendo a pesar de tener unas leyes de memoria que no la posibilitan?”. De «ruidosa tormenta» habló también Pedro Sánchez en su intervención en el debate de investidura.

En su labor de divulgación como historiadora y desde la Universidad en institutos, en pueblos, etc. sobre qué es la memoria histórica y democrática, Chaves afirma haber observado una regresión: “Una vuelta de determinados discursos que pensábamos que estaban ya apartados, superados. Una vuelta de un discurso muy peligroso porque, al final, no deja de emplear hipérboles totalmente exageradas, pero también mucha tergiversación y falsedades que entendemos que vienen de ese marco de revisionismo, de blanqueamiento que impera en algunos sectores y que provoca en algunos casos muchísimo ruido, que es muy difícil de deshacer”.

Candela Chaves, doctora en Historia e investigadora.

Las ‘nuevas acepciones’ de golpe de Estado y dictadura

Un ejemplo de ello es que la gente de la calle esté incorporando en su vocabulario nuevas acepciones de los términos anteriormente citados: “golpe de Estado” o “dictadura”. “Son términos totalmente desvirtuados actualmente, que además son empleados de forma intencionada dentro de un discurso político, pero también que cala en la sociedad. Todo ello genera un ruido que provoca una serie de tergiversaciones dentro de lo que es el entendimiento de memoria, del entendimiento de nuestro pasado, y conforma una visión muy sesgada de la realidad que tenemos hoy y sobre todo del futuro”. La líder de Sumar, Yolanda Díaz, explicó en la sesión de investidura de Sánchez de manera muy gráfica por qué hoy no vivimos en una dictadura: «Porque los señores que están protestando están aquí sentados, en el Parlamento. Si esto fuera una dictadura, estarían en la cárcel«, dijo con mención expresa al histórico Marcelino Camacho o al luchador antifranquista Nicolás Sartorius.

El golpe de Estado lo dio Franco, repite, como si todavía tuviese que ser explicado a estas alturas, José Luis Pajares, miembro del colectivo Memoria Laredo y coportavoz de Memoria y Democracia, una plataforma creada recientemente en respuesta al intento de derogación de la ley de memoria en Cantabria por parte del PP y VOX.  “Franco se levantó contra un sistema legalmente establecido y aprovechándose de una situación tumultuosa, creando ruido para parecer que aquí lo que hacen los demás es ilegal, lo cual es una falacia, y es algo parecido a lo que está pasando ahora”, avisa Pajares, en referencia a los ataques a la investidura del líder del PSOE. En contraposición, las familias de las víctimas del franquismo siguen todavía hoy buscando sus restos, muchas de ellos, amontonados en fosas comunes. En Pico Reja, en el cementerio de Sevilla, una de las últimas exhumaciones más dantescas realizadas en España, se han encontrado los restos de 1.786 personas. Además, en todos los casos, la ley de amnistía del 77 ha impedido hasta el momento que se juzguen los crímenes del franquismo en este país.

“Abrir la fosa fue como abrir la puerta de un gran campo de exterminio. Y no fue inocente: había personas atadas entre sí, con alambres, cables eléctricos, un niño de 12 años asesinado… Eran personas que intentaban cambiar el mundo”, describía en la presentación de un libro, impresionado aún por el horror, el director de la exhumación, Juan Manuel Guijo. 

“Tenemos una Constitución que permite que las mayorías parlamentarias decidan quién forma gobierno o quién aprueba las leyes, pero todo lo que no les gusta lo ponen en cuestión. En ese galimatías de declaraciones, que nos hablen de dictadura los que defienden a Franco nos lo está diciendo todo”, continúa Pajares. 

José Luis Pajares, portavoz de la Plataforma Memoria y Democracia.
 

Maqueda coincide en los mismos términos: “Es una barbaridad, es aberrante cómo la derecha apoyada por la ultraderecha se atreve a hablar de dictadura. No son conscientes y no lo son porque forman parte de la estructura sociológica que mantiene este franquismo. No son conscientes de que comparar una situación como la que vivimos ahora con la dictadura del general Franco no tienen nada que ver. Pero a ellos les conviene mezclar, provocar, confundirnos”.

Pajares insiste, además, en lo que supone para las víctimas: “Permitir que se instaure la fecha del fallecimiento de un dictador sería inviable en cualquier país europeo, democrático, que haya sufrido las consecuencias del nazismo, del fascismo o de cualquier tipo de dictadura. Ensalzarlo es una doble humillación para los que creemos en una sociedad plena de derechos para todos los ciudadanos. Es intolerable que alguien que esté diciendo ‘viva Franco’ diga al mismo tiempo que quiere defender la democracia o la Constitución. Yo no quiero la democracia y la Constitución de esos señores para quienes el ejemplo es Franco”. 

Y admite preocupado cómo afecta a los más jóvenes: “Trump en España ha conseguido muy buenos alumnos que son capaces de cuestionar el resultado de las elecciones. Y es preocupante que jóvenes que no saben lo que significa [una dictadura], gente de 18 o 20 años, esté gritando ‘viva franco’ y ‘queremos la democracia y la Constitución’. Es que no saben qué Constitución quieren o qué Constitución nos podría dar un dictador similar, que espero que no suceda”. Estos días, el comunicador de cabecera de Trump, Tucker Carlson, ha acompañado a Abascal en las protestas de  Ferraz.

Franquismo sociológico más allá del 20-N

En realidad, concluyen las personas entrevistadas, el franquismo siempre estuvo ahí y se ha manifestado de múltiples modos. Maqueda, por ejemplo, se remite a las aulas: “Hay un franquismo sociológico que a las víctimas nos afecta mucho y es comparar las situaciones de violaciones de derechos humanos y pensar que los dos bandos, entre comillas, fueron lo mismo. Esto, que no se arregló cuando se tuvo que arreglar, todavía colea y por eso en los institutos no se enseña lo que pasó, esas graves violaciones de derechos humanos; y si se enseña, hay un tratamiento muy igual”. “Es franquismo sociológico que nuestros chicos, nuestras chicas, no sepan qué pasó, no estén alerta. Porque cuando se trata y se estudia lo que pasó se crea una alerta en la sociedad para que no se repita. Y este franquismo sociológico en el sistema educativo no permite que estos temas se traten, se estudien y se busquen soluciones para que no se vuelvan a repetir”. 

Maqueda señala otro punto, las heridas: “Nos achacan a nosotros que abrimos heridas cuando lo que intentamos es cerrarlas y aplicar el derecho internacional que nos protege para ello”. Y, por supuesto, el de la simbología y los gestos que van más allá de lo puramente simbólico, como el intento de derogación de las leyes de memoria.

Como ejemplo, Pajares afirma que no ha visto diferencias entre la derecha y la extrema derecha ni en el debate de la aprobación de la ley de memoria en Cantabria, en la anterior legislatura, ni en el de su intento de derogación en ésta: “En los argumentos, a veces, era más extremista la derecha civilizada, entre comillas, que la extrema derecha. Y quien tendría que tener más interés en frenarla, la derecha que se declara centrada y responsable, está jugando un papel desestabilizador como la extrema derecha”, analiza.

Por ello, la labor de divulgación y los contextos tan necesarios, como explica la historiadora Candela Chaves, son fundamentales, mucho más en esta época en la que todavía se escucha a veces que con Franco se vivía mejor: “Las sutilezas del franquismo sociológico son ideas que intentamos confrontar, no de forma beligerante, no, sino a través de la pedagogía y de la divulgación, que consideramos que es imprescindible”. Y no solamente desde disciplinas como la historia, la arqueologí­a, la antropología o la sociologí­a. La memoria es transversal y no todo es blanco o negro, es complejo, insiste Chaves, que subraya la “enorme labor” que ha hecho el movimiento asociativo memorialista y lo que suponen las políticas públicas de memoria.

«Cuando hablamos de memoria, no hablamos de memoria de la II República únicamente, o de memoria de la represión, de memoria de la dictadura, de memoria de las guerras. Tambiénhablamos de la memoria que llega hoy y que también conforma la visión que tenemos de nuestra realidad: la violencia hacia las mujeres, la violencia hacia colectivos que se salen de esa norma impuesta durante los años de dictadura y que sigue permeando hoy en día, como hacia el colectivo LGTBI, el colectivo de personas racializadas, etc”, prosigue Chaves. La historiadora recuerda las manifestaciones que se produjeron también la semana pasada en Madrid contra las políticas de Ayuso hacia el colectivo LGTBI.

Posibles caminos

Cuando Paqui Maqueda comenzó en esta lucha, por ejemplo, no sabía que era familiar de víctima. “Las víctimas del franquismo, los hombres y mujeres de izquierdas, tenemos que ser más listos, tener mucho sentido común, mucha serenidad y seguir trabajando en lo nuestro. Y pedirle por supuesto a este Gobierno que, en la medida en que acabe con ese franquismo sociológico, acabará también con esta señalización y esta comparación de que esto es una dictadura”. “Si en su momento se hubieran puesto las medidas oportunas, que ya las señalamos, seguramente estaríamos hablando de otras cosas, pero si una anda el mismo camino, es posible que llegue al mismo sitio. Posible no, llega al mismo sitio. Deberíamos ir de la mano de las administraciones en una política de reparación y de justicia. Ese es el único camino. Mientras no se haga, tendremos que soportar con dolor el enaltecimiento continuo de la dictadura”, concluye Maqueda.

¿Qué deberíamos conmemorar el 20-N en España casi 50 años después de la muerte del dictador? A Pajares no le gustan mucho las celebraciones: “Un síntoma de normalidad sería que el 20-N pasara para la mayoría como si nada, que no hubiera nada de ruido. Los que tienen algo que recordar, y que se declaran católicos, que recen por el dictador si quieren, en esa Iglesia que amparó el golpe de Estado y sus acciones, en la intimidad, que es como se manifiestan los sentimientos religiosos”.

Chaves lo pide casi como un deseo: celebrar el inicio del fin de una dictadura, el entendimiento de una transición hacia un paí­s democrático y la reivindicación de muchísimos hombres y mujeres que estuvieron para la consecución de esa democracia. «Conocer cómo fue ese pasado para que miremos hacia el futuro con una visión mucho más democrática y, sobre todo, una visión mucho más inclusiva. Ese es mi deseo”. Y ese es el deseo o, al menos, el espíritu con el que el nuevo gobierno ha asegurado comenzar esta nueva legislatura.


Fuente → lamarea.com

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